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Iglesia Episcopal Anglicana de El Salvador busca dar refugio a personas LGBTQ

Comunidad Santa Marta es albergue

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Iglesia San Rafael ArcƔngel (Foto por Iglesia San Rafael ArcƔngel)

SAN SALVADOR, El Salvador – La Iglesia Episcopal Anglicana de El Salvador (IAES) siempre se ha caracterizado por ser una iglesia inclusiva y de puertas abiertas, desde la creación del Ministerio de Diversidad Sexual en el aƱo 2009, el cual es una pastoral que reĆŗne tanto a personas LGBTQ como tambiĆ©n aliados de la misma comunidad, volviĆ©ndose un espacio en el que todas y todos pueden vivir su fe, libres de discriminación. Ahora la IAES comienza una nueva Pastoral de la Solidaridad, llamada Comunidad Santa Marta, la cual tiene como objetivo brindar refugio, acompaƱamiento personal y pastoral, a personas LGBTQ que han sido expulsadas de sus hogares o se han visto forzadas a realizar migración interna.

En su experiencia pastoral, la IAES ha conocido las realidades que enfrentan las personas LGBTQ, que por motivo de su orientación sexual, identidad y expresión de género son discriminadas en todos los Ômbitos de su vida, dando inicio a una cadena de exclusión desde sus hogares y afectando su desarrollo pleno. Es así como desde la oficina diocesana Dignidad y Justicia, crean este proyecto; pues dicha oficina tiene como objetivo principal, generar condiciones de prevención de la exclusión social, para el acceso a los derechos humanos, disminuyendo la violencia social y migración de las familias en la creación de comunidades de fe con tejido social.

ā€œTrabajar en un proyecto como ‘Santa Marta o Pastoral de solidaridad’, es responder a las necesidades humanas, especialmente cuando hay tanta injusticia, pobreza y desigualdadā€, expresó al Washington Blade el obispo de la IAES, Rvdmo. Juan David Alvarado.

ā€œQueremos dar una respuesta a las personas LGBT que han sido expulsadas de sus hogares o que se encuentran en peligro, ofreciĆ©ndoles un espacio temporal, mientras ellas buscan solución o desarrollan un plan de respuesta personalā€, agrega el obispo. ā€œEl nombre de Comunidad Santa Marta es recordar en el Evangelio cuando JesĆŗs va en camino y llega a la casa de Marta y MarĆ­a, hermanas y amigas de JesĆŗs, quienes dan acogida y acompaƱamientoā€.

La IAES tiene muchas expectativas de este proyecto, pues siempre se han mostrado aliados de la sociedad civil y en sobre todo de las poblaciones históricamente excluidas y vulnerables, el coordinador de la oficina de Dignidad y Justicia dentro de la IAES, Edwin Guardado, expresa que la ā€œilusiónā€ con este proyecto es que la iglesia sea un modelo de atención y acompaƱamiento pastoral en el tema de refugios a personas LGBTQ en condiciones de vulneración de derechos humanos.

ā€œEl que la Iglesia cuente con la experiencia del Ministerio de Diversidad Sexual, es clave para el impulso de la Comunidad de acogida Santa Marta, que estarĆ” ubicada en el departamento de Santa Ana, en la Iglesia San Rafael ArcĆ”ngel, en donde el Rvdo. GermĆ”n López es su rectorā€, menciona al Blade Guardado.  

ā€œLa IAES, al acoger en su misión pastoral, el trabajo con población LGBTI, no solo cumple con el bĆ”sico de nuestras sociedades contemporĆ”neas que es no discriminar, sino cumple con el mandato de nuestro seƱor Jesucristoā€, expresó Guardado.

Se pretende que en este refugio, las personas se resguarden en las instalaciones hasta un mÔximo de 15 días, en los cuales se establecerÔ una rutina de vida para ellas y ellos, se les proveerÔ de alimentación y servicios bÔsicos durante ese tiempo. RecibirÔn el apoyo necesario para la búsqueda de reinstalación con sus redes de apoyo social o familiar.

ā€œSe espera a mediano plazo, con el seguimiento que se le pueda dar, poder apoyarles ya sea a terminar estudios con alguna modalidad flexible del Ministerio de Educación, tambiĆ©n a desarrollar habilidad en tĆ©rminos de emprendimiento en alianzas con diferentes instituciones u organizaciones LGBTIā€, declaró al Blade Cruz Torres, coordinador del Ministerio de Diversidad Sexual de la IAES.

Torres agrega que esperan que el Ministerio de Diversidad Sexual abra un capĆ­tulo con las personas que reciban en la Comunidad Santa Marta y ayudar tambiĆ©n con el acompaƱamiento pastoral de las mismas.  

La IAES en una alianza con Cristosal, organización para la defensa de los derechos humanos, buscarÔ la transferencia de conocimientos y experiencia en el tema de protocolos de atención psicosocial, jurídica, protocolos sobre estudio de casos, esto con el fin de capacitar al grupo diocesano que estarÔ a cargo de las gestiones y planificaciones para la ejecución de la pastoral.

Con este proyecto la IAES deja de manifiesto el cumplimiento de su misión.

ā€œNo comprendo a las iglesias que se llaman cristianas, con una posición muy cerrada sobre el tema de la población LGBTI, porque el Evangelio de JesĆŗs nos invita a anunciar la buena nueva, que es la instauración del Reino de JesĆŗs y ese Reino es justicia, paz, amor y verdadā€, expresó Alvarado. ā€œEn otras palabras el Evangelio es construir una humanidad mĆ”s justa, con equidad, donde los valores nos lleven a una paz integralā€.

Finalmente, Alvarado externa que las iglesias que condenan a las personas LGBTQ no estĆ”n construyendo el Reino de Dios, ā€œposiblemente estĆ”n construyendo su propio reinoā€. Por lo que hace un llamado a que todas y todos deben formarse o educarse en el tema, para comenzar a fomentar el amor en lugar del odio.

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Noticias en EspaƱol

¿Hasta cuÔndo esperaremos el permiso para amar?

El nuevo Papa afirmó que la familia se funda en la ā€œunión estable entre el hombre y la mujerā€

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El Papa Leo XIV (Foto de Vatican News/X)

Las recientes declaraciones del Papa León XIV han reactivado un debate de enorme peso espiritual y pastoral: ¿cómo entiende la Iglesia el amor, la familia y la dignidad de las personas en toda su diversidad?

En su primer discurso oficial ante el cuerpo diplomĆ”tico del Vaticano, el 16 de mayo de 2025, el Papa afirmó que la familia se funda en la ā€œunión estable entre el hombre y la mujerā€. Estas palabras, pronunciadas con claridad y convicción, reafirman la posición doctrinal tradicional sobre el matrimonio, el aborto y la llamada ā€œideologĆ­a de gĆ©neroā€. Pero para muchos, estas afirmaciones reabren heridas, traen a la superficie el dolor de sentirse nuevamente al margen, y avivan preguntas que no han encontrado todavĆ­a un espacio real de escucha dentro de la Iglesia.

Estas posturas no son nuevas. Ya en 2016, como obispo de Chiclayo, PerĆŗ, León XIV expresó su oposición a los programas de educación con perspectiva de gĆ©nero, argumentando que ā€œbuscan crear gĆ©neros que no existenā€ y defendiendo una visión binaria de la creación.

Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco —cuyo pontificado marcó una apertura tĆ­mida pero significativa hacia una pastoral de la misericordia—, la elección de León XIV suscitó tanto esperanzas como preocupaciones. Francisco, aunque enfrentó resistencias internas, dejó gestos importantes: la bendición a parejas del mismo sexo, el lenguaje de acogida y las exhortaciones a no cerrar las puertas. Pero sus esfuerzos, por valiosos que fueran, no dejaron de ser esfuerzos, porque la estructura misma de la Iglesia, anclada en siglos de doctrina conservadora, reaccionó con oposición firme, limitando cualquier posibilidad real de transformación profunda.

En mi artĆ­culo anterior “Cuando el humo blanco no es suficiente” (Pride Society Magazine, abril 2025), advertĆ­a que el humo de la elección papal no podĆ­a ser tomado como garantĆ­a de cambio. La emoción del momento, sin acciones concretas, corre el riesgo de volverse solo un sĆ­mbolo sin sustancia. Hoy, esas palabras cobran nueva vigencia.

Pero este artículo no es una condena a ninguna iglesia. No es un ataque ni una burla. Es una reflexión desde la fe. Es un clamor desde el corazón pastoral de quienes acompañamos a muchas personas heridas por un discurso que, en nombre de Dios, ha excluido mÔs que ha abrazado.

¿Por qué seguimos esperando el permiso para amar?

¿Por qué seguimos buscando validación en instituciones que, a menudo, nos han negado su respeto?

No pedimos aceptación como una concesión. Exigimos respeto como un derecho. El Evangelio no fue escrito para algunos. Fue proclamado para todos.

Y es aquĆ­ donde debemos detenernos. Porque muchas veces, frente a declaraciones como estas, el miedo nos asalta, nos invade y nos paraliza. Nos deja vacilantes. Dudamos de nuestro valor, de nuestra fe, de nuestro lugar en la comunidad. Pero en medio de esas sombras, el Evangelio alza su voz con claridad:

ā€œEn el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temorā€ (1 Juan 4:18).

Ese amor no viene de doctrinas. Viene de Dios. Y quien vive en ese amor, no tiene por quƩ temer.

También es necesario reconocer que quienes tenemos la responsabilidad de enseñar, predicar y liderar en las iglesias, no siempre medimos el poder de nuestras palabras. Con frecuencia, hemos usado la Biblia y las doctrinas como fusiles, y hemos arrinconado a quienes no encajan en nuestras categorías teológicas. ¿De qué sirve hablar de inclusión si no escuchamos? ¿De qué sirve predicar el amor si excluimos con nuestras prÔcticas?

La Iglesia —toda Iglesia— estĆ” llamada a reflejar el corazón de Dios. Y ese corazón no clasifica, no discrimina, no teme a la diversidad. Ese corazón solo sabe amar.

Como dijo el apóstol Pablo:

ā€œYa no hay judĆ­o ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo JesĆŗsā€ (GĆ”l 3:28).

Hoy repito con fuerza: el Dios que conozco no condena el amor. El Dios que conozco condena el odio.

Y mientras haya personas que aman, que buscan justicia, que luchan por ser quienes son sin miedo, Dios seguirĆ” caminando con ellas.

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El Salvador

El Salvador conmemora el 17M bajo un clima de miedo y retroceso en derechos LGBTQ

Activistas denunciaron al gobierno de Nayib Bukele

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(Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)

El 17 de mayo se conmemora a nivel mundial el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, recordando la eliminación de la homosexualidad como enfermedad mental por parte de la Organización Mundial de la Salud en 1990. Sin embargo, esta fecha también se ha convertido en un espacio de denuncia ante la violencia estructural e institucional que sigue afectando a la población LGBTQ en muchos países, incluido El Salvador.

Este aƱo, la marcha conmemorativa del 17 de mayo en San Salvador fue mĆ”s reducida que en ocasiones anteriores. Decenas de personas se reunieron para alzar su voz a pesar del temor creciente entre quienes integran la diversidad sexual y de gĆ©nero. 

Las amenazas no son nuevas, pero sĆ­ mĆ”s frecuentes en el contexto actual. 

Activistas, colectivas y organizaciones de derechos humanos denuncian que el gobierno de Nayib Bukele ha profundizado un discurso y una prÔctica anti-derechos. Para muchas de estas personas, la visibilidad se ha vuelto sinónimo de riesgo.

Desde la Asociación ASPIDH, Valeria MejĆ­a, coordinadora de monitoreo y evaluación, expresó que ā€œa inicios de 2025, el presidente Nayib Bukele y su gobierno oficializaron una postura anti-derechos, profundizando las amenazas estructurales contra los derechos humanos en El Salvadorā€. Alegan que esto ha generado retrocesos concretos para la comunidad LGBTQ.

Mónica HernĆ”ndez, directora ejecutiva de ASPIDH, ha sido enfĆ”tica en sus declaraciones. 

ā€œSe estĆ” silenciando a las organizaciones defensoras de derechos humanos a travĆ©s de amenazas o restricciones legalesā€, afirmó. Y exigió al gobierno restituir los mecanismos que protegĆ­an a la población diversa.

Una de las luchas históricas aún sin respuesta es la aprobación de una ley de identidad de género. Actualmente, las personas trans no pueden modificar su nombre y género en sus documentos legales, lo que las expone a tratos humillantes en hospitales, centros educativos, juzgados y otras instituciones públicas.

La falta de una legislación que apoye a las personas trans sobre su identidad de género sigue siendo una afectación, por lo que sufren discriminación institucionalizada, en hospitales, centros educativos, juzgados, entre otros, donde suelen enfrentar trato discriminatorio o negación de servicios por no coincidir su identidad de género con sus documentos legales, mencionó una vocera de la Mesa por Una Ley de Identidad.

En la marcha de este aƱo, las calles no se llenaron como en otras ocasiones. El miedo a la criminalización fue evidente. 

ā€œLos agentes del CAM me dijeron que con este rĆ©gimen me podĆ­an acusar de ser pandillera solo por ser trans y andar tatuadaā€, declaró una participante, temblorosa, al Washington Blade.

A pesar del temor, hubo presencia. Algunas organizaciones de base y colectivos de clase trabajadora mostraron su solidaridad. Entre ellas, el Movimiento por la Defensa de los Derechos Humanos de la Clase Trabajadora, quienes acompaƱan el caso de Carolina Escobar, una mujer trans despedida injustamente del ISDEMU.

Escobar tambiĆ©n estuvo en la marcha. 

ā€œHay que permanecer unidas las minorĆ­as, yo estoy acĆ” a pesar de que he sufrido persecución por parte de la PolicĆ­a Nacional Civil, por dar seguimiento a los casos de despidos injustificados del ISDEMUā€, comentó.

La analista polĆ­tica y activista Bessy RĆ­os de la organización De La Mano Contigo no se mostró optimista con el panorama. 

ā€œHay que prepararse para el peor de los escenarios y crear redes de apoyo entre nosotrosā€, recalcó durante la jornada conmemorativa.

La colectiva feminista tambiĆ©n acompañó la marcha y compartió con otros colectivos mensajes de unidad. 

ā€œEn tiempos difĆ­ciles, es cuando debemos unirnos mĆ”sā€, dijo una joven activista con una paƱoleta verde en su rostro.

La represión no solo se percibe en las calles. Desde hace meses, muchas organizaciones LGBTQ han denunciado bloqueos al financiamiento internacional que sostenía proyectos de apoyo, atención psicológica y asesoría legal. Sin esos fondos, la lucha se vuelve mÔs cuesta arriba.

AdemĆ”s, la anunciada Ley de Agentes Extranjeros —todavĆ­a en discusión— amenaza con imponer un impuesto del 30 por ciento a las donaciones provenientes del extranjero. Esto pondrĆ­a en jaque a decenas de ONG que trabajan directamente con poblaciones vulnerables, incluida la diversidad sexual.

La consigna en esta fecha ha sido clara: la lucha no se detiene. Incluso con menos recursos y bajo amenazas, quienes se organizaron para conmemorar el 17 de mayo lo hicieron con la firme convicción de que los derechos humanos no se negocian.

Desde las pancartas hasta las intervenciones públicas, el mensaje fue contundente: el Estado salvadoreño debe cesar toda forma de discriminación hacia las personas LGBTQ y garantizar políticas inclusivas que aseguren su acceso a la salud, la educación, la justicia y el empleo.

En cada paso, se entretejĆ­a el recuerdo de quienes ya no estĆ”n, y el deseo ferviente de un futuro distinto. 

ā€œMarchamos por quienes no pudieron llegar hoy, por quienes tienen miedo, por quienes ya no estĆ”n. Seguiremos exigiendo respeto y dignidadā€, expresó una activista.

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Cuba

No olvidar el 11 de mayo

Aquel día en 2019 es conocido como un «Stonewall a la cubana»

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(Dibujo cortesia de la Joven Cuba)

La Joven Cuba se publicó esta nota en su sitio web el 12 de mayo

Por NORGE ESPINOSA MENDOZA | En el calendario cubano, mayo es un mes cargado de fechas singulares y múltiples celebraciones. Desde su primer día, marcado por el tradicional desfile que recuerda a los mÔrtires de Chicago como tributo a los trabajadores del mundo, pasando por el Día de las Madres, el Día Internacional de los Museos y el Día de África, entre muchas otras fechas. Se trata de una agenda cargada de memorias, consignas, festejos públicos o mÔs domésticos que se concentran en esas cinco semanas.

La incorporación a todo ello del reconocimiento en nuestro país del 17 de mayo como Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia removió ese panorama, sobre todo porque se trata de la misma fecha en la que se celebra el Día del Campesino y la Reforma Agraria. Entre las diversas reacciones que desencadenó todo ello, sirva como ejemplo del estupor con el que parte de la población cubana reaccionó, este fragmento de las décimas humorísticas creadas por Ángel RÔmiz, muy popular gracias a su personaje El Cabo Pantera:

«Que esto no es chisme ni brete
y me da genio, compay,
”con tantos días que hay
escoger el 17!
Quiero que se me respete,
se me dé una explicación:
ĀæEse dĆ­a mis amistades
me dicen felicidades
por guajiro o maricón?»

La elección de ese día molestó, irritó, generó controversias, en las cuales algunos rememoraron que para el calendario nacional ese día fue distinguido en favor del campesinado por conmemorarse en tal fecha el asesinato de Niceto Pérez, en 1946. La supuesta contradicción entre la imagen del campesino viril, líder y símbolo del trabajador agrícola, fue un detonante que no hallaba justificación ni siquiera en el hecho de que se trataba de resaltar desde nuestro país algo fijado internacionalmente por la Organización Mundial de la Salud.

Como seƱala la nota que presenta en el Decimerón esos versos de Ɓngel RĆ”miz, no faltó quien rebautizara al 17 de mayo, en tono despectivo pero tambiĆ©n desde los lĆ­mites de nuestro incontenible choteo, como DĆ­a del Maricón. Y mĆ”s allĆ” de esa anĆ©cdota, hacer memoria sobre este asunto nos permite recalibrar las tensiones que, entre consignas, mitos, Ć©pica y sexualidad, han marcado la aparición, visibilidad o invisibilidad de las llamadas minorĆ­as que tambiĆ©n componen el entramado social del paĆ­s, asĆ­ sea al borde o en los mĆ”rgenes de la historia oficial.

En esos territorios opacos, borrosos, ambiguos, a los que solo en fechas recientes se ha empezado a mirar y estudiar sin los prejuicios que sigue padeciendo la mirada de regla y cartabón de la narrativa oficial, aún perduran incomodidades, interrogantes y tabúes, que cada vez que nos acercamos al 17 de mayo resucitan o recobran interés en las agendas y los debates acerca de política, historia, sexualidad y cuerpo nacional. Un cuerpo que ha aprendido a saberse diverso, no solo porque desde esas agendas se le brinde tal posibilidad, sino porque las condiciones extremas a las que ha sobrevivido le han permitido hallar sus propias armas y herramientas para tal hazaña.

La memoria de los cuerpos disidentes

La historia de los cuerpos sexuados ha ido emergiendo lentamente ante nosotros, gracias al empeƱo de investigadores, historiadores, activistas, artistas, y finalmente, gracias a la irrupción de esas voluntades y biografĆ­as en los espacios gubernamentales donde por aƱos se pensó Ćŗnicamente desde el prisma heteronormativo y patriarcal, que tambiĆ©n fue abrazado por la Revolución.

Las normativas y la preocupación por el deslinde de esos cuerpos, por las prÔcticas no re/productivas ni de ganancia inmediata para la nueva causa, estallaron desde el inicio. Es el elemento que dispara sus dardos lo mismo contra los cuerpos negros y mulatos que se divierten la madrugada del puerto habanero durante los pocos minutos del documental PM (cuya censura en 1961 provocó las Palabras a los intelectuales), que contra los pasajes eróticos de El mundo alucinante, la novela que presentó Reinaldo Arenas al concurso de la UNEAC en 1967, y que no solo no ganó al premio, sino que aún no ha sido publicada en Cuba. Ese recelo también fue el que activó las redadas en la Rampa habanera, la Noche de las Tres P en 1961, o las expulsiones de las universidades y escuelas de arte de aquellos que vivían una sexualidad disidente en la misma década.

El I Congreso de Educación y Cultura formalizó ese rechazo, en 1971, y aseguró durante los años 70 un periodo de oscurecimiento y pobreza en numerosos espacios de la vida nacional durante el decenio. Esos recelos volvieron a aflorar durante los días del Mariel y la Embajada de Perú: declararse lesbiana u homosexual (el término gay no era frecuente en el habla cubana de esos días aún) era una especie de salvoconducto inmediato para quienes querían abandonar el país rumbo a los Estados Unidos, a pesar de la amenaza de golpiza, o tener que avanzar a través de una muchedumbre que gritaba ofensas homofóbicas con la misma intensidad con la que lanzaba huevos podridos contra esos «desafectos». La memoria tarda en sanar. La memoria del cuerpo también tiene su propio canal de biografías.

La memoria tarda en sanar. La memoria del cuerpo tambiƩn tiene su propio canal de biografƭas.

Esas memorias han demorado en añadirse a la narrativa que repasa esos acontecimientos. Los libros y testimonios que en su mayoría dan fe de esos rechazos y traumas comenzaron a aparecer fuera de Cuba, ya en los 80, y la llegada de la generación de los marielitos a Estados Unidos de América abrió una brecha de información que dio pie a volúmenes y documentales (Improper Conduct, de 1984, sigue siendo el mÔs famoso y debatido), y que desde nuestro aparato partidista se leyó o denunció como una maniobra difamatoria contra la Revolución.

Ha sido un proceso arduo, doloroso, en el que las zonas de apertura o la desaparición de leyes que criminalizaban la homosexualidad y la existencia de Ā«seres extravagantesĀ», fluctuaba entre perĆ­odos de flexibilidad intermitentes y la insistencia en recordar que el cuerpo revolucionario de ese Hombre Nuevo imaginado por Ernesto ChĆ© Guevara era, sobre todo, un cuerpo impenetrable.

De la marginación al «activismo oficial»

A fines de esa década, en el albor mismo de los años 90, una nueva generación de artistas había empezado a quebrar esas nociones tan rígidas, y mediante el quehacer de poetas, narradores, teatristas y figuras de la plÔstica, el valor de lo ambiguo, de la duda, de la necesidad de saltar sobre vetos y censuras, así como la posibilidad de que los cuerpos fueran celebrados mÔs allÔ de las campañas de la zafra, las misiones internacionalistas, y otras imÔgenes aprobadas por el discurso oficial, consiguió hacer mÔs respirable al país para aquellas personas que habían tenido que reprimir palabras y gestos a fin de evitar la estigmatización que, en no pocos casos, incluía el no poder optar por determinadas carreras universitarias o puestos de trabajo.

En 1989 se crea, precisamente, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), derivado del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, fundado a instancias de la Federación de Mujeres Cubanas, en 1974. Durante esos últimos años de la década, el rostro del doctor Celestino Lajonchere y de la doctora alemana Monika Krause se habían ido abriendo paso en programas televisivos y en otros medios, como principales voceros de la campaña de educación sexual que en sus primeros momentos estaba mÔs enfocada en la instrucción acerca del uso de métodos anticonceptivos o la prevención del embarazo en edad adolescente, hasta llegar al gran tema tabú que era el homosexualismo.

La publicación de libros como En defensa del amor y ĀæPiensas ya en el amor? convirtieron a esos tĆ­tulos en best-sellers, confirmando la necesidad de una variante menos anticuada, pacata y moralizante de la sexualidad, que vino acompaƱada por otros materiales y pelĆ­culas (como Siete pecas, el filme  de Hermann Zschoche sobre el amor juvenil que incluĆ­a una feliz escena de desnudos de la pareja protagónica, producido en la RepĆŗblica DemocrĆ”tica Alemana en 1978) que apuntaban a un relajamiento y mejor comprensión de estos asuntos en nuestra cotidianidad. Los aƱos 90 fueron de dureza inimaginada hasta entonces, tras la caĆ­da del Socialismo del Este. En ese nuevo Ć”mbito de carencias, Cuba se tuvo que reinventar. Y sus cuerpos tambiĆ©n lo hicieron.

Los aƱos 90 fueron de dureza inimaginada hasta entonces, tras la caƭda del Socialismo del Este. En ese nuevo Ɣmbito de carencias, Cuba se tuvo que reinventar.

En mayo de 2008, el CENESEX sale definitivamente del clóset. La institución, ya bajo la dirección de Mariela Castro Espín, lanza ese año su segunda celebración del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, con una campaña de alcance nacional que va mÔs allÔ de los muros de su sede en el Vedado, e inunda la Rampa y el Pabellón Cuba en un acontecimiento sin precedentes.

Las reacciones fueron también diversas y apasionadas, incluidas esas que pensaron que se le arrebataba al campesinado su fecha mÔs importante. Pero se comenzó ahí a naturalizar un concepto que sin dudas relocalizó al homosexual, a la lesbiana, a las personas trans, a los pacientes de VIH/Sida y a todo ese conjunto de cuerpos diversos en el imaginario nacional.

Lo que habĆ­an logrado poco a poco los artistas y creadores, desde los primero cuentos y poemas sobre el asunto y luego Senel Paz con Ā«El lobo, el bosque y el hombre nuevoĀ» y su versión cinematogrĆ”fica: Fresa y chocolate, hasta los atrevimientos de Ramón Silverio y su Centro Cultural El Mejunje (en Santa Clara), obtenĆ­a otro nivel de legitimidad otorgado por el peso polĆ­tico del linaje de la directora del CENESEX, y el apoyo logrado por ella de diversas entidades e instituciones para gestar lo que en aquel 17 de mayo apareció en los titulares no solo de Cuba, sino en numerosas partes del mundo.

De ese paso de avance, podía esperarse mÔs. Y en cierta medida, con discusiones, aperturas, tibiezas y desafíos, eso fue lo que la comunidad cubana LGBTIQ del país vivió, dentro y fuera de los mÔrgenes del CENESEX, hasta mayo de 2019, cuando lo conseguido y lo aún por lograr se estremeció, se detuvo, y desde mi perspectiva, no ha logrado conciliar sus extremos tras lo ocurrido aquel 11 de mayo.

Los silencios del presente

A seis aƱos de aquella marcha convocada por los activistas LGBTIQ de Cuba como respuesta a la suspensión de la Conga por la Diversidad —versión reducida del Gay Pride que el CENESEX desde el 2008 habĆ­a implantado como un pequeƱo desfile a lo largo de varias cuadras de la Rampa— estoy leyendo el libro que el investigador y activista puertorriqueƱo Wilfred Labiosa publicó en 2024 bajo el tĆ­tulo La Revolución LGBT en Cuba, aparecido por el sello Deletrea en Estados Unidos de AmĆ©rica.

Ese día, el 11 de mayo de 2019, no existe en tal volumen, a pesar de que su autor reconoce en su epílogo que lo culminó «sentado junto a la ventana de uno de los nuevos hoteles de La Habana», en mayo de 2022. En el prólogo, firmado por Camilo García López-Trigo y Alberto Roque, ligados en un determinado momento al CENESEX, tampoco puede localizarse esa fecha.

Pareciera que, como afirmé hace un par de años, ese día nunca existió, a la manera en que Dulce María Loynaz hablaba de otra fecha en uno de sus poemas. Pero sí existió, sucedió. Y curiosamente, la ausencia en un libro como este, que se supone una guía para quien quiera conocer el devenir de las personas LGBTIQ en la historia de Cuba, lo hace mucho mÔs visible.

Pareciera que, como afirmé hace un par de años, ese día nunca existió, a la manera en que Dulce María Loynaz hablaba de otra fecha en uno de sus poemas.

El volumen de Labiosa, quien ha visitado nuestro país con el auspicio y beneplÔcito del CENESEX, es su carta de agradecimiento a esta institución. Desde la propia narrativa de blanqueamiento a conveniencia de ciertos aspectos de esa línea histórica que pretende abordar, anula la existencia de libros previos e investigaciones que lo preceden para evitar enumerar conflictos y tensiones que sí han evidenciado otros estudios sobre el tema como los realizados por Víctor Fowler, Jesús J. Barquet, Alberto Abreu, Jesús Jambrina, Francisco MorÔn, Yoandy Cabrera, Mabel Cuesta, y otros investigadores como José Quiroga, Carlos Espinosa, Rubén Ríos Ávila o Daniel Balderston.

El título se trata de una elección cuidadosa y suspicaz que elimina referentes, se ahorra citar ciertos autores y anécdotas, y así como se extiende en tratar de explicar qué fueron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, adelantÔndole al CENESEX la investigación prometida sobre esos campos de trabajo forzado en los que fueron recluidos entre 1965 y 1968 homosexuales, disidentes políticos y religiosos.

Lo esbozado se limita a un mapa que incluye no pocos agujeros negros, a fin de que otras probabilidades de activismos gestados fuera de esa institución sean al menos mencionados en este libro: una visión edulcorada y suavizante que recuerda la del documental En marcha con Mariela Castro, producido por HBO durante el breve idilio entre Cuba y Estados Unidos durante la administración Obama.

No hay aquĆ­ mención, digamos, de lo que revelaron los nĆŗmeros de la revista Mariel, de la cual fue parte Reinaldo Arenas, o de un libro como Gays under Cuban Revolution, publicado por Young Allen en 1981 y que cuenta con traducción al espaƱol de 1984. Asegura no haber encontrado libros sobre las UMAPS, aunque existan varios sobre el tema: desde la novela Un ciervo herido, de FĆ©lix Luis Viera o La mueca de la paloma negra, de Jorge Ronet, hasta otros como La UMAP. El gulag castrista, de Enrique Ros (2004), o por supuesto, El cuerpo nunca olvida, de Abel Sierra Madero, el estudio mĆ”s amplio sobre ese doloroso asunto, aparecido en 2022 por el sello Rialta Ediciones. Del mismo autor, Labiosa cita un artĆ­culo, pero no Del otro lado del espejo, ganador del Premio Casa de las AmĆ©ricas en 2006, que cubre zonas de las que asegura tampoco halló referencias.

A partir de ello, Labiosa asegura que su libro Ā«es Ćŗnico, en la medida en que se enfoca Ćŗnicamente en la comunidad LGBT viviendo en Cuba desde su fundación, durante la Revolución y bajo el liderato de los hermanos CastroĀ». Asegura de inmediato que Ā«muchos (tal vez todos) los libros y proyectos anteriores han tratado la homosexualidad como datos secundarios en entrevistas, o con aquellos que huyeron de Cuba y viven en EspaƱa o en los Estados Unidos, especĆ­ficamente en Nueva Jersey o la FloridaĀ». Al parecer no se detuvo, en la redacción de este libro que es parte de su investigación acadĆ©mica, en lo que como testimonio directo de su experiencia en la Isla apuntó, por ejemplo, Ernesto Cardenal sobre estos asuntos en las pĆ”ginas de su muy conocido libro En Cuba, fechado en 1974.

Tal afirmación hubiera sido creĆ­ble a mediados o fines de los 80. Ya no. De entonces a acĆ” han aparecido testimonios, libros, artĆ­culos y documentales que amplĆ­an ese circuito de referencias, que Labiosa desconoce o prefiere eludir. Habla de Fresa y chocolate, y de documentales como Mariposas en el andamio y Gay Cuba, pero ignora otros documentales previos, como No porque lo diga Fidel Castro (1988), el primero acerca de estos asuntos que produjo la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los BaƱos, o En busca de un espacio, estrenado en 1993, o los de Lizette Vila en ese periodo.

El encomiable trabajo de Ramón Silverio en El Mejunje ocupa aquí todo un capítulo, pero mÔs allÔ de las simpatías de ese gestor cultural y comunitario, otros espacios y creadores también han hecho su obra, contra viento y marea, para incluir esas temÔticas y discusiones, no pocas veces enfrentado censura y recelos que culminaron empujÔndolos al exilio, no simplemente «huyendo» de Cuba.

Labiosa desconoce o prefiere no comprometerse, y Ā«olvidaĀ» eventos, exposiciones, proyectos, obras teatrales, la rehabilitación de autores como Lezama o PiƱera y Arrufat, poemas, cuentos, antologĆ­as ya imprescindibles en este tipo de repaso. Habla de la aparición en Cuba del VIH Sida y de la reclusión a la que fueron sometidos sus primeros pacientes, pero no da referencia acerca de los soldados internacionalistas que trajeron de regreso el virus, historia revelada en obras como el filme El acompaƱante (Pavel Giroud, 2015) o en libros de Miguel Ɓngel Fraga.

Labiosa desconoce o prefiere no comprometerse, y «olvida» eventos, exposiciones, proyectos, obras teatrales, la rehabilitación de autores como Lezama o Piñera y Arrufat, poemas, cuentos, antologías ya imprescindibles en este tipo de repaso.

Varias de sus afirmaciones no vienen de pruebas documentales o referencias precisas, acerca de la célebre canción «Siboney», asegura, por ejemplo: «compuesta por Ernesto Lecuona se considera como una de las primeras sobre amor gay», añadiendo que esa fue la «canción principal» de Esther Borja, como si «Damisela encantadora» jamÔs hubiese existido en el repertorio de dicha cantante, en el que fue su imborrable carta de presentación. Menciona ademÔs a Pablo Milanés por su canción «El pecado original», a Amaury Pérez y a Silvio Rodríguez pero no a iconos como Bola de Nieve, Luis Carbonell, Sara GonzÔlez o Teresita FernÔndez.

Alineado a la narrativa del CENESEX, el libro de Labiosa, participante frecuente en las Jornadas de esa entidad, elude hablar del 11 de mayo de 2019, pero menciona de paso las manifestaciones de julio de 2021: «Curiosamente, miembros de la comunidad LGBT participaron en las protestas contra el gobierno cubano liderado por Miguel Díaz-Canel, en el verano de 2021, donde fueron encarceladas cientos de personas, muchas de las cuales siguen en prisión». Y se apresura en aclarar: «Las manifestaciones, que se llevaron a cabo en Estados Unidos, Europa y Cuba, fueron organizadas y subvencionadas por personas que residen fuera de Cuba. Los participantes ondearon banderas del orgullo LGBT y varios líderes llamaron la atención de noticieros de todo el mundo, pero no representan la totalidad y complejidad del movimiento LGBT en la patria».

Labiosa, a quien conocĆ­ en La Habana durante una de esas visitas, trata de simplificar la dimensión de lo ocurrido en 2021 mediante una comparación poco feliz con las protestas y represalias sufridas por quienes salieron a las calles durante los dĆ­as del Black Lives Matter. El asunto es mucho mĆ”s complicado y exige ir mĆ”s allĆ” en su anĆ”lisis, tal y como dije a quienes intentaron etiquetar a lo sucedido en mayo del 2019 como un Ā«Stonewall a la cubanaĀ».

El asunto es mucho mĆ”s complicado y exige ir mĆ”s allĆ” en su anĆ”lisis, tal y como dije a quienes intentaron etiquetar a lo sucedido en mayo del 2019 como un Ā«Stonewall a la cubanaĀ».

Haciendo algunos ajustes mínimos, Labiosa apela a la misma narrativa que ante las cÔmaras de la Mesa Redonda del 13 de mayo de 2019 empleó Mariela Castro, junto a otros representantes del CENESEX para inferiorizar y demeritar a quienes bajaron desde el Parque Central hasta Malecón, movilizados por el simple anhelo de no perder el espacio público, el de la calle, tan simbólico en nuestro país, y que el propio CENESEX había ganado en su salida del clóset.

La intervención de la policĆ­a, la violencia de ese momento, la detención de varios activistas a los que ni siquiera se les permitió llegar a ese punto de convocatoria (el mismo en el cual, el 1 de mayo de 1995, marchamos algunos con la Rainbow Flag junto a activistas norteamericanos, para total sorpresa de los dirigentes  que no nos esperaban en tal acto), y la salida posterior del paĆ­s de algunos a los cuales ese cerco los llevó a esa decisión tan dolorosa, es parte de un momento que no puede invisibilizarse porque sĆ­[9].

A seis años de ese 11 de mayo, sigo sintiendo que algo se quebró ahí que no ha podido resolverse en diÔlogos posteriores, ni siquiera con la aprobación del matrimonio igualitario en Cuba. Bastó ese momento, frente al malecón, para desencadenar varios síntomas: la comunidad LGBTIQ, tan preterida y silenciada, podía organizarse en una aparición de ese tipo sin la anuencia oficial; el espacio de la calle podía, de pronto, ser un canal de otras demandas y símbolos.

En el libro de Labiosa, que intenta incluso reducir a un diagrama de power point el complejo proceso de lo que han vivido las personas LGBTIQ de Cuba, agradezco la aparición de algunos testimonios, porque insisto en creer que eso es lo que mĆ”s necesitamos: reconocer las voces de los otros, de las otras personas que han vivido en su biografĆ­a estos aƱos de un modo Ć­ntimo, con su dosis individual de Ć©pica, a despecho de quienes no les consideran parte de un modelo de vida donde la ideologĆ­a y la moral pretenden limitar los derechos del cuerpo y el deseo.

Ello no aparece en su libro, donde hay testimonios de quienes se reconozcan como parte de ese nĆŗcleo de personas, pero no de quienes trabajan y crean fuera de los lĆ­mites de la institución a la que Ć©l halaga sin recatos. Fiel al tĆ­tulo de su libro, como si parafraseara al vuelo las cĆ©lebres Palabras a los intelectuales, este es un repaso en tono generalmente didĆ”ctico a la idea de Ā«Dentro de la Revolución LGBT en Cuba todo, fuera de la Revolución LGBT en Cuba, nadaĀ». Aunque ya sabemos que la frase literal pronunciada en la Biblioteca Nacional, no es exactamente esa.

En una línea, su autor afirma algo con lo cual, al menos, estoy de acuerdo: «El futuro de la comunidad LGBT en Cuba es incierto». Pero podemos decir eso acerca de muchas otras zonas de la sociedad cubana. Por encima de la disidencia o la normatividad del deseo, la pregunta que Cuba tiene ahora mismo ante sí y toda su sociedad incluye esa incertidumbre. Las loas a la directiva del Cenesex, escritas desde la comodidad del nuevo hotel donde se hospeda el autor, no logran disimular esas tensiones que hoy nos acompañan.

Recordar este día no es insistir en la herida abierta, en el momento incómodo, ni en la maniobra de hacerle el trabajo a ninguno de los extremos aquí enfrentados. La memoria dicta su propia noción de historia y sobrevivencia, y genera su propio activismo de cuerpos y recuerdos. En mi calendario personal, el 11 de mayo contiene numerosos significados y sobre todo, muchos nombres. Los de quienes me han acompañado en el activismo desde que aparecieron mis primeros textos y desde esa comunidad me hicieron sentir menos solo, hasta los de quienes, mÔs allÔ de acuerdos y disensos, han jugado roles importantes en el rostro múltiple que ahora somos, y que tras ese 2019, el 2021, la pandemia y tantas nociones de la crisis interna y externa, multiplican estos ecos en las Cubas del mundo. En esa incertidumbre, recuerdo y vivo. Esa es la batalla. De la memoria, la del presente. Y la de nuestro futuro.

Norge Espinosa Mendoza es poeta, crítico y dramaturgo. Asesor teatral de la compañía El Público desde hace 20 años. Editor de las memorias del coreógrafo Ramiro Guerra y coautor del volumen dedicado a los Premios Nacionales de Teatro, que aún esperan por papel y tinta para ver la luz.

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