Noticias en Español
¿Qué espera la comunidad LGBTI del nuevo presidente mexicano?
AMLO tomó posesión del cargo el 1 de diciembre

El presidente de México Andrés Manuel López Obrador tomó posesión de su cargo el 1 de diciembre de 2018. (Foto por ProtoplasmaKid vía Wikimedia Commons)
López Obrador, representante de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) conocido como AMLO, ganó las elecciones de este año con más del 50 por ciento de los votos, convirtiéndose en uno de los presidentes más populares de la historia reciente mexicana. Durante su campaña, prometió tolerancia cero a la corrupción, disminuir los niveles de pobreza para que el país inicie una “cuarta transformación”, un cambio que el propio AMLO ha fijado ante el urgente vuelco que necesita la nación azteca.
En el Congreso de la Unión, ante senadores, diputados e invitados a su toma de protesta, López Obrador reiteró que “representará a ricos y pobres, creyentes y libres pensadores, y a todas las mexicanas y mexicanos, al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen, nivel educativo, o posición socioeconómica”.
Para el activista de Guadalajara Leonardo Espinosa, esta afirmación resulta un gesto positivo y brinda visibilidad al colectivo, “pero también es un llamado a darle seguimiento a estos discursos y que se conviertan en acciones y políticas públicas”.
Alex Orué, director ejecutivo del canal de video en línea It Gets Better México, que promueve los derechos LGBTI, cataloga el discurso de AMLO como histórico y acota que “es una señal que la agenda de la Coalición Mexicana LGBTTTI+ tiene buenas posibilidades de avanzar”.
Asimismo, Orué espera que este nuevo gobierno baje los niveles de violencia que desproporcionadamente afectan a las personas del colectivo. “Es vital que se les haga frente a los discursos de odio desde el Estado, que se fortalezca a instituciones como el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y se haga hincapié en el desarrollo de oportunidades laborales para el talento diverso”, añade.
Por su parte, Espinosa anhela que en este sexenio que comienza “el discurso en el cual se hable de nuestras poblaciones y necesidades funcione de manera transversal en todas las políticas públicas, que la ciudadanía se involucre y cada vez más encontremos las palabras orientación sexual, lesbianas, gais, transexuales, transgénero, intersexuales, queer y diversidad en los discursos del presidente. La realidad del país nunca ha sido favorable a nuestros derechos, por lo que consideremos abierta una expectativa de mejora”.
Durante su campaña electoral, López Obrador evadió el tema LGBTI, debido a los lazos que lo vinculan con fuerzas más conservadoras de la política mexicana, como el extinto Partido Encuentro Social (PES), fundado por cristianos evangélicos y que se opuso a los esfuerzos anteriores para legalizar federalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ante este escenario, un retroceso en los avances logrados no sería un temor infundado.
“No debemos olvidar que el extinto Partido Encuentro Social dejó muchos candidatos en puestos de elección popular y nunca se ha visto a las personas que pertenecieron a ese partido como aliados de los derechos humanos y la igualdad”, acota Espinosa.
En cambio, lo más preocupante para Orué es que AMLO nunca se haya retractado de sus declaraciones sobre poner a consulta los derechos humanos de las personas LGBTI y “ahora que sus consultas parecen haberse legitimado en la vida política de esta nueva administración, no debemos bajar la guardia”.
Aunque el movimiento se mantenga la alerta, Orué no cree posible una marcha atrás en las garantías conquistadas, pues “que su mano derecha sea la abogada Olga Sánchez Cordero, nueva Secretaria de Gobernación de su gabinete, hace que tengamos algo de garantía que no solo eso no ocurrirá, sino que, incluso, avance la agenda. Ella misma en declaraciones recientes ha reiterado que los derechos humanos no se ponen a consulta”.
Durante el período que recién concluye, bajo el mando del expresidente Enrique Peña Nieto, y según nuestros entrevistados, los temas de la comunidad alcanzaron una mayor visibilidad, situándose en la agenda pública, así como se concretaron diversos esfuerzos para disminuir la brecha de desigualdad que viven las personas trans. No obstante, las deudas del país con el colectivo aún persisten.
“Lo que pudo haber sido el único acierto de la administración de Enrique Peña Nieto fue que en 2016 se haya pronunciado a favor de los derechos humanos de las personas LGBTIQ en un acto protocolario en el marco del 17 de mayo, donde se anunció que enviaría al Congreso varias iniciativas pro LGBTIQ, entre ellas sobre el matrimonio igualitario”, sostiene Orué.
Más, el activista lamentó que esas iniciativas prometidas murieron en el Congreso de la Unión.
Al decir de Orué y Espinosa, dentro de los temas pendientes para la administración AMLO, figuran la visibilidad y seguridad del colectivo, donde se registran altas cifras de crímenes, leyes que penalicen la discriminación en todos los estados, la violencia por homofobia y transfobia así como las limitaciones para oportunidades laborales, acceso a la salud, justicia, leyes de identidad de género y reconocimiento del matrimonio igualitario en cada uno de los departamentos.
“México es un país donde los temas LGBTIQ estaban totalmente borrados del plano político, los avances en materia de legislación han dado pasos pequeños”, concluyó Espinosa. “Se visualiza que sigan más modificaciones a las leyes, pero están relegados del cambio social. México como país no es homogéneo y mientras existen lugares donde el cambio social ya exige que las leyes se modifiquen, en otros lugares la discriminación sigue siendo algo normal”.
México en contexto
En la actualidad, en México sólo 15 de los 32 estados permiten el matrimonio igualitario, donde se han contabilizado 10.216 de estas uniones.
“Sin embargo, falta mucho para que estas uniones sean reconocidas como familias con todos los derechos que esto conlleva”, señala el periódico Publimetro en un artículo que califica de “lento” la implementación del matrimonio igualitario desde su legalización, hace ya nueve años.
En el panorama nacional, la adopción homoparental es legal en la Ciudad de México y en Coahuila. Hasta la fecha, se han concretado 17 adopciones de niños y niñas por familias homoparentales y lebomaternales. En cuanto a la identidad de género, se han producido unos 3.230 reconocimientos.
Se registró un descenso de 4,6 por ciento de la discriminación motivada por preferencia sexual u orientación sexual, según los registros de la encuesta de discriminación 2013 y la de 2017.
Sin embargo, México sigue siendo un país violento para las minorías sexuales. Durante los últimos cinco años, bajo el mandato de Enrique Peña Nieto, ocurrieron 381 asesinatos, según un informe que la ONG Letra S publicó en mayo del presente año. Para este 2018, la situación no resulta muy alentadora, pues solo en el primer cuatrimestre, esta misma organización contabilizó al menos 24 asesinatos de personas LGBTI.

Mexicanos LGBTI, entre otras, miran la inauguración de Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo de la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2018. (Foto de Jesús Chairez)
Pese a esta ola de homofobia, Alejandro Brito, director general de la ONG Letra S, dijo a la agencia EFE que existen avances significativos como una posición más marcada a nivel exterior en defensa de los derechos y avances como el reconocimiento del matrimonio entre parejas del mismo sexo en varias entidades y la decisión de la Suprema Corte en 2016 de declarar inconstitucional las leyes estatales que prohíben el matrimonio homosexual.
Además, se reformaron los códigos penales de varios estados para introducir el odio como agravante en estos delitos, y en febrero pasado la Fiscalía General elaboró un protocolo de actuación del personal en casos que involucren la orientación sexual o la identidad de género. “El reto es que se aplique”, apuntó.
Por otra parte, Alejandra Haas, presidenta del CONAPRED, dijo a Publímetro que en los últimos siete años ha recibido mil 185 quejas de identidad de género, preferencias sexuales y discriminación laboral, problemáticas que, se ha comprobado, tienen efectos en la salud mental.
El Salvador
La marcha LGBTQ desafía el silencio en El Salvador
Se realizó el evento en San Salvador bajo la lluvia, pero con orgullo

SAN SALVADOR, El Salvador — El reloj marcaba el mediodía cuando los primeros colores del arcoíris comenzaron a ondear frente a la emblemática Plaza del Divino Salvador del Mundo. A pesar de la incertidumbre generada en redes sociales, donde abundaban los rumores sobre una posible cancelación de la marcha por la diversidad sexual, la ciudad capital comenzaba a llenarse de esperanza, de resistencia y de orgullo.
Este año, la Marcha del Orgullo LGBTQ+ en El Salvador se desarrolló en un contexto tenso, en medio de un clima político que reprime y silencia a las voces disidentes.
“Aunque las estadísticas digan que no existimos, viviendo en El Salvador, un país donde hoy, después de décadas de avances, defender los derechos humanos es de nuevo una causa perseguida, criminalizada y silenciada”, afirmaron representantes de la Federación Salvadoreña LGBTQ+.
A pesar de la cancelación del festival cultural que usualmente acompaña la marcha, los colectivos decidieron seguir adelante con la movilización, priorizando el sentido original de la actividad: salir a las calles para visibilizarse, exigir respeto a sus derechos y recordar a quienes ya no están.
A la 1:30 p.m., una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la ciudad. Algunas de las personas presentes corrieron a refugiarse, mientras otras, debajo de sombrillas y de los escasos árboles en la plaza, decidieron mantenerse firmes. Los comentarios pesimistas no se hicieron esperar: “a lo mejor la cancelan por el clima”, “no se ve tanta gente como otros años”. Sin embargo, lo que siguió fue una muestra de resistencia: a las 2:05 p.m. las voces comenzaron a llamar a tomar las calles.
Visibilidad como resistencia
La marcha arrancó bajo una llovizna persistente. La Avenida Roosevelt y la Alameda Juan Pablo II se tiñeron de colores con banderas arcoíris, trans, lésbicas, bisexuales y otras que representan a los diversos sectores de la población LGBTQ. Cada bandera alzada fue un acto político, cada paso una declaración de existencia.
Desde la Plaza del Divino Salvador del Mundo hasta la Plaza Gerardo Barrios, frente a Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, la marcha se convirtió en un carnaval de dignidad. Carteles con frases como “El amor no se reprime”, “Mi existencia no es delito” o “Marcho por quien ya no puede hacerlo” se alzaron entre las multitudes.
La movilización fue también un espacio para recordar a quienes han perdido la vida por la discriminación y el rechazo. Familias que marcharon por hijos, hijas o amigues que se suicidaron a causa del estigma. Personas que caminaron por quienes aún viven en el miedo, por quienes no pudieron salir del clóset, por quienes se han ido del país huyendo de la violencia.
Arte, fe y rebeldía
Una de las escenas más llamativas fue protagonizada por Nelson Valle, un joven gay que marchó vestido como sacerdote.
“Hay muchas personas que secretamente asisten a ritos religiosos como en Semana Santa, y les gusta vivir en lo oculto. Pero la fe debe ser algo libre porque Dios es amor y es para todos”, dijo.
Valle utilizó su vestimenta como una forma de protesta contra las estructuras religiosas que aún condenan la diversidad sexual.
“Un ejemplo de persona que abrió el diálogo del respeto fue el papa Francisco, abrió la mente y muy adelantado a su tiempo, porque dejó claro que hay que escuchar a toda persona que quiere encontrar a Dios”, agregó.
La marcha también incluyó bandas musicales, grupos de cachiporristas, carrozas artísticas, colectivos provenientes de distintos puntos del país, y manifestaciones de orgullo en todas sus formas. Fue un mosaico cultural que mostró la riqueza y diversidad de la población LGBTQ en El Salvador.

Una lucha que persiste
Las organizaciones presentes coincidieron en su mensaje: la lucha por la igualdad y el reconocimiento no se detiene, a pesar de los intentos del Estado por invisibilizarlos.
“Nuestros cuerpos se niegan a ser borrados y a morir en la invisibilidad de registros que no guardan nuestros nombres ni nuestros géneros”, declararon representantes de la Federación.
Además, agregaron: “Desde este país que nos quiere callar, levantamos nuestras voces: ¡La comunidad LGBTIQ+ no se borra! ¡El Salvador también es nuestro! Construyamos, entre todes, un país donde podamos vivir con Orgullo.”
El ambiente fue de respeto, pero también de desconfianza. La presencia de agentes policiales no pasó desapercibida. Aunque no hubo reportes oficiales de violencia, varias personas expresaron su temor por posibles represalias.
“Marchar hoy es también un acto de valentía”, comentó Alejandra, una joven lesbiana que viajó desde Santa Ana para participar. “Pero tenemos derecho a vivir, a amar, a soñar. Y si nos detenemos, les damos la razón a quienes nos quieren ver en silencio.”
Rumbo al futuro
Concluida la marcha frente a Catedral y el Palacio Nacional, muchas personas permanecieron en la plaza compartiendo abrazos, fotos y palabras de aliento. No hubo festival, no hubo escenario, pero hubo algo más valioso: una comunidad que sigue viva, que sigue resistiendo.
Los retos son muchos: falta de leyes de protección y que apoye las identidades de las personas trans, discriminación laboral, violencia por prejuicio, rechazo familiar, y una narrativa estatal que pretende que no existen. Pero la marcha del 28 de junio demostró que, aunque el camino sea cuesta arriba, la dignidad y el orgullo no se borran.
La lucha por un El Salvador más justo, más plural y más inclusivo continúa. En palabras de uno de los carteles más llamativos de ese día: “No estamos aquí para pedir permiso, estamos aquí para recordar que también somos parte de este país”.
Colombia
Colombia avanza hacia la igualdad para personas trans
Fue aprobado en Comisión Primera de la Cámara la Ley Integral Trans

En un hecho histórico para los derechos humanos en Colombia, la Comisión Primera de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate el Proyecto de Ley 122 de 2024, conocido como la Ley Integral Trans, que busca garantizar la igualdad efectiva de las personas con identidades de género diversas en el país. Esta iniciativa, impulsada por más de cien organizaciones sociales defensoras de los derechos LGBTQ, congresistas de la comisión por la Diversidad y personas trans, representa un paso decisivo hacia el reconocimiento pleno de derechos para esta población históricamente marginada.
La Ley Integral Trans propone un marco normativo robusto para enfrentar la discriminación y promover la inclusión. Entre sus principales ejes se destacan el acceso a servicios de salud con enfoque diferencial, el reconocimiento de la identidad de género en todos los ámbitos de la vida, la creación de programas de empleo y educación para personas trans, así como medidas para garantizar el acceso a la justicia y la protección frente a violencias basadas en prejuicios.
Detractores hablan de ‘imposición ideológica
Sin embargo, el avance del proyecto no ha estado exento de polémicas. Algunos sectores conservadores han señalado que la iniciativa representa una “imposición ideológica”. La senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal anunció públicamente que se opondrá al proyecto de Ley Integral Trans cuando llegue al Senado, argumentando que “todas las personas deben ser tratadas por igual” y que esta propuesta vulneraría un principio constitucional. Estas declaraciones anticipan un debate intenso en las próximas etapas legislativas.
El proyecto también establecelineamientos claros para que las instituciones públicas respeten el nombre y el género con los que las personas trans se identifican, en concordancia con su identidad de género, y contempla procesos de formación y sensibilización en entidades estatales. Además, impulsa políticas públicas en contextos clave como el trabajo, la educación, la cultura y el deporte, promoviendo una vida libre de discriminación y con garantías plenas de participación.
¿Qué sigue para que sea ley?
La Ley aún debe superar varios debates legislativos, incluyendo la plenaria en la Cámara y luego el paso al Senado; pero la sola aprobación en Comisión Primera ya constituye un hito en la lucha por la igualdad y la dignidad de las personas trans en Colombia. En un país donde esta población enfrenta altos niveles de exclusión, violencia y barreras estructurales, este avance legislativo renueva la esperanza de una transformación real.
Desde www.orgullolgbt.co, celebramos este logro, invitamos a unirnos en esta causa impulsándola en los círculos a los que tengamos acceso y reiteramos nuestro compromiso con la visibilidad, los derechos y la vida digna de las personas trans. La #LeyIntegralTrans bautizada “Ley Sara Millerey” en honor de la mujer trans recientemente asesinada en Bello, Antioquia (ver más aquí); no es solo una propuesta normativa: es un acto de justicia que busca asegurar condiciones reales para que todas las personas puedan vivir con libertad, seguridad y respeto por su identidad.
Noticias en Español
¿Hasta cuándo esperaremos el permiso para amar?
El nuevo Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”

Las recientes declaraciones del Papa León XIV han reactivado un debate de enorme peso espiritual y pastoral: ¿cómo entiende la Iglesia el amor, la familia y la dignidad de las personas en toda su diversidad?
En su primer discurso oficial ante el cuerpo diplomático del Vaticano, el 16 de mayo de 2025, el Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”. Estas palabras, pronunciadas con claridad y convicción, reafirman la posición doctrinal tradicional sobre el matrimonio, el aborto y la llamada “ideología de género”. Pero para muchos, estas afirmaciones reabren heridas, traen a la superficie el dolor de sentirse nuevamente al margen, y avivan preguntas que no han encontrado todavía un espacio real de escucha dentro de la Iglesia.
Estas posturas no son nuevas. Ya en 2016, como obispo de Chiclayo, Perú, León XIV expresó su oposición a los programas de educación con perspectiva de género, argumentando que “buscan crear géneros que no existen” y defendiendo una visión binaria de la creación.
Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco —cuyo pontificado marcó una apertura tímida pero significativa hacia una pastoral de la misericordia—, la elección de León XIV suscitó tanto esperanzas como preocupaciones. Francisco, aunque enfrentó resistencias internas, dejó gestos importantes: la bendición a parejas del mismo sexo, el lenguaje de acogida y las exhortaciones a no cerrar las puertas. Pero sus esfuerzos, por valiosos que fueran, no dejaron de ser esfuerzos, porque la estructura misma de la Iglesia, anclada en siglos de doctrina conservadora, reaccionó con oposición firme, limitando cualquier posibilidad real de transformación profunda.
En mi artículo anterior “Cuando el humo blanco no es suficiente” (Pride Society Magazine, abril 2025), advertía que el humo de la elección papal no podía ser tomado como garantía de cambio. La emoción del momento, sin acciones concretas, corre el riesgo de volverse solo un símbolo sin sustancia. Hoy, esas palabras cobran nueva vigencia.
Pero este artículo no es una condena a ninguna iglesia. No es un ataque ni una burla. Es una reflexión desde la fe. Es un clamor desde el corazón pastoral de quienes acompañamos a muchas personas heridas por un discurso que, en nombre de Dios, ha excluido más que ha abrazado.
¿Por qué seguimos esperando el permiso para amar?
¿Por qué seguimos buscando validación en instituciones que, a menudo, nos han negado su respeto?
No pedimos aceptación como una concesión. Exigimos respeto como un derecho. El Evangelio no fue escrito para algunos. Fue proclamado para todos.
Y es aquí donde debemos detenernos. Porque muchas veces, frente a declaraciones como estas, el miedo nos asalta, nos invade y nos paraliza. Nos deja vacilantes. Dudamos de nuestro valor, de nuestra fe, de nuestro lugar en la comunidad. Pero en medio de esas sombras, el Evangelio alza su voz con claridad:
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).
Ese amor no viene de doctrinas. Viene de Dios. Y quien vive en ese amor, no tiene por qué temer.
También es necesario reconocer que quienes tenemos la responsabilidad de enseñar, predicar y liderar en las iglesias, no siempre medimos el poder de nuestras palabras. Con frecuencia, hemos usado la Biblia y las doctrinas como fusiles, y hemos arrinconado a quienes no encajan en nuestras categorías teológicas. ¿De qué sirve hablar de inclusión si no escuchamos? ¿De qué sirve predicar el amor si excluimos con nuestras prácticas?
La Iglesia —toda Iglesia— está llamada a reflejar el corazón de Dios. Y ese corazón no clasifica, no discrimina, no teme a la diversidad. Ese corazón solo sabe amar.
Como dijo el apóstol Pablo:
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gál 3:28).
Hoy repito con fuerza: el Dios que conozco no condena el amor. El Dios que conozco condena el odio.
Y mientras haya personas que aman, que buscan justicia, que luchan por ser quienes son sin miedo, Dios seguirá caminando con ellas.
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