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Pedofilia o derechos LGBTQ: La rapera Danay Suárez trae a Cuba un debate inspirado por el fundamentalismo cristiano

Docenas de activistas reaccionaron a sus comentarios con indignación

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Danay Suárez (Foto: Facebook)

Nota del editor: Tremenda Nota es el medio socio del Washington Blade en Cuba. Esa nota salió en su sitio web el 18 de junio.

Una carta abierta que relaciona la pedofilia con las demandas de la comunidad LGBTI+ ha provocado una gran polémica durante esta semana en Cuba, luego de la reacción indignada de decenas de activistas y de varias organizaciones defensoras de los derechos gais, lesbianas, trans e intersexuales.

El texto fue replicado el pasado 13 de junio en la página de Facebook de la cantante Danay Suárez, una famosa rapera cubana conocida por su discurso cristiano y conservador en materia de derechos sexuales, aunque lo firma Dayis Arizmendi, de quien no existe información disponible. 

“A ti, que te escandalizas por el nuevo género ‘MAP’ (personas que se sienten atraídas sexualmente por niños), pero apoyas la ideología LGTBI, el feminismo y el aborto, ¿ya te diste cuenta de la incongruencia de tus ideas?”, empieza diciendo Arizmendi en la carta titulada “A mi generación”.

“No estoy diciendo que ‘LGTBQ+’ sea sinónimo de ‘pedófilo'”, aclara más adelante. 

“Sin embargo, levanto la voz porque hoy un pedófilo puede usar los argumentos que sustentan tu estilo de vida para cometer una tremenda atrocidad”, ratificó en un pasaje donde interpela directamente a la comunidad LGBTI+. 

La plataforma #11MCuba, que integran activistas independientes respondió este 16 de junio con un comunicado que manifiesta preocupación por “el fortalecimiento del movimiento fundamentalista cristiano en Cuba y la amenaza que significa «especialmente para los DDHH del colectivo LGBTIQA+ y las mujeres”.

Sin mencionar la polémica provocada por Suárez y Arizmendi, el texto rechaza las “interpretaciones literales de la Biblia” y declara que «la lucha por ganar los derechos civiles para las personas LGBTIQ en Cuba está muy en correspondencia con el espíritu evangélico de luchar por el bien común y la justicia social». 

El propio 16 de junio, la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) en Cuba publicó una declaración para condenar la pedofilia, donde asegura que “no es una orientación sexual ni una identidad de género”.

ICM denuncia que el fundamentalismo evangélico intenta relacionar la pedofilia con el movimiento por los derechos LGBTI+ como “táctica, mezquina y no cristiana” con el propósito de “confundir a la población que será consultada y además votará por un Código de las Familias que deberá garantizar los derechos a las personas LGBTIQ+”.

El comunicado se refiere al referendo establecido por la Constitución de 2019 como requisito indispensable para implementar el Código de Familia que debe legislar sobre el matrimonio. 

La decisión de someter el matrimonio a una consulta popular ha sido rechazada por la comunidad LGBTI+ desde que se hizo pública en las sesiones del parlamento correspondientes a diciembre de 2018. 

El entonces diputado Luis Ángel Adán Roble manifestó su desacuerdo, pero no fue respaldado por ninguno de sus colegas en el parlamento. 

Adán Roble, que renunció a su escaño en noviembre de 2019, regresó a los debates públicos en las últimas semanas con la propuesta de recoger las 50 mil firmas exigidas por la ley para reformar la Constitución y así impedir el referendo. 

Qué quieren los pedófilos, según el fundamentalismo evangélico

El post de Dayis Arizmendi compartido por Danay Suárez se publicó acompañado por la presunta bandera del movimiento MAP (“Minor attracted persons”, en inglés). 

Según Chequeado, un medio argentino dedicado a verificar la información, no existen evidencias de que los pedófilos tengan una bandera propia o busquen alianzas con la comunidad LGBTI+. 

Asegura Chequeado, que se basa en otros fact-checkers, la bandera MAP “fue creada por un experimento troll en Tumblr” y no hay evidencia de que represente a ningún grupo.

Colectivos LGBTI+ consultados en distintos países, según las fuentes a las que accedió Chequeado, aseguran desconocer la agenda y el alcance del presunto movimiento pedófilo que están denunciando los fundamentalistas cristianos en las redes sociales, junto con otras informaciones falsas relacionadas los MAPs, como la aprobación de una ley en Francia, al parecer impulsada por ellos, que no fija un límite de edad para el consentimiento de las relaciones sexuales. 

Según verificó Chequeado, los legisladores franceses endurecieron recientemente las penas por delitos sexuales y cualquier relación sexual, incluso consentida, es sancionada en Francia si uno de los participantes tiene menos de 15 años. 

Todo indica que Arizmendi basó su texto en contenidos virales con información falsa, no solo en lo que respecta a la bandera MAP, sino a la intención de relacionar a ese grupo con la agenda LGBTI+. 

A Danay Suárez, en su condición de figura pública, tocó enfrentar los reclamos del activismo cubano y de sus aliados. 

La rapera, que cambió la letra de una de sus canciones para dar un mensaje contra el aborto y puso en riesgo con ese gesto su participación en el festival de Viña del Mar 2017, intentó explicarse en un video transmitido este martes. 

Suárez dijo que el texto publicado por Arizmendi “no condena a ninguna a persona» y solo quiere «prevenir sobre un movimiento pedófilo”.

La cantante comentó que “hoy día apenas se puede encontrar una música que no incite a la depravación”, y se debe a que “hay inversiones sobre esto [para] crear un mundo cada vez más desesperanzado y lejos de Dios”.

“Esto forma parte de algo que se llama nuevo orden mundial”, explicó Suárez.

La rapera también pidió perdón a la comunidad LGBTI+. 

“Jamás diría que una persona gay o feminista está de acuerdo con la pedofilia”, dijo.

Una polémica que podría favorecer el diálogo entre activistas oficiales e independientes

El debate generado por el post de Arizmendi ha favorecido un acercamiento entre el activismo LGBTI+ oficial, dirigido desde el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) por Mariela Castro, y el independiente que se organiza en la plataforma #11MCuba, nombrada así para conmemorar la marcha del 11 de mayo de 2019, cuando cientos de activistas se manifestaron en La Habana y terminaron reprimidos por la policía. 

Mariela Castro Espín, la hija del actual máximo líder cubano Raúl Castro, dijo en su página de Facebook que Danay Suárez “contribuyó a sabotear las luchas del pueblo chileno por garantizar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo e interrumpir voluntariamente el embarazo”, en referencia al incidente ocurrido en el festival de Viña del Mar. 

“No aceptamos disculpas de quien en más de una ocasión se ha pronunciado públicamente contra los esfuerzos de millones de personas y numerosas instituciones en favor de los derechos sexuales y reproductivos”, escribió Castro Espín. 

“No acepto una disculpa en la que vuelves a estigmatizar a las personas LGBTQ+ suponiendo que nuestra orientación sexual se debe a abusos previos”, posteó en Facebook, por su parte, Manuel Vázquez Seijido, el subdirector de Cenesex.

Vázquez Seijido pidió, “a partir de la última arremetida del fundamentalismo”, el apoyo de líderes de opinión y una “mayor movilización de la ciudadanía LGBTIQ+ en redes sociales para la generación de contenidos que desmonten los mensajes de odio emitidos”.

Mariela Castro, que sigue siendo la activista por los derechos LGBTI+ más reconocida del país gracias a su posición de funcionaria y diputada, recibió en mayo pasado numerosas críticas por declaraciones consideradas irrespetuosas para los activistas independientes, a quienes acusó de estar al servicio de la política estadounidense y denominó “garrapatillas”.

Pocos días después, en medio de una jornada contra la homofobia, la transfobia y la bifobia, rebajó importancia a los campos de trabajo forzado donde fueron internados miles de cubanos en la década de 1960 como parte de las políticas homofóbicas y transfóbicas implementadas por el Estado socialista. 

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Colombia

Colombia anunció la inclusión de las categorías ‘trans’ y ‘no binario’ en los documentos de identidad

Registraduría Nacional anunció el cambio el 28 de noviembre

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(Foto via Bigstock)

OrgulloLGBT.co es el socio mediático del Washington Blade en Colombia. Esta nota salió en su sitio web.

Ahora los ciudadanos colombianos podrán seleccionar las categorías ‘trans’ y ‘no binario’ en los documentos de identidad del país.

Este viernes la Registraduría Nacional del Estado Civil anunció que añadió las categorías ‘no binario’ y ‘trans’ en los distintos documentos de identidad con el fin de garantizar los derechos de las personas con identidad diversa.

El registrador nacional, Hernán Penagos, informó que hizo la inclusión de estas dos categorías en los documentos de: registro civil, tarjeta de identidad y cédula de ciudadanía.

Según la registraduría: “La inclusión de estas categorías representa un importante avance en materia de garantía de derechos de las personas con identidad de género diversa”.

Estas categorías estarán en el campo de ‘sexo’ en el que están normalmente las clasificaciones de ‘femenino’ y ‘masculino’ en los documentos de identidad.

En 2024 se inició la ejecución de diferentes acciones orientadas implementar componentes “‘NB’ y ‘T’ en el campo ‘sexo’ de los registros civiles y los documentos de identidad”.

Las personas trans existen y su identidad de género es un aspecto fundamental de su humanidad, reconocido por la Corte Constitucional de Colombia en sentencias como T-236/2023 y T-188/2024, que protegen sus derechos a la identidad y no discriminación. La actualización de la Registraduría implementa estos fallos que ya habían ordenado esos cambios en documentos de identidad.

Por su parte, el registrador nacional, Penagos, comentó que: “se trata del cumplimiento de unas órdenes por parte de la Corte Constitucional y, en segundo lugar, de una iniciativa en la que la Registraduría ha estado absolutamente comprometida”. Y explicó que en cada “una de las estaciones integradas de servicio de las más de 1.200 oficinas que tiene la Registraduría Nacional se va a incluir todo este proceso”.

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El Salvador

El Salvador: el costo del silencio oficial ante la violencia contra la comunidad LGBTQ

Entidades estatales son los agresores principales

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(Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)

En El Salvador, la violencia contra la población LGBTQ no ha disminuido: ha mutado. Lo que antes se expresaba en crímenes de odio, hoy se manifiesta en discriminación institucional, abandono y silencio estatal. Mientras el discurso oficial evita cualquier referencia a inclusión o diversidad, las cifras muestran un panorama alarmante.

Según el Informe 2025 sobre las vulneraciones de los derechos humanos de las personas LGBTQ en El Salvador, elaborado por el Observatorio de Derechos Humanos LGBTIQ+ de ASPIDH, con el apoyo de Hivos y Arcus Foundation, desde el 1 de enero al 22 de septiembre de 2025 se registraron 301 denuncias de vulneraciones de derechos.

El departamento de San Salvador concentra 155 de esas denuncias, reflejando la magnitud del problema en la capital.

Violencia institucionalizada: el Estado como principal agresor

El informe revela que las formas más recurrentes de violencia son la discriminación (57 por ciento), seguida de intimidaciones y amenazas (13 por ciento), y agresiones físicas (10 por ciento). Pero el dato más inquietante está en quiénes ejercen esa violencia.

Los cuerpos uniformados, encargados de proteger a la población, son los principales perpetradores:

  • 31.1 por ciento corresponde a la Policía Nacional Civil (PNC),
  • 26.67 por ciento al Cuerpo de Agentes Municipales (CAM),
  • 12.22 por ciento a militares desplegados en las calles bajo el régimen de excepción.

A ello se suma un 21.11 por ciento de agresiones cometidas por personal de salud pública, especialmente por enfermeras, lo que demuestra que la discriminación alcanza incluso los espacios que deberían garantizar la vida y la dignidad.

Loidi Guardado, representante de ASPIDH, comparte con Washington Blade un caso que retrata la cotidianidad de estas violencias:

“Una enfermera en la clínica VICITS de San Miguel, en la primera visita me reconoció que la persona era hijo de un promotor de salud y fue amable. Pero luego de realizarle un hisopado cambió su actitud a algo despectiva y discriminativa. Esto le sucedió a un hombre gay.”

Este tipo de episodios reflejan un deterioro en la atención pública, impulsado por una postura gubernamental que rechaza abiertamente cualquier enfoque de inclusión, y tacha la educación de género como una “ideología” a combatir.

El discurso del Ejecutivo, que se opone a toda iniciativa con perspectiva de diversidad, ha tenido consecuencias directas: el retroceso en derechos humanos, el cierre de espacios de denuncia, y una mayor vulnerabilidad para quienes pertenecen a comunidades diversas.

El miedo, la desconfianza y el exilio silencioso

El estudio también señala que el 53.49 por ciento de las víctimas son mujeres trans, seguidas por hombres gays (26.58 por ciento). Sin embargo, la mayoría de las agresiones no llega a conocimiento de las autoridades.

“En todos los ámbitos de la vida —salud, trabajo, esparcimiento— las personas LGBT nos vemos intimidadas, violentadas por parte de muchas personas. Sin embargo, las amenazas y el miedo a la revictimización nos lleva a que no denunciemos. De los casos registrados en el observatorio, el 95.35 por ciento no denunció ante las autoridades competentes”, explica Guardado.

La organización ASPIDH atribuye esta falta de denuncia a varios factores: miedo a represalias, desconfianza en las autoridades, falta de sensibilidad institucional, barreras económicas y sociales, estigma y discriminación.

Además, la ausencia de acompañamiento agrava la situación, producto del cierre de numerosas organizaciones defensoras por falta de fondos y por las nuevas normativas que las obligan a registrarse como “agentes extranjeros”.

Varias de estas organizaciones —antes vitales para el acompañamiento psicológico, legal y educativo— han migrado hacia Guatemala y Costa Rica ante la imposibilidad de operar en territorio salvadoreño.

Educación negada, derechos anulados

Mónica Linares, directora ejecutiva de ASPIDH, lamenta el deterioro de los programas educativos que antes ofrecían una oportunidad de superación para las personas trans:

“Hubo un programa del ACNUR que lamentablemente, con todo el cierre de fondos que hubo a partir de las declaraciones del presidente Trump y del presidente Bukele, pues muchas de estas instancias cerraron por el retiro de fondos del USAID.”

Ese programa —añade— beneficiaba a personas LGBTQ desde la educación primaria hasta el nivel universitario, abriendo puertas que hoy permanecen cerradas.

Actualmente, muchas personas trans apenas logran completar la primaria o el bachillerato, en un sistema educativo donde la discriminación y el acoso escolar siguen siendo frecuentes.

Organizaciones en resistencia

Las pocas organizaciones que aún operan en el país han optado por trabajar en silencio, procurando no llamar la atención del gobierno. “Buscan pasar desapercibidas”, señala Linares, “para evitar conflictos con autoridades que las ven como si no fueran sujetas de derechos”.

Desde el Centro de Intercambio y Solidaridad (CIS), su cofundadora Leslie Schuld coincide. “Hay muchas organizaciones de derechos humanos y periodistas que están en el exilio. Felicito a las organizaciones que mantienen la lucha, la concientización. Porque hay que ver estrategias, porque se está siendo silenciado, nadie puede hablar; hay capturas injustas, no hay derechos.”

Schuld agrega que el CIS continuará apoyando con un programa de becas para personas trans, con el fin de fomentar su educación y autonomía económica. Sin embargo, admite que las oportunidades laborales en el país son escasas, y la exclusión estructural continúa.

Matar sin balas: la anulación de la existencia

“En efecto, no hay datos registrados de asesinatos a mujeres trans o personas LGBTIQ+ en general, pero ahora, con la vulneración de derechos que existe en El Salvador, se está matando a esta población con la anulación de esta.”, reflexiona Linares.

Esa “anulación” a la que se refiere Linares resume el panorama actual: una violencia que no siempre deja cuerpos, pero sí vacíos. La negación institucional, la falta de políticas públicas, y la exclusión social convierten la vida cotidiana en un acto de resistencia para miles de salvadoreños LGBTQ.

En un país donde el Ejecutivo ha transformado la narrativa de derechos en una supuesta “ideología”, la diversidad se ha convertido en una amenaza política, y los cuerpos diversos, en un campo de batalla. Mientras el gobierno exalta la “seguridad” como su mayor logro, la población LGBTQ vive una inseguridad constante, no solo física, sino también emocional y social.

El Salvador, dicen los activistas, no necesita más silencio. Necesita reconocer que la verdadera paz no se impone con fuerza de uniformados, sino con justicia, respeto y dignidad.

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Noticias en Español

Un país que vota desde el miedo y la esperanza

Candidatos pro-LGBTQ ganaron en todo el país

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La ciudad de Miami en 2020. Los resultados de las elecciones del 4 dfueron una llamada de atención para los candidatos anti-LGBTQ y antiinmigrantes.(Foto de by Yariel Valdés González por el Washington Blade)

Estados Unidos volvió a las urnas el 4 de noviembre de 2025, y el resultado fue mucho más que una contienda electoral. Lo que se vivió en Virginia, Nueva Jersey, Nueva York, Miami y California fue una radiografía moral y política de una nación que vota entre el miedo y la esperanza. Los votantes hablaron desde la incertidumbre, pero también desde la convicción de que el país todavía puede ser un espacio de justicia, inclusión y respeto.

Las victorias de Abigail Spanberger en Virginia y Mikie Sherrill en Nueva Jersey, junto al ascenso del progresista Zohran Mamdani a la alcaldía de Nueva York, el avance demócrata en Miami y la aprobación de la Proposición 50 en California, marcaron el ritmo de una elección que dejó un mensaje claro para la administración Trump: el miedo puede movilizar, pero no logra sostener el poder. La ciudadanía eligió con el corazón, cansada de los discursos de odio y del espectáculo político, y con la esperanza de reencontrarse con una política que mire hacia la gente, no hacia el poder.

El caso de Nueva York sintetiza ese cambio de rumbo. Zohran Mamdani, hijo de inmigrantes, musulmán y abiertamente progresista, centró su discurso de victoria en la defensa de la dignidad humana y la solidaridad.

“Esta noche hicimos historia”, dijo ante una multitud diversa que lo vitoreaba. “Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes: una ciudad construida por inmigrantes, impulsada por inmigrantes y, a partir de esta noche, liderada por un inmigrante”.

 Pero su mensaje más poderoso fue el que dedicó a las comunidades más vulnerables: Aquí creemos en defender a quienes amamos, ya seas inmigrante, miembro de la comunidad trans, una de las muchas mujeres negras que Donald Trump despidió de un trabajo federal, una madre soltera que aún espera que bajen los precios de los alimentos o cualquier otra persona que se encuentre contra la pared”.

Esas palabras resonaron como una respuesta a los años de retrocesos y ataques legislativos contra las personas LGBTQ y, en especial, contra la comunidad trans. Mamdani prometió ampliar y proteger el acceso a la atención médica afirmativa de género, destinando fondos públicos para garantizar que “todos los neoyorquinos tienen acceso al tratamiento médico que necesitan”. Su compromiso coloca a Nueva York como un faro de resistencia frente a la ola de políticas restrictivas que han surgido en varios estados del país.

Lo ocurrido en noviembre tiene, además, un profundo significado para quienes viven en los márgenes del poder. Para la comunidad trans, estos resultados representan algo más que un respiro político: son una afirmación de existencia. En tiempos donde el discurso oficial ha buscado borrar identidades, negar tratamientos y criminalizar cuerpos, la victoria de líderes que defienden la inclusión devuelve la esperanza de vivir sin miedo. El voto trans, y el voto LGBTQ en general, fue más que un gesto cívico: fue un acto de supervivencia y de resistencia.

La elección también habló al corazón de las comunidades inmigrantes, de las personas que viven con VIH o enfermedades crónicas, de las minorías raciales y de quienes luchan por un salario justo. En un país donde tantos sienten que la política los ha olvidado, estas victorias locales devuelven la posibilidad de creer en la democracia como herramienta de transformación. Son un recordatorio de que la esperanza no es ingenuidad, sino el acto más valiente de quienes deciden seguir de pie.

Miami, por su parte, envió una señal inesperada. En un bastión republicano históricamente alineado con la administración Trump, la candidata demócrata tomó la delantera y forzó una segunda vuelta. En una ciudad diversa, con fuerte presencia latina, afrodescendiente e LGBTQ, el avance progresista fue un mensaje de ruptura con el voto automático y con la política del miedo. Las urnas del sur de la Florida demostraron que los cambios comienzan en los lugares menos previsibles.

Para la administración Trump, la lectura es clara. El país está enviando una advertencia: los derechos humanos no se negocian. La economía importa, pero también importa la dignidad. Los votantes quieren soluciones reales, no eslóganes; respeto, no manipulación; empatía, no imposición.

Las comunidades LGBTQ y trans han sido el rostro visible de una resistencia que no se rinde. Cada voto emitido fue un acto de esperanza frente al miedo; cada victoria, una respuesta a la violencia simbólica e institucional. Las palabras del nuevo alcalde de Nueva York se convirtieron en símbolo nacional porque trascendieron la política partidista: recordaron que en medio de la oscuridad, la humanidad todavía puede ser una política pública.

Las urnas de noviembre hablaron con la voz de quienes han sido marginados, atacados o invisibilizados. Hablan las personas trans que exigen respeto, las parejas que defienden su amor, los jóvenes que no aceptan ser silenciados, los creyentes que apuestan por una fe inclusiva y las familias que siguen creyendo en un país posible. En medio del miedo, el país eligió esperanza. Y esa esperanza —imperfecta, frágil, pero viva— puede ser el principio de una nueva historia: una en la que la igualdad no sea un sueño, sino una promesa cumplida.

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