Noticias en Español
Archiva anteproyectos de ley que garantizaban derechos a salvadoreños LGBTQ
SAN SALVADOR, El Salvador — El 14 de mayo la Comisión de la Mujer y la Igualdad de Género de la Asamblea Legislativa de El Salvador, que cabe aclarar está conformada en su mayoría por el partido Nuevas Ideas (NI), del presidente de la república Nayib Bukele, archivaron 30 expedientes de anteproyectos de ley.
“Tras considerarlos obsoletos y no acordes a la realidad”, mencionaron en la cuenta de Twitter de la Asamblea Legislativa.
La diputada Norma Lobo por el partido NI, mencionó en esa oportunidad que leyes que vayan presentando la estudiaran y aprobaran.
“Porque estamos para legislar para las salvadoreñas. Somos una Asamblea de puertas abiertas”, aclaró la diputada, palabras que días después perderían toda credibilidad.
El mismo día la Mesa Permanente por una Ley de Identidad de Género en El Salvador, conformada por diversas organizaciones de personas trans en El Salvador, mostraron su descontento a través de un comunicado.
“Condenamos enérgicamente la decisión de la actual Asamblea Legislativa conformada en su mayoría por las y los diputas del partido Nuevas Ideas”, expresaron. “La Ley de Identidad de Género es un esfuerzo desde las organizaciones trans de la sociedad civil, no representa una agenda política partidaria, sino al reconocimiento de nuestros derechos”.
Por otra parte la Federación Salvadoreña de Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales, conformada por la mayoría de las organizaciones LGBTQ de El Salvador, por medio de un comunicado rechazaron la decisión tomada por la antes mencionada comisión de congresistas.
“Denunciamos a la bancada legislativa de nuevas ideas y a sus aliados por el atropello a los procesos sociales que respaldan nuestras luchas”, expresaron enérgicamente.
“Reafirmamos que todas nuestras demandas son vigentes y corresponden a las necesidades que afrontamos desde nuestras realidades”, agregaron en dicho comunicado, además de agregaron que este acto era un paso más hacia la supresión de los derechos de la población LGBTQ e hicieron un llamado a la organización y a la resistencia a toda la población LGBTQ, con el fin de hacer frente al avance de autoritarismo anti-derecho y ultraconservador que ha llegado al gobierno.
Por ello las organizaciones que conforman la Mesa Permanente por una Ley de Identidad, junto a diversas organizaciones más decidieron lanzar la convocatoria para la XI Marcha contra la Homo, Lesbo, Bi, Transfobia 2021, este lunes saliendo del parque Cuscatlán en San Salvador, hasta las afueras del Palacio Legislativo en el Centro de Gobierno, donde convocaron a Lorena Fuentes de Orantes, presidenta de la Comisión de Mujer y la Igualdad de Género, Christian Guevara, jefe de la fracción de NI y Ernesto Castro, presidente de la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa; con el fin de recibir una pieza de correspondencia referente a lo sucedido con los anteproyectos de ley.
El día de la marcha, en conferencia de prensa, Britany Castillo, de Aspidh Arcoiris Trans y vocera encargada de la Mesa Permanente, recalcó que la Asamblea Legislativa a faltado al deber de protección de la igualdad de derechos humanos de una población en condición de vulnerabilidad.
“La emergencia por el COVID-19 puso en evidencia que la falta de políticas públicas, que permita garantizar el acceso a las personas LGBTIQ al ejercicio de sus derechos humanos; durante el confinamiento obligatorio se recrudeció la violencia por policías y ejercito al no respetar a las identidades trans cuando salían por alimentos”, expresó Castillo.
Entre consignas y visibilidad con las diferentes banderas que representan a los diferentes sectores de la diversidad sexual, las personas LGBTQ presentes marcharon con la esperanza de ser recibidas principalmente por la llamada “@BancadaCyan” del partido NI, quienes consideraron los anteproyectos de ley obsoletos y no acordes a las realidades del país.
“Aparte de marchar este día conmemorando el día contra la homo, lesbo, bi, transfobia, también para recordarles a los nuevos diputados que también hay personas LGBT que los eligieron; como ellos dijeron en sus campañas, tienen un compromiso con el pueblo salvadoreño al cual nosotras y nosotros también pertenecemos”, Verónica López, directora de Diké LGBTI+, expresa al Washington Blade mientras camina junto a la marcha hacia el congreso salvadoreño.
A las afueras del Palacio Legislativo, las diferentes organizaciones LGBTQ y organizaciones aliadas asistentes, se aglomeraron en la entrada para poder entregar la pieza de correspondencia, en donde encontraron las puertas cerradas y custodiada por vigilantes y policía nacional civil, contradiciendo las palabras de la diputada Norma Lobo, en las que enfatizó vía twitter, “Somos una Asamblea de Puertas abiertas”.
“Han sido más de 30 años de lucha por el reconocimiento de nuestros derechos humanos y ninguna Asamblea Legislativa lo ha discutido; es el momento que salgan, que nos den la cara y que nos digan que nuestra realidad no es acorde a lo que estamos viviendo. Digan en nuestras caras que todas nuestras muertas han sido en vano”, gritaba en parlantes Castillo a las afueras del Palacio Legislativo.
Por su parte la diputada Anabel Belloso por San Salvador del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), quiso tener cercanía con la población presente y salió a dar la cara y dirigir unas palabras.
“Sabemos que hay muchas personas que murieron sin lograr garantizárseles ese derecho de identidad, lo digo en representación de nuestro grupo parlamentario, sabemos que esos anteproyectos de ley son fruto del trabajo de cada una de ustedes con apoyo de organismos internacionales”, aclaró en sus palabras hacia la población LGBTQ asistente. “Hemos cuestionado ese procedimiento atropellado, porque no es cierto que haya perdido vigencia, son temas pendientes que esta Asamblea Legislativa tiene; no son obsoletos, son derechos y nosotras, a pesar de la correlación numérica que ahora podamos tener, garantizamos un acompañamiento al proceso que ahora se debe comenzar”.
Luego de entrar nuevamente al Palacio Legislativo, la directora de Colectivo Alejandría, Karla Guevara, cuestionó a través de los parlantes a la ahora diputada Suecy Callejas, que al momento de comenzar el gobierno de Bukele, ella fungió como Ministra de Cultura, entidad en la que distaron incluir la dirección de diversidad sexual y género.
“Diputada Suecy Callejas, ¿Dónde está su compromiso con la población LGBTI? … era solo un discurso, ¿dónde está esa representación del pueblo? Acá hay mucha gente que le dio el voto, ¿otra vez nos usaron como en el pasado?”, alegó Guevara.
La directora de programas y encargada del alcance comunitario en Casa Ruby El Salvador, Ambar Alfaro, también estuve presente a lo largo de la marcha.
“Definitivamente esto es una muestra de la falta de interés que hay por legislar en favor de nuestros derechos y sobre todo decepcionan las razones que dan, que son obsoletas y no apegadas a la realidad, no sé en que realidad viven, porqué nuestra realidad es parte de la problemática de El Salvador”, comentó al Blade.
Luego de una larga espera una pequeña comisión de diputados por NI, custodiados por seguridad privada y policía nacional civil, se hizo presente en las puertas para recibir la pieza de correspondencia, la cual estaba dirigida principalmente a la diputada Lorena Fuentes de Orantes, presidenta de la Comisión de Mujer y la Igualdad de Género, la cual no estaba presente. Entre gritos constantes de los asistentes expresando “¿Porqué la archivaron, por qué, por qué?”, firmaron la carta y regresaron rápidamente a sus oficinas, negando el paso a representantes de la sociedad civil LGBTQ.
“Necesitamos respuestas y compromisos, no vamos a pasar tres años más esperando a que se nos tome en cuenta. Se suponía que esta Asamblea Legislativa había venido a legislar para el pueblo y por nuestras necesidades. Así que esperamos respuesta lo más pronto posible”, expresó al Blade, la directora de COMCAVIS TRANS, Bianca Rodríguez.
Colombia
Colombia anunció la inclusión de las categorías ‘trans’ y ‘no binario’ en los documentos de identidad
Registraduría Nacional anunció el cambio el 28 de noviembre
Ahora los ciudadanos colombianos podrán seleccionar las categorías ‘trans’ y ‘no binario’ en los documentos de identidad del país.
Este viernes la Registraduría Nacional del Estado Civil anunció que añadió las categorías ‘no binario’ y ‘trans’ en los distintos documentos de identidad con el fin de garantizar los derechos de las personas con identidad diversa.
El registrador nacional, Hernán Penagos, informó que hizo la inclusión de estas dos categorías en los documentos de: registro civil, tarjeta de identidad y cédula de ciudadanía.
Según la registraduría: “La inclusión de estas categorías representa un importante avance en materia de garantía de derechos de las personas con identidad de género diversa”.
Estas categorías estarán en el campo de ‘sexo’ en el que están normalmente las clasificaciones de ‘femenino’ y ‘masculino’ en los documentos de identidad.
En 2024 se inició la ejecución de diferentes acciones orientadas implementar componentes “‘NB’ y ‘T’ en el campo ‘sexo’ de los registros civiles y los documentos de identidad”.
Las personas trans existen y su identidad de género es un aspecto fundamental de su humanidad, reconocido por la Corte Constitucional de Colombia en sentencias como T-236/2023 y T-188/2024, que protegen sus derechos a la identidad y no discriminación. La actualización de la Registraduría implementa estos fallos que ya habían ordenado esos cambios en documentos de identidad.
Por su parte, el registrador nacional, Penagos, comentó que: “se trata del cumplimiento de unas órdenes por parte de la Corte Constitucional y, en segundo lugar, de una iniciativa en la que la Registraduría ha estado absolutamente comprometida”. Y explicó que en cada “una de las estaciones integradas de servicio de las más de 1.200 oficinas que tiene la Registraduría Nacional se va a incluir todo este proceso”.
El Salvador
El Salvador: el costo del silencio oficial ante la violencia contra la comunidad LGBTQ
Entidades estatales son los agresores principales
En El Salvador, la violencia contra la población LGBTQ no ha disminuido: ha mutado. Lo que antes se expresaba en crímenes de odio, hoy se manifiesta en discriminación institucional, abandono y silencio estatal. Mientras el discurso oficial evita cualquier referencia a inclusión o diversidad, las cifras muestran un panorama alarmante.
Según el Informe 2025 sobre las vulneraciones de los derechos humanos de las personas LGBTQ en El Salvador, elaborado por el Observatorio de Derechos Humanos LGBTIQ+ de ASPIDH, con el apoyo de Hivos y Arcus Foundation, desde el 1 de enero al 22 de septiembre de 2025 se registraron 301 denuncias de vulneraciones de derechos.
El departamento de San Salvador concentra 155 de esas denuncias, reflejando la magnitud del problema en la capital.
Violencia institucionalizada: el Estado como principal agresor
El informe revela que las formas más recurrentes de violencia son la discriminación (57 por ciento), seguida de intimidaciones y amenazas (13 por ciento), y agresiones físicas (10 por ciento). Pero el dato más inquietante está en quiénes ejercen esa violencia.
Los cuerpos uniformados, encargados de proteger a la población, son los principales perpetradores:
- 31.1 por ciento corresponde a la Policía Nacional Civil (PNC),
- 26.67 por ciento al Cuerpo de Agentes Municipales (CAM),
- 12.22 por ciento a militares desplegados en las calles bajo el régimen de excepción.
A ello se suma un 21.11 por ciento de agresiones cometidas por personal de salud pública, especialmente por enfermeras, lo que demuestra que la discriminación alcanza incluso los espacios que deberían garantizar la vida y la dignidad.
Loidi Guardado, representante de ASPIDH, comparte con Washington Blade un caso que retrata la cotidianidad de estas violencias:
“Una enfermera en la clínica VICITS de San Miguel, en la primera visita me reconoció que la persona era hijo de un promotor de salud y fue amable. Pero luego de realizarle un hisopado cambió su actitud a algo despectiva y discriminativa. Esto le sucedió a un hombre gay.”
Este tipo de episodios reflejan un deterioro en la atención pública, impulsado por una postura gubernamental que rechaza abiertamente cualquier enfoque de inclusión, y tacha la educación de género como una “ideología” a combatir.
El discurso del Ejecutivo, que se opone a toda iniciativa con perspectiva de diversidad, ha tenido consecuencias directas: el retroceso en derechos humanos, el cierre de espacios de denuncia, y una mayor vulnerabilidad para quienes pertenecen a comunidades diversas.
El miedo, la desconfianza y el exilio silencioso
El estudio también señala que el 53.49 por ciento de las víctimas son mujeres trans, seguidas por hombres gays (26.58 por ciento). Sin embargo, la mayoría de las agresiones no llega a conocimiento de las autoridades.
“En todos los ámbitos de la vida —salud, trabajo, esparcimiento— las personas LGBT nos vemos intimidadas, violentadas por parte de muchas personas. Sin embargo, las amenazas y el miedo a la revictimización nos lleva a que no denunciemos. De los casos registrados en el observatorio, el 95.35 por ciento no denunció ante las autoridades competentes”, explica Guardado.
La organización ASPIDH atribuye esta falta de denuncia a varios factores: miedo a represalias, desconfianza en las autoridades, falta de sensibilidad institucional, barreras económicas y sociales, estigma y discriminación.
Además, la ausencia de acompañamiento agrava la situación, producto del cierre de numerosas organizaciones defensoras por falta de fondos y por las nuevas normativas que las obligan a registrarse como “agentes extranjeros”.
Varias de estas organizaciones —antes vitales para el acompañamiento psicológico, legal y educativo— han migrado hacia Guatemala y Costa Rica ante la imposibilidad de operar en territorio salvadoreño.
Educación negada, derechos anulados
Mónica Linares, directora ejecutiva de ASPIDH, lamenta el deterioro de los programas educativos que antes ofrecían una oportunidad de superación para las personas trans:
“Hubo un programa del ACNUR que lamentablemente, con todo el cierre de fondos que hubo a partir de las declaraciones del presidente Trump y del presidente Bukele, pues muchas de estas instancias cerraron por el retiro de fondos del USAID.”
Ese programa —añade— beneficiaba a personas LGBTQ desde la educación primaria hasta el nivel universitario, abriendo puertas que hoy permanecen cerradas.
Actualmente, muchas personas trans apenas logran completar la primaria o el bachillerato, en un sistema educativo donde la discriminación y el acoso escolar siguen siendo frecuentes.
Organizaciones en resistencia
Las pocas organizaciones que aún operan en el país han optado por trabajar en silencio, procurando no llamar la atención del gobierno. “Buscan pasar desapercibidas”, señala Linares, “para evitar conflictos con autoridades que las ven como si no fueran sujetas de derechos”.
Desde el Centro de Intercambio y Solidaridad (CIS), su cofundadora Leslie Schuld coincide. “Hay muchas organizaciones de derechos humanos y periodistas que están en el exilio. Felicito a las organizaciones que mantienen la lucha, la concientización. Porque hay que ver estrategias, porque se está siendo silenciado, nadie puede hablar; hay capturas injustas, no hay derechos.”
Schuld agrega que el CIS continuará apoyando con un programa de becas para personas trans, con el fin de fomentar su educación y autonomía económica. Sin embargo, admite que las oportunidades laborales en el país son escasas, y la exclusión estructural continúa.
Matar sin balas: la anulación de la existencia
“En efecto, no hay datos registrados de asesinatos a mujeres trans o personas LGBTIQ+ en general, pero ahora, con la vulneración de derechos que existe en El Salvador, se está matando a esta población con la anulación de esta.”, reflexiona Linares.
Esa “anulación” a la que se refiere Linares resume el panorama actual: una violencia que no siempre deja cuerpos, pero sí vacíos. La negación institucional, la falta de políticas públicas, y la exclusión social convierten la vida cotidiana en un acto de resistencia para miles de salvadoreños LGBTQ.
En un país donde el Ejecutivo ha transformado la narrativa de derechos en una supuesta “ideología”, la diversidad se ha convertido en una amenaza política, y los cuerpos diversos, en un campo de batalla. Mientras el gobierno exalta la “seguridad” como su mayor logro, la población LGBTQ vive una inseguridad constante, no solo física, sino también emocional y social.
El Salvador, dicen los activistas, no necesita más silencio. Necesita reconocer que la verdadera paz no se impone con fuerza de uniformados, sino con justicia, respeto y dignidad.
Noticias en Español
Un país que vota desde el miedo y la esperanza
Candidatos pro-LGBTQ ganaron en todo el país
Estados Unidos volvió a las urnas el 4 de noviembre de 2025, y el resultado fue mucho más que una contienda electoral. Lo que se vivió en Virginia, Nueva Jersey, Nueva York, Miami y California fue una radiografía moral y política de una nación que vota entre el miedo y la esperanza. Los votantes hablaron desde la incertidumbre, pero también desde la convicción de que el país todavía puede ser un espacio de justicia, inclusión y respeto.
Las victorias de Abigail Spanberger en Virginia y Mikie Sherrill en Nueva Jersey, junto al ascenso del progresista Zohran Mamdani a la alcaldía de Nueva York, el avance demócrata en Miami y la aprobación de la Proposición 50 en California, marcaron el ritmo de una elección que dejó un mensaje claro para la administración Trump: el miedo puede movilizar, pero no logra sostener el poder. La ciudadanía eligió con el corazón, cansada de los discursos de odio y del espectáculo político, y con la esperanza de reencontrarse con una política que mire hacia la gente, no hacia el poder.
El caso de Nueva York sintetiza ese cambio de rumbo. Zohran Mamdani, hijo de inmigrantes, musulmán y abiertamente progresista, centró su discurso de victoria en la defensa de la dignidad humana y la solidaridad.
“Esta noche hicimos historia”, dijo ante una multitud diversa que lo vitoreaba. “Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes: una ciudad construida por inmigrantes, impulsada por inmigrantes y, a partir de esta noche, liderada por un inmigrante”.
Pero su mensaje más poderoso fue el que dedicó a las comunidades más vulnerables: Aquí creemos en defender a quienes amamos, ya seas inmigrante, miembro de la comunidad trans, una de las muchas mujeres negras que Donald Trump despidió de un trabajo federal, una madre soltera que aún espera que bajen los precios de los alimentos o cualquier otra persona que se encuentre contra la pared”.
Esas palabras resonaron como una respuesta a los años de retrocesos y ataques legislativos contra las personas LGBTQ y, en especial, contra la comunidad trans. Mamdani prometió ampliar y proteger el acceso a la atención médica afirmativa de género, destinando fondos públicos para garantizar que “todos los neoyorquinos tienen acceso al tratamiento médico que necesitan”. Su compromiso coloca a Nueva York como un faro de resistencia frente a la ola de políticas restrictivas que han surgido en varios estados del país.
Lo ocurrido en noviembre tiene, además, un profundo significado para quienes viven en los márgenes del poder. Para la comunidad trans, estos resultados representan algo más que un respiro político: son una afirmación de existencia. En tiempos donde el discurso oficial ha buscado borrar identidades, negar tratamientos y criminalizar cuerpos, la victoria de líderes que defienden la inclusión devuelve la esperanza de vivir sin miedo. El voto trans, y el voto LGBTQ en general, fue más que un gesto cívico: fue un acto de supervivencia y de resistencia.
La elección también habló al corazón de las comunidades inmigrantes, de las personas que viven con VIH o enfermedades crónicas, de las minorías raciales y de quienes luchan por un salario justo. En un país donde tantos sienten que la política los ha olvidado, estas victorias locales devuelven la posibilidad de creer en la democracia como herramienta de transformación. Son un recordatorio de que la esperanza no es ingenuidad, sino el acto más valiente de quienes deciden seguir de pie.
Miami, por su parte, envió una señal inesperada. En un bastión republicano históricamente alineado con la administración Trump, la candidata demócrata tomó la delantera y forzó una segunda vuelta. En una ciudad diversa, con fuerte presencia latina, afrodescendiente e LGBTQ, el avance progresista fue un mensaje de ruptura con el voto automático y con la política del miedo. Las urnas del sur de la Florida demostraron que los cambios comienzan en los lugares menos previsibles.
Para la administración Trump, la lectura es clara. El país está enviando una advertencia: los derechos humanos no se negocian. La economía importa, pero también importa la dignidad. Los votantes quieren soluciones reales, no eslóganes; respeto, no manipulación; empatía, no imposición.
Las comunidades LGBTQ y trans han sido el rostro visible de una resistencia que no se rinde. Cada voto emitido fue un acto de esperanza frente al miedo; cada victoria, una respuesta a la violencia simbólica e institucional. Las palabras del nuevo alcalde de Nueva York se convirtieron en símbolo nacional porque trascendieron la política partidista: recordaron que en medio de la oscuridad, la humanidad todavía puede ser una política pública.
Las urnas de noviembre hablaron con la voz de quienes han sido marginados, atacados o invisibilizados. Hablan las personas trans que exigen respeto, las parejas que defienden su amor, los jóvenes que no aceptan ser silenciados, los creyentes que apuestan por una fe inclusiva y las familias que siguen creyendo en un país posible. En medio del miedo, el país eligió esperanza. Y esa esperanza —imperfecta, frágil, pero viva— puede ser el principio de una nueva historia: una en la que la igualdad no sea un sueño, sino una promesa cumplida.
