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El cantante español que no renunció a la pluma ni a los kilos de más

Enrique Ramil ha iniciado una nueva etapa de su carrera en Miami

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Enrique Ramil (Foto cortesía de Enrique Ramil)

El día que Enrique Ramil conoció a Michelle Visage, cantante y jurado de “RuPaul’s Drag Race”, marcó un antes y un después en su vida. Él cantaba en una calle de Londres cuando ella se detuvo a escucharlo y lo evaluó con esa firmeza que la caracteriza. Antes de despedirse, le dio un consejo que sería definitivo para él: “permítete dar el siguiente paso”.

Y lo próximo fue el regreso a su tierra natal, España, luego de dos años como cantante callejero en la capital de Inglaterra, donde llevaba una vida bohemia. A su regreso participó como corista en “La Voz” y “La Voz Kids” hasta que decide presentarse a “Factor X” (España) donde llega hasta las semifinales.

Ramil era ya un veterano de los concursos musicales en televisión, pues había participado con antelación en “La Batalla de los Coros” (2009), “Tú Sí Que Vales” (2010) y “Operación Triunfo” (2011). Pero no es hasta 2020 que conquista la segunda edición del show “Tierra de Talento”, ganándose la admiración del jurado y de buena parte del público español. 

Sin embargo, su recorrido por los estudios de televisión no estuvo exento de comentarios ni de actitudes homofóbicas. 

“Por ejemplo en el segundo show en el que estuve en España no me dejaban ni pintarme las uñas, ni maquillarme”, cuenta Ramil en entrevista exclusiva con el Washington Blade vía Zoom. “Querían que yo fuera el ‘Michael Bublé hispano’, por así decirlo y solo en la última gala me dejaron pintarme las uñas de negro”. 

Ramil soportó que le dijeran en vivo en televisión nacional que debía esconder su “feminidad” para llegar al gran público o que “no tenía que ser tan evidente”, en clara referencia a su condición gay.

Por momentos, se planteó meterse de nuevo en el clóset, pero esa solución pesaba demasiado cuando se ha salido del armario a los 12 años. Al final, Ramil jamás renunció a ser él mismo: un gay con sobrepeso que le encanta maquillarse, usar joyas extravagantes e interpretar con mucho drama a las divas de la canción española, aunque eso significó el cierre de muchas puertas en ese entonces. 

“También me han criticado que debo bajar de peso, pero no considero que tenga que adelgazar para triunfar. Siempre he dicho que voy a triunfar con los kilos que tenga. Si no triunfo no va a ser por los kilos ni por la pluma”, reconoció.

Ramil consideró que no encajar nunca en ningún canon preestablecido le ha dado la libertad que disfruta ahora.

“Si se cierra una puerta porque ‘tengo pluma’ es porque no era mi puerta.  Ahora me he dado cuenta que el premio a no haberme modificado para encajar en un patrón ha hecho que ahora esté donde estoy, porque buscaban un ser único. Vaya que soy como un perro verde. De repente con este físico, unido a mi discurso e imagen ya soy una declaración con patas, aunque no hable. Me ven llegar y ya saben lo que hay y eso a la larga me ha venido bien”, dijo.

Ramil, 36, ha dedicado 16 años de su vida a la música. A los 20 años salió de Ares, un pueblo de 5000 habitantes en La Coruña, hacia Madrid, donde estudió canto, danza y teatro musical para perder el miedo escénico que lo saboteaba cada vez que se subía a un escenario. 

Además de la formación académica, alguien más lo ayudó a vencer sus temores: Coco Mandala, una drag queen a la cual le dio vida durante cinco años. Aseguró que dejaron de temblarle las piernas porque estaba detrás del personaje. 

Ramil, Coco y Jazz Kidding, una banda que los acompañaba en vivo, llenaron teatros con un repertorio de boleros, jazz, tangos y muchos otros géneros. 

“Fue muy divertido”, rememora. “De esa época tengo muy buenos recuerdos, pero llegó un momento que ya había aprendido todo sobre el personaje y tampoco me veía identificado al cien por cien. Yo quería ser recordado como yo mismo el día de mañana”. 

Ramil “suicidó” a Coco en un teatro de La Coruña el 20 de noviembre de 2019. En la primera parte del espectáculo cantó Coco y en la segunda Ramil tomó el mando, para darle el adiós definitivo a su otra mitad. 

“En ese momento me di cuenta que estaba separando dos mundos que me gustaría que estuvieran juntos”, cuenta al Blade. “Ahí empezó mi investigación con el maquillaje, con la ropa no tan marcadamente masculina. Yo tenía la idea de que los hombres gordos tenían que vestirse como para ser invisibles, nos venden mucho eso; que no podemos usar flores, colorines o rayas, y no es real”. 

Desde entonces, Ramil no es indiferente para nadie cuando se sube a un escenario y no solo por su aspecto andrógino. Sus cualidades vocales lo hacen imposible de encasillar en algún género o vertiente musical. 

“Yo bebo del gospel, del jazz, del soul, del flamenco, que se nota en mi forma de cantar”, dijo. “Entonces, al final creo que se trata un poco de eso: de mezclar sin prejuicios”. 

Ramil ha grabado cuatro álbumes discográficos, más de 15 videos musicales y puso su voz para la banda sonora del orgullo gay de Barcelona en 2012 con el tema believe in love (“cree en el amor”). 

(Foto cortesía de Enrique Ramil)

‘Un niño de 36 años que cumple sus sueños’ 

Tras su éxito en España, Ramil decide conquistar otros mercados. Como parte de un contrato con AGTE Live Entertaiment, se desplaza a Miami, donde actualmente se encuentra grabando nuevas canciones y videos. 

Durante su estancia en EEUU ha colaborado con Erika Ender, Yasmil Marrufo, Ángel Pututi, Johan Morales, Juan Mari Montes, Julio César Rodríguez, Linda Briceño y Mario Cáceres, artistas que han recibido Grammys Latinos.

“Me parece una verdadera fantasía estar trabajando con toda esta gente”, dijo. “El único que no tiene Grammy soy yo. Ahora mismo soy como un niño de 36 años que ha tenido la suerte de estar cumpliendo los sueños que tenía cuando era aún más niño”. 

Como parte de la internacionalización de su carrera, ha tenido un acercamiento con la cantante boricua Olga Tañón y algunas reuniones con el colombiano Juanes. 

“Pronto habrán más sorpresas”, adelantó.

En esta nueva etapa de su carrera, ha estrenado los sencillos “Mentira” y “Prefiero Ser la Otra”, este último con más de dos millones de reproducciones desde su estreno en YouTube el primero de abril de este año. 

Sobre este tema, que ha sido considerado por la crítica como su canción más atrevida, Ramil comentó que le pareció muy interesante ponerse en el lugar de una ama de casa, de una mujer a la cual están engañando. No quiso cambiar ni un ápice de la letra, pues su “masculinidad no es tan frágil como para estropear una obra de arte”. 

La canción es un tema de señora de telenovela y eso a mí me encanta”, señaló.

De momento, el público ha recibido con agrado estas nuevas propuestas. Según declaró al Blade, pretende recopilar en un disco todos los nuevos singles que irá lanzando a medida que los proyectos por venir y las colaboraciones se materialicen. 

“Estamos buscando que todo tenga el mismo concepto. Quiero que el sonido Ramil sea consistente y que el mensaje tenga una lógica, que no sean temas simplemente aislados y que lo único en común no sea que yo los cante, que haya más cosas”.

Ramil quiere en un futuro no muy lejano grabar en inglés para acercar su música al público anglosajón. Además, concentra sus esfuerzos en hacer realidad tres de sus metas profesionales: un dúo con Lady Gaga, al menos un Grammy y un concierto en un escenario gigantesco con una banda y un coro acompañándolo.

“Yo conocí a Lady Gaga cuando estaba en Londres cantando en la calle”. dijo. “Me dijo que todos éramos iguales y que si ella lo había conseguido, que era posible, que ella era tan humana como yo, que mi admiración por ella no me hiciera pensar que yo no era capaz. Todavía me emociono cuando recuerdo eso”. 

De aquellos encuentros londinenses con Gaga y Visage, Ramil sacó la determinación para crecerse, pero también recuerda con picardía alguna que otra proposición “indecente” que le hicieron. 

“Cuando ponía la foto con Michelle en las aplicaciones de ligar unos se mostraban admirados porque la había conocido, mientras otros me preguntaban si éramos una pareja buscando sexo juntos”, ríe. “Tuve que quitarla porque me escribía gente rara”.

(Foto cortesía de Enrique Ramil)
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El Salvador

La marcha LGBTQ desafía el silencio en El Salvador

Se realizó el evento en San Salvador bajo la lluvia, pero con orgullo

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(Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)

SAN SALVADOR, El SalvadorEl reloj marcaba el mediodía cuando los primeros colores del arcoíris comenzaron a ondear frente a la emblemática Plaza del Divino Salvador del Mundo. A pesar de la incertidumbre generada en redes sociales, donde abundaban los rumores sobre una posible cancelación de la marcha por la diversidad sexual, la ciudad capital comenzaba a llenarse de esperanza, de resistencia y de orgullo.

Este año, la Marcha del Orgullo LGBTQ+ en El Salvador se desarrolló en un contexto tenso, en medio de un clima político que reprime y silencia a las voces disidentes. 

“Aunque las estadísticas digan que no existimos, viviendo en El Salvador, un país donde hoy, después de décadas de avances, defender los derechos humanos es de nuevo una causa perseguida, criminalizada y silenciada”, afirmaron representantes de la Federación Salvadoreña LGBTQ+.

A pesar de la cancelación del festival cultural que usualmente acompaña la marcha, los colectivos decidieron seguir adelante con la movilización, priorizando el sentido original de la actividad: salir a las calles para visibilizarse, exigir respeto a sus derechos y recordar a quienes ya no están.

A la 1:30 p.m., una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la ciudad. Algunas de las personas presentes corrieron a refugiarse, mientras otras, debajo de sombrillas y de los escasos árboles en la plaza, decidieron mantenerse firmes. Los comentarios pesimistas no se hicieron esperar: “a lo mejor la cancelan por el clima”, “no se ve tanta gente como otros años”. Sin embargo, lo que siguió fue una muestra de resistencia: a las 2:05 p.m. las voces comenzaron a llamar a tomar las calles.

Visibilidad como resistencia

La marcha arrancó bajo una llovizna persistente. La Avenida Roosevelt y la Alameda Juan Pablo II se tiñeron de colores con banderas arcoíris, trans, lésbicas, bisexuales y otras que representan a los diversos sectores de la población LGBTQ. Cada bandera alzada fue un acto político, cada paso una declaración de existencia.

Desde la Plaza del Divino Salvador del Mundo hasta la Plaza Gerardo Barrios, frente a Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, la marcha se convirtió en un carnaval de dignidad. Carteles con frases como “El amor no se reprime”, “Mi existencia no es delito” o “Marcho por quien ya no puede hacerlo” se alzaron entre las multitudes.

La movilización fue también un espacio para recordar a quienes han perdido la vida por la discriminación y el rechazo. Familias que marcharon por hijos, hijas o amigues que se suicidaron a causa del estigma. Personas que caminaron por quienes aún viven en el miedo, por quienes no pudieron salir del clóset, por quienes se han ido del país huyendo de la violencia.

Arte, fe y rebeldía

Una de las escenas más llamativas fue protagonizada por Nelson Valle, un joven gay que marchó vestido como sacerdote. 

“Hay muchas personas que secretamente asisten a ritos religiosos como en Semana Santa, y les gusta vivir en lo oculto. Pero la fe debe ser algo libre porque Dios es amor y es para todos”, dijo.

Valle utilizó su vestimenta como una forma de protesta contra las estructuras religiosas que aún condenan la diversidad sexual. 

“Un ejemplo de persona que abrió el diálogo del respeto fue el papa Francisco, abrió la mente y muy adelantado a su tiempo, porque dejó claro que hay que escuchar a toda persona que quiere encontrar a Dios”, agregó.

La marcha también incluyó bandas musicales, grupos de cachiporristas, carrozas artísticas, colectivos provenientes de distintos puntos del país, y manifestaciones de orgullo en todas sus formas. Fue un mosaico cultural que mostró la riqueza y diversidad de la población LGBTQ en El Salvador.

(Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)

Una lucha que persiste

Las organizaciones presentes coincidieron en su mensaje: la lucha por la igualdad y el reconocimiento no se detiene, a pesar de los intentos del Estado por invisibilizarlos. 

“Nuestros cuerpos se niegan a ser borrados y a morir en la invisibilidad de registros que no guardan nuestros nombres ni nuestros géneros”, declararon representantes de la Federación.

Además, agregaron: “Desde este país que nos quiere callar, levantamos nuestras voces: ¡La comunidad LGBTIQ+ no se borra! ¡El Salvador también es nuestro! Construyamos, entre todes, un país donde podamos vivir con Orgullo.”

El ambiente fue de respeto, pero también de desconfianza. La presencia de agentes policiales no pasó desapercibida. Aunque no hubo reportes oficiales de violencia, varias personas expresaron su temor por posibles represalias.

“Marchar hoy es también un acto de valentía”, comentó Alejandra, una joven lesbiana que viajó desde Santa Ana para participar. “Pero tenemos derecho a vivir, a amar, a soñar. Y si nos detenemos, les damos la razón a quienes nos quieren ver en silencio.”

Rumbo al futuro

Concluida la marcha frente a Catedral y el Palacio Nacional, muchas personas permanecieron en la plaza compartiendo abrazos, fotos y palabras de aliento. No hubo festival, no hubo escenario, pero hubo algo más valioso: una comunidad que sigue viva, que sigue resistiendo.

Los retos son muchos: falta de leyes de protección y que apoye las identidades de las personas trans, discriminación laboral, violencia por prejuicio, rechazo familiar, y una narrativa estatal que pretende que no existen. Pero la marcha del 28 de junio demostró que, aunque el camino sea cuesta arriba, la dignidad y el orgullo no se borran.

La lucha por un El Salvador más justo, más plural y más inclusivo continúa. En palabras de uno de los carteles más llamativos de ese día: “No estamos aquí para pedir permiso, estamos aquí para recordar que también somos parte de este país”.

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Colombia

Colombia avanza hacia la igualdad para personas trans

Fue aprobado en Comisión Primera de la Cámara la Ley Integral Trans

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El Congreso de Colombia (Foto de Michael K. Lavers por el Washington Blade)

OrgulloLGBT.co es el socio mediático del Washington Blade en Colombia. Esta nota salió en su sitio web.

En un hecho histórico para los derechos humanos en Colombia, la Comisión Primera de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate el Proyecto de Ley 122 de 2024, conocido como la Ley Integral Trans, que busca garantizar la igualdad efectiva de las personas con identidades de género diversas en el país. Esta iniciativa, impulsada por más de cien organizaciones sociales defensoras de los derechos LGBTQ, congresistas de la comisión por la Diversidad y personas trans, representa un paso decisivo hacia el reconocimiento pleno de derechos para esta población históricamente marginada.

La Ley Integral Trans propone un marco normativo robusto para enfrentar la discriminación y promover la inclusión. Entre sus principales ejes se destacan el acceso a servicios de salud con enfoque diferencial, el reconocimiento de la identidad de género en todos los ámbitos de la vida, la creación de programas de empleo y educación para personas trans, así como medidas para garantizar el acceso a la justicia y la protección frente a violencias basadas en prejuicios.

Detractores hablan de ‘imposición ideológica

Sin embargo, el avance del proyecto no ha estado exento de polémicas. Algunos sectores conservadores han señalado que la iniciativa representa una “imposición ideológica”. La senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal anunció públicamente que se opondrá al proyecto de Ley Integral Trans cuando llegue al Senado, argumentando que “todas las personas deben ser tratadas por igual” y que esta propuesta vulneraría un principio constitucional. Estas declaraciones anticipan un debate intenso en las próximas etapas legislativas.

El proyecto también establecelineamientos claros para que las instituciones públicas respeten el nombre y el género con los que las personas trans se identifican, en concordancia con su identidad de género, y contempla procesos de formación y sensibilización en entidades estatales. Además, impulsa políticas públicas en contextos clave como el trabajo, la educación, la cultura y el deporte, promoviendo una vida libre de discriminación y con garantías plenas de participación.

¿Qué sigue para que sea ley?

La Ley aún debe superar varios debates legislativos, incluyendo la plenaria en la Cámara y luego el paso al Senado; pero la sola aprobación en Comisión Primera ya constituye un hito en la lucha por la igualdad y la dignidad de las personas trans en Colombia. En un país donde esta población enfrenta altos niveles de exclusión, violencia y barreras estructurales, este avance legislativo renueva la esperanza de una transformación real.

Desde www.orgullolgbt.co, celebramos este logro, invitamos a unirnos en esta causa impulsándola en los círculos a los que tengamos acceso y reiteramos nuestro compromiso con la visibilidad, los derechos y la vida digna de las personas trans. La #LeyIntegralTrans bautizada “Ley Sara Millerey” en honor de la mujer trans recientemente asesinada en Bello, Antioquia (ver más aquí); no es solo una propuesta normativa: es un acto de justicia que busca asegurar condiciones reales para que todas las personas puedan vivir con libertad, seguridad y respeto por su identidad.

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Noticias en Español

¿Hasta cuándo esperaremos el permiso para amar?

El nuevo Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”

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El Papa Leo XIV (Foto de Vatican News/X)

Las recientes declaraciones del Papa León XIV han reactivado un debate de enorme peso espiritual y pastoral: ¿cómo entiende la Iglesia el amor, la familia y la dignidad de las personas en toda su diversidad?

En su primer discurso oficial ante el cuerpo diplomático del Vaticano, el 16 de mayo de 2025, el Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”. Estas palabras, pronunciadas con claridad y convicción, reafirman la posición doctrinal tradicional sobre el matrimonio, el aborto y la llamada “ideología de género”. Pero para muchos, estas afirmaciones reabren heridas, traen a la superficie el dolor de sentirse nuevamente al margen, y avivan preguntas que no han encontrado todavía un espacio real de escucha dentro de la Iglesia.

Estas posturas no son nuevas. Ya en 2016, como obispo de Chiclayo, Perú, León XIV expresó su oposición a los programas de educación con perspectiva de género, argumentando que “buscan crear géneros que no existen” y defendiendo una visión binaria de la creación.

Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco —cuyo pontificado marcó una apertura tímida pero significativa hacia una pastoral de la misericordia—, la elección de León XIV suscitó tanto esperanzas como preocupaciones. Francisco, aunque enfrentó resistencias internas, dejó gestos importantes: la bendición a parejas del mismo sexo, el lenguaje de acogida y las exhortaciones a no cerrar las puertas. Pero sus esfuerzos, por valiosos que fueran, no dejaron de ser esfuerzos, porque la estructura misma de la Iglesia, anclada en siglos de doctrina conservadora, reaccionó con oposición firme, limitando cualquier posibilidad real de transformación profunda.

En mi artículo anterior “Cuando el humo blanco no es suficiente” (Pride Society Magazine, abril 2025), advertía que el humo de la elección papal no podía ser tomado como garantía de cambio. La emoción del momento, sin acciones concretas, corre el riesgo de volverse solo un símbolo sin sustancia. Hoy, esas palabras cobran nueva vigencia.

Pero este artículo no es una condena a ninguna iglesia. No es un ataque ni una burla. Es una reflexión desde la fe. Es un clamor desde el corazón pastoral de quienes acompañamos a muchas personas heridas por un discurso que, en nombre de Dios, ha excluido más que ha abrazado.

¿Por qué seguimos esperando el permiso para amar?

¿Por qué seguimos buscando validación en instituciones que, a menudo, nos han negado su respeto?

No pedimos aceptación como una concesión. Exigimos respeto como un derecho. El Evangelio no fue escrito para algunos. Fue proclamado para todos.

Y es aquí donde debemos detenernos. Porque muchas veces, frente a declaraciones como estas, el miedo nos asalta, nos invade y nos paraliza. Nos deja vacilantes. Dudamos de nuestro valor, de nuestra fe, de nuestro lugar en la comunidad. Pero en medio de esas sombras, el Evangelio alza su voz con claridad:

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).

Ese amor no viene de doctrinas. Viene de Dios. Y quien vive en ese amor, no tiene por qué temer.

También es necesario reconocer que quienes tenemos la responsabilidad de enseñar, predicar y liderar en las iglesias, no siempre medimos el poder de nuestras palabras. Con frecuencia, hemos usado la Biblia y las doctrinas como fusiles, y hemos arrinconado a quienes no encajan en nuestras categorías teológicas. ¿De qué sirve hablar de inclusión si no escuchamos? ¿De qué sirve predicar el amor si excluimos con nuestras prácticas?

La Iglesia —toda Iglesia— está llamada a reflejar el corazón de Dios. Y ese corazón no clasifica, no discrimina, no teme a la diversidad. Ese corazón solo sabe amar.

Como dijo el apóstol Pablo:

“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gál 3:28).

Hoy repito con fuerza: el Dios que conozco no condena el amor. El Dios que conozco condena el odio.

Y mientras haya personas que aman, que buscan justicia, que luchan por ser quienes son sin miedo, Dios seguirá caminando con ellas.

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