Noticias en Español
El cantante español que no renunció a la pluma ni a los kilos de más
Enrique Ramil ha iniciado una nueva etapa de su carrera en Miami

El día que Enrique Ramil conoció a Michelle Visage, cantante y jurado de “RuPaul’s Drag Race”, marcó un antes y un después en su vida. Él cantaba en una calle de Londres cuando ella se detuvo a escucharlo y lo evaluó con esa firmeza que la caracteriza. Antes de despedirse, le dio un consejo que sería definitivo para él: “permítete dar el siguiente paso”.
Y lo próximo fue el regreso a su tierra natal, España, luego de dos años como cantante callejero en la capital de Inglaterra, donde llevaba una vida bohemia. A su regreso participó como corista en “La Voz” y “La Voz Kids” hasta que decide presentarse a “Factor X” (España) donde llega hasta las semifinales.
Ramil era ya un veterano de los concursos musicales en televisión, pues había participado con antelación en “La Batalla de los Coros” (2009), “Tú Sí Que Vales” (2010) y “Operación Triunfo” (2011). Pero no es hasta 2020 que conquista la segunda edición del show “Tierra de Talento”, ganándose la admiración del jurado y de buena parte del público español.
Sin embargo, su recorrido por los estudios de televisión no estuvo exento de comentarios ni de actitudes homofóbicas.
“Por ejemplo en el segundo show en el que estuve en España no me dejaban ni pintarme las uñas, ni maquillarme”, cuenta Ramil en entrevista exclusiva con el Washington Blade vía Zoom. “Querían que yo fuera el ‘Michael Bublé hispano’, por así decirlo y solo en la última gala me dejaron pintarme las uñas de negro”.
Ramil soportó que le dijeran en vivo en televisión nacional que debía esconder su “feminidad” para llegar al gran público o que “no tenía que ser tan evidente”, en clara referencia a su condición gay.
Por momentos, se planteó meterse de nuevo en el clóset, pero esa solución pesaba demasiado cuando se ha salido del armario a los 12 años. Al final, Ramil jamás renunció a ser él mismo: un gay con sobrepeso que le encanta maquillarse, usar joyas extravagantes e interpretar con mucho drama a las divas de la canción española, aunque eso significó el cierre de muchas puertas en ese entonces.
“También me han criticado que debo bajar de peso, pero no considero que tenga que adelgazar para triunfar. Siempre he dicho que voy a triunfar con los kilos que tenga. Si no triunfo no va a ser por los kilos ni por la pluma”, reconoció.
Ramil consideró que no encajar nunca en ningún canon preestablecido le ha dado la libertad que disfruta ahora.
“Si se cierra una puerta porque ‘tengo pluma’ es porque no era mi puerta. Ahora me he dado cuenta que el premio a no haberme modificado para encajar en un patrón ha hecho que ahora esté donde estoy, porque buscaban un ser único. Vaya que soy como un perro verde. De repente con este físico, unido a mi discurso e imagen ya soy una declaración con patas, aunque no hable. Me ven llegar y ya saben lo que hay y eso a la larga me ha venido bien”, dijo.
Ramil, 36, ha dedicado 16 años de su vida a la música. A los 20 años salió de Ares, un pueblo de 5000 habitantes en La Coruña, hacia Madrid, donde estudió canto, danza y teatro musical para perder el miedo escénico que lo saboteaba cada vez que se subía a un escenario.
Además de la formación académica, alguien más lo ayudó a vencer sus temores: Coco Mandala, una drag queen a la cual le dio vida durante cinco años. Aseguró que dejaron de temblarle las piernas porque estaba detrás del personaje.
Ramil, Coco y Jazz Kidding, una banda que los acompañaba en vivo, llenaron teatros con un repertorio de boleros, jazz, tangos y muchos otros géneros.
“Fue muy divertido”, rememora. “De esa época tengo muy buenos recuerdos, pero llegó un momento que ya había aprendido todo sobre el personaje y tampoco me veía identificado al cien por cien. Yo quería ser recordado como yo mismo el día de mañana”.
Ramil “suicidó” a Coco en un teatro de La Coruña el 20 de noviembre de 2019. En la primera parte del espectáculo cantó Coco y en la segunda Ramil tomó el mando, para darle el adiós definitivo a su otra mitad.
“En ese momento me di cuenta que estaba separando dos mundos que me gustaría que estuvieran juntos”, cuenta al Blade. “Ahí empezó mi investigación con el maquillaje, con la ropa no tan marcadamente masculina. Yo tenía la idea de que los hombres gordos tenían que vestirse como para ser invisibles, nos venden mucho eso; que no podemos usar flores, colorines o rayas, y no es real”.
Desde entonces, Ramil no es indiferente para nadie cuando se sube a un escenario y no solo por su aspecto andrógino. Sus cualidades vocales lo hacen imposible de encasillar en algún género o vertiente musical.
“Yo bebo del gospel, del jazz, del soul, del flamenco, que se nota en mi forma de cantar”, dijo. “Entonces, al final creo que se trata un poco de eso: de mezclar sin prejuicios”.
Ramil ha grabado cuatro álbumes discográficos, más de 15 videos musicales y puso su voz para la banda sonora del orgullo gay de Barcelona en 2012 con el tema believe in love (“cree en el amor”).

‘Un niño de 36 años que cumple sus sueños’
Tras su éxito en España, Ramil decide conquistar otros mercados. Como parte de un contrato con AGTE Live Entertaiment, se desplaza a Miami, donde actualmente se encuentra grabando nuevas canciones y videos.
Durante su estancia en EEUU ha colaborado con Erika Ender, Yasmil Marrufo, Ángel Pututi, Johan Morales, Juan Mari Montes, Julio César Rodríguez, Linda Briceño y Mario Cáceres, artistas que han recibido Grammys Latinos.
“Me parece una verdadera fantasía estar trabajando con toda esta gente”, dijo. “El único que no tiene Grammy soy yo. Ahora mismo soy como un niño de 36 años que ha tenido la suerte de estar cumpliendo los sueños que tenía cuando era aún más niño”.
Como parte de la internacionalización de su carrera, ha tenido un acercamiento con la cantante boricua Olga Tañón y algunas reuniones con el colombiano Juanes.
“Pronto habrán más sorpresas”, adelantó.
En esta nueva etapa de su carrera, ha estrenado los sencillos “Mentira” y “Prefiero Ser la Otra”, este último con más de dos millones de reproducciones desde su estreno en YouTube el primero de abril de este año.
Sobre este tema, que ha sido considerado por la crítica como su canción más atrevida, Ramil comentó que le pareció muy interesante ponerse en el lugar de una ama de casa, de una mujer a la cual están engañando. No quiso cambiar ni un ápice de la letra, pues su “masculinidad no es tan frágil como para estropear una obra de arte”.
La canción es un tema de señora de telenovela y eso a mí me encanta”, señaló.
De momento, el público ha recibido con agrado estas nuevas propuestas. Según declaró al Blade, pretende recopilar en un disco todos los nuevos singles que irá lanzando a medida que los proyectos por venir y las colaboraciones se materialicen.
“Estamos buscando que todo tenga el mismo concepto. Quiero que el sonido Ramil sea consistente y que el mensaje tenga una lógica, que no sean temas simplemente aislados y que lo único en común no sea que yo los cante, que haya más cosas”.
Ramil quiere en un futuro no muy lejano grabar en inglés para acercar su música al público anglosajón. Además, concentra sus esfuerzos en hacer realidad tres de sus metas profesionales: un dúo con Lady Gaga, al menos un Grammy y un concierto en un escenario gigantesco con una banda y un coro acompañándolo.
“Yo conocí a Lady Gaga cuando estaba en Londres cantando en la calle”. dijo. “Me dijo que todos éramos iguales y que si ella lo había conseguido, que era posible, que ella era tan humana como yo, que mi admiración por ella no me hiciera pensar que yo no era capaz. Todavía me emociono cuando recuerdo eso”.
De aquellos encuentros londinenses con Gaga y Visage, Ramil sacó la determinación para crecerse, pero también recuerda con picardía alguna que otra proposición “indecente” que le hicieron.
“Cuando ponía la foto con Michelle en las aplicaciones de ligar unos se mostraban admirados porque la había conocido, mientras otros me preguntaban si éramos una pareja buscando sexo juntos”, ríe. “Tuve que quitarla porque me escribía gente rara”.

El Salvador
Artistas drag marchan por derechos laborales, visibilidad LGBTQ en El Salvador
Lady Drag y Wila la Icónica participaron en el desfile del 1 de mayo

Dos artistas drag desfilaron este 1 de mayo por las principales calles de San Salvador como parte del recorrido de la marcha del Día Internacional del Trabajo, visibilizando realidades en la vulneración de los derechos humanos. La presencia de Lady Drag y Wila la Icónica destacó en medio de una movilización que, si bien contó con diversos sectores sindicales y sociales, registró escasa participación de organizaciones LGBTQ.
Con vestuarios llamativos y maquillaje escénico, las artistas se integraron a la marcha junto a otras expresiones ciudadanas. Durante todo el recorrido, desde el Parque Cuscatlán hasta el Monumento al Divino Salvador del Mundo, ambas realizaron un performance que buscó denunciar el desempleo, la precarización laboral y la exclusión de las diversidades sexuales y de género en el ámbito laboral.
“El Salvador necesita reformas no solamente en el código de trabajo, sino que también reformas en el sistema educativo”, expresó Lady Drag. “O sea, que nuestras autoridades también velen porque se nos respeten”, agregó refiriéndose a la población LGBTQ.
El performance incluyó desplazamientos performativos en donde el artista Wila la Icónica, rompió una constitución de la República de El Salvador. La representación culminó en El Salvador del Mundo, donde las artistas realizaron una pose simbólica frente al monumento, emulando una escena inspirada en “La Piedad”, como acto de denuncia y resistencia.
La participación de ambas artistas se produjo en un contexto de creciente precarización laboral para las personas LGBTQ en El Salvador, también en memoria de los detenidos injustamente por el régimen de excepción y como sus madres sufren por las negligencias del sistema. También mencionaron ser una pronunciación por los aumentos a las AFP y a la canasta básica ya que se avecina el aumento al salario mínimo.
De acuerdo con informes de organizaciones de derechos humanos, el sector LGBTQ enfrenta barreras estructurales para el acceso a empleos dignos, así como altos niveles de discriminación y violencia.
“Siempre hay ataques de intimidación, yo he sido víctima de ataques de intimidación de este gobierno, ataques de amenaza por hacer lo que hago y, sin embargo, no me han logrado doblegar y no me van a lograr doblegar”, concluyó Lady Drag.
Pocas propuestas, mucha propaganda: críticas al gobierno marcan la jornada
La marcha del 1 de mayo no solo fue escenario de demandas laborales, sino también de fuertes críticas al gobierno del presidente Nayib Bukele.
Diversos sectores denunciaron la falta de propuestas efectivas para atender el desempleo, la informalidad y la precarización del trabajo en El Salvador, especialmente en sectores vulnerables. Al igual que los despidos masivos que se han realizado en entidades gubernamentales.
Aunque el país ha registrado una aparente estabilidad macroeconómica, organizaciones sociales aseguran que esta no se traduce en mejoras reales para la mayoría de la población.
“El gobierno presume crecimiento, pero en las comunidades la gente sigue sin empleo, sin acceso a salud y sin garantías laborales. Lo que hay es más propaganda que soluciones”, manifestó activista de Resistencia Popular.
Según datos del Banco Central de Reserva, más del 60 por ciento de la población económicamente activa se encuentra en el sector informal, una cifra que ha variado poco en los últimos años. Activistas señalan que, en vez de generar políticas de empleo inclusivo, el Ejecutivo ha priorizado megaproyectos como Bitcoin City o la promoción del turismo, sin garantizar condiciones laborales dignas en esos sectores.
La ausencia de una propuesta concreta para atender las desigualdades laborales fue uno de los puntos más señalados durante la marcha.
“El gobierno habla de seguridad, pero guarda silencio ante el hambre, la migración forzada por falta de empleo y la discriminación laboral”, reclamó un representante sindical del sector docente.
Asimismo, existieron muchas críticas sobre las medidas estatales que continúan ignorando las violencias estructurales que enfrentan las mujeres y las personas de la diversidad sexual, muchas de las cuales sobreviven en economías informales, trabajos de cuidado no remunerados o el arte callejero como último recurso.
Visibilidad fragmentada: la diversidad sexual marchó sin acompañamiento colectivo
A diferencia de años anteriores, la presencia organizada de personas LGBTQ fue escasa en la marcha del Día del Trabajo de 2025. Aunque la representación artística de “La Piedad” logró captar la atención de centenares de personas durante el recorrido, no hubo una participación masiva de colectivos LGBTQ como bloque articulado.
Nicola Chávez, parte del equipo de AMATE El Salvador, mencionó que participar en esta marcha para AMATE implica poner temas de la población LGBTQ sobre la palestra de discusiones sobre condiciones laborales en El Salvador.
“Nuestra población generalmente tiene trabajos sumamente precarizados, sufren de bajos niveles de escolaridad”, comentó.

Chávez también asegura que para las personas que tienen expresiones de género diferentes a la norma u orientaciones sexuales diferente a la norma, es urgente que existan leyes de protección laboral y así las pocas personas que puedan entrar a un empleo más formal, no tengan que pasar por estas experiencias de no ser contratadas por su expresión de género o ser despedidas por lo mismo.
El decreto 56, fue un decreto emblemático que es mencionado siempre por activistas LGBTQ, ya que fue la primera vez que se tuvo la oportunidad de tener algún respaldo jurídico contra la discriminación en el ámbito laboral que lastimosamente solo tenía cobertura en el sector público, con empleados de gobierno.
Por su parte, una activista independiente de la diversidad sexual, que prefirió no revelar su nombre por razones de seguridad, lamentó la fragmentación actual del movimiento LGBTQ en El Salvador.
“Estamos en un contexto político donde las organizaciones tienen miedo o están cooptadas. Hay silencio, no hay propuestas, no hay diálogo. La comunidad diversa está siendo relegada también desde dentro”, señaló.
Ambas voces coinciden en que, hay mucho trabajo pendiente por hacer en favor de una población históricamente excluida, preocupa la situación en un país donde los discursos oficialistas y religiosos aún promueven la discriminación y la invisibilidad de las realidades LGBTQ en las agendas públicas.
La marcha del 1 de mayo volvió a ser un espacio donde convergieron múltiples voces, cuerpos y luchas. Desde sindicatos históricos hasta organizaciones estudiantiles, pasando por expresiones artísticas y personas independientes, la movilización dejó claro que las calles siguen siendo un escenario vital para demandar justicia social.
Aunque marcada por ausencias, como la escasa participación visible de colectivos LGBTQ, la marcha demostró que existen ganas de seguir alzando la voz, aunque sea desde distintas formas de expresión. Ya sea a través de pancartas, consignas o performances, las y los participantes coincidieron en una demanda central: respeto a los derechos laborales, condiciones dignas de trabajo y una vida libre de explotación.
En un contexto donde se criminaliza la protesta, se debilita la negociación colectiva y se precariza el empleo, el Día Internacional de las y los Trabajadores no fue solo una conmemoración, sino una reafirmación de que la lucha continúa. Una lucha plural, creativa y persistente que no se detendrá hasta que cada persona trabajadora, sin importar su identidad o condición, pueda vivir con dignidad.
Noticias en Español
INDIGNACIÓN: ¡El transfeminicidio de Sara Millerey en Colombia nos cuestiona como sociedad!
Sin poder nadar por las heridas, murió ahogada en una quebrada

A Sara Millerey González, una mujer trans de 32 años, le fracturaron los brazos y las piernas antes de arrojarla a una quebrada en Bello, Antioquia. Sin poder nadar por las heridas, murió ahogada. Nadie la ayudó. La escena quedó registrada en video y se viralizó en redes sociales, despertando una indignación tardía en un país que sigue indiferente ante el dolor de las personas trans.
“La diversidad nos está costando la vida”, dicen las organizaciones defensoras de derechos humanos que esta semana encendieron velas en Bogotá, Medellín y otras ciudades del país para clamar justicia por Sara y por todas las víctimas de la transfobia en Colombia.
El crimen ocurrió el fin de semana en la Quebrada de Playa Rica, en Bello, municipio del Valle de Aburrá. Fue ahí donde arrojaron el cuerpo de Sara Millerey, conocida cariñosamente como “La Millerey”, una mujer que había enfrentado la exclusión desde su infancia. Según una amiga cercana, Sara sufrió abusos sexuales en su niñez, dejó el colegio y vivió en condición de calle durante años, enfrentando el consumo de drogas y múltiples formas de violencia. Pero su identidad nunca dejó de ser visible, y eso, en un país como Colombia, le costó la vida.
En un hecho, no menor, de revictimización después de fallecida el Secretario de Seguridad y Convivencia de la Alcaldía de Bello, José Ronaldo Serrano Jaramillo, negó la identidad de género de Sara Millerey, refiriéndose a ella por su nombre masculino asignado al nacer. A ella la mató precisamente ese desconocimiento de su construcción identitaria, la transfobia y los discursos de odio que ellos mismos — y todos los que niegan que ella era una mujer trans — perpetúan.
La brutalidad del asesinato ha sacudido incluso a las autoridades. La Gobernación de Antioquia anunció una recompensa de hasta 50 millones de pesos por información que permita identificar a los responsables del crimen. La Alcaldía de Bello y la Defensoría del Pueblo también se han pronunciado, confirmando que las investigaciones están en curso. Sin embargo, hasta ahora no hay capturados, pese a que el asesinato fue grabado.
Aunque el Gobierno Nacional ha creado espacios institucionales como el Viceministerio de Diversidades y la Oficina de Diversidad Sexual y de Género en el Ministerio de la Igualdad, que también ha lamentado el hecho, la violencia no cesa. Los territorios más peligrosos para las personas trans siguen siendo el Valle de Aburrá y el Distrito de Aguablanca, en Cali, donde la impunidad, la exclusión y el odio siguen cobrando vidas.
No podemos permitir que se vuelva un patrón recurrente:
La historia de Sara no es un caso aislado. Es el reflejo de una sociedad que normaliza la violencia hacia quienes se atreven a vivir su identidad con valentía.
Que un video tan atroz tenga que circular para despertar reacciones es también un síntoma de ese abandono. “Eso no se le hace a nadie”, dijo entre lágrimas su madre. Tenía razón: a nadie se le debería hacer. Pero a Sara sí se lo hicieron.
Y mientras su rostro se convierte en bandera de resistencia, su muerte grita una verdad incómoda, en ciertos sectores: ser trans en Colombia sigue siendo una sentencia de muerte.
TOTAL REPUDIO
Desde OrgulloLGBT.co condenamos con total firmeza el atroz asesinato de Sara Millerey González y exigimos a las autoridades celeridad en las investigaciones, así como la captura y judicialización de los responsables materiales e intelectuales de este crimen cargado de odio. Este acto de extrema violencia no solo enluta a la comunidad LGBTQ sino que interpela a toda la sociedad colombiana por su indiferencia e inhumanidad frente al dolor de quienes viven en la marginalidad y la exclusión.
La dignidad de una vida no puede depender de la identidad de género, y este crimen nos obliga a preguntarnos qué clase de país estamos construyendo si seguimos permitiendo que la diversidad se pague con la vida.
Noticias en Español
Suspensión de fondos de USAID golpea con fuerza a grupos LGBTQ en El Salvador
La cancelación de financiamiento ha obligado a colectivos a suspender servicios esenciales

La reciente decisión de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) de suspender temporalmente su financiamiento a organizaciones que trabajan por los derechos humanos ha generado un profundo impacto en El Salvador, especialmente en aquellas que defienden a la población LGBTQ.
La medida ha afectado de forma directa a entidades que brindaban acompañamiento legal, atención en salud mental, asesoría para víctimas de violencia y promoción de iniciativas económicas comunitarias. Las consecuencias son palpables: despidos masivos, cierre de programas y debilitamiento de redes de apoyo.
Esta situación ocurre en un contexto político internacional tenso, tras la llegada de una nueva administración a la Casa Blanca que ha replanteado el enfoque de su cooperación exterior. Mientras tanto, en países como El Salvador, las organizaciones sociales enfrentan ahora una emergencia silenciosa que podría dejar sin protección a cientos de personas vulnerables.
Colectivos en crisis: sin fondos y con menos personal
Uno de los casos más significativos es el de Colectivo Alejandría, que perdió el 65 por ciento de su presupuesto anual tras la suspensión de los fondos.
Su directora, Karla Guevara, relató que la organización se vio obligada a despedir a más de la mitad del personal y a suspender varios programas esenciales, como la atención a sobrevivientes de violencia basada en género, servicios de salud mental, asesoría legal y proyectos de emprendimiento para personas LGBTQ.
Otro caso preocupante es el de Perlas de Oriente en San Miguel.
Su directora general, Venus Nolasco, denunció que tuvieron que detener iniciativas clave de prevención del VIH, talleres de capacitación y actividades comunitarias.
“Es un gran retroceso para el fortalecimiento de la comunidad LGBTQ+”, afirmó.
Nolasco también alertó que sin financiamiento externo se pierde la capacidad de incidir y sensibilizar a instituciones públicas en materia de derechos humanos.
En una situación similar se encuentra Aspidh Arcoiris Trans, donde gran parte del equipo sigue trabajando ad honorem para mantener en pie los servicios mínimos. Su directora, Mónica Hernández, indicó que continúan atendiendo casos de discriminación y ofreciendo asesorías, pero sin saber por cuánto tiempo podrán sostenerse en estas condiciones.
Las organizaciones de sociedad civil, aseguran que la población LGBTQ en El Salvador, sigue siendo criminalizada, pese a no querer hablar del tema en ninguna entidad del Gobierno, debido a la supuesta seguridad que hoy se vive, los derechos humanos de las personas con una orientación e identidad de género diversa, siguen siendo vulnerados.
Cierre de espacios seguros y afectación en salud
A las consecuencias presupuestarias se suma el reciente cierre de Casa Rosada, un espacio seguro para la comunidad LGBTQ ubicado en Antiguo Cuscatlán. La alcaldía municipal ordenó el cese de sus operaciones el 1 de abril, argumentando inconformidad de vecinos y temas regulatorios de uso de suelo. Casa Rosada era un referente para la promoción de la salud mental, la formación y la integración comunitaria.
El impacto también se extiende al ámbito de la salud. Según un informe de ONUSIDA, el programa USAID PASMO, que implementaba la PrEP contra el VIH a través de clínicas privadas, fue suspendido. Aunque la terapia antirretroviral aún se mantiene, la cobertura ha disminuido, afectando a poblaciones clave como hombres gais, trabajadoras sexuales, personas usuarias de drogas y personas trans.
Educación en pausa: becas estudiantiles y formación juvenil detenidas
Además de los colectivos LGBTQ, la suspensión ha alcanzado a una serie de programas educativos clave para jóvenes de zonas rurales y urbanas marginadas. Organizaciones como Glasswing International, Fe y Alegría, y diversas iniciativas lideradas por universidades privadas reportan la cancelación o congelamiento de becas estudiantiles financiadas directa o indirectamente por USAID, en las cuales también habían jóvenes LGBTQ beneficiados.
“Muchas de nuestras becas eran cofinanciadas por fondos de cooperación. Al cerrarse esta línea, no podremos continuar con nuevos ingresos para el ciclo 2025”, explicó un vocero de una universidad privada del oriente del país, que pidió anonimato.
Estos programas beneficiaban a jóvenes con alto rendimiento académico pero sin recursos para costearse una educación superior. También incluían formación técnica, pasantías y mentorías para preparar a los estudiantes para el mercado laboral o el emprendimiento.
Otro de los sectores afectados son los programas de apoyo a mujeres rurales, víctimas de violencia y madres solteras que recibían capacitación en liderazgo, gestión de pequeños negocios, acceso a microcréditos y formación técnica. Proyectos como Ciudad Mujer han reportado una disminución en los servicios brindados por falta de recursos provenientes de la cooperación internacional.
Además, muchas ONG que trabajaban en zonas como Morazán, Ahuachapán y La Unión en temas de soberanía alimentaria, agricultura sostenible y empoderamiento comunitario, han tenido que suspender actividades por la pérdida de fondos de USAID. Esto afecta de manera directa a cientos de familias que dependían de estos proyectos para su sustento diario.
Una pausa que pone vidas en riesgo
La suspensión de los fondos de USAID no solo representa una pérdida económica. Para cientos de personas LGBTQ en El Salvador, significa menos acceso a servicios de salud, menos protección ante la violencia, y la pérdida de espacios seguros que les ofrecían dignidad y esperanza.
Activistas como Guevara, hacen un llamado a donantes de otros gobiernos, “sigan apostándole al trabajo que las organizaciones sociales LGBTIQ+ seguimos haciendo y vamos a continuar así”, haciendo un llamado a la solidaridad internacional.
En un país donde las brechas de discriminación aún son profundas, esta pausa en la cooperación internacional pone en evidencia la fragilidad del tejido comunitario y la urgente necesidad de crear mecanismos sostenibles de financiamiento y protección para las poblaciones vulnerables.
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