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13 mujeres lesbianas que están cambiando la historia de Honduras
El 26 de abril es el Día de la Visibilidad Lésbica

Ellas son la nueva generación de menores de 40 años en el país centroamericano, donde en los últimos 11 años han matado a 43 mujeres lesbianas.
En el Día de la Visibilidad Lésbica reconocemos su trabajo contra la violencia, en especial la violencia contra las personas LGBTIQ+. Son mujeres cisgénero que se enfrentan al sistema todos los días y luchan sin temor contra el odio y la lesbofobia
Atrevidas, valientes y sin duda transgresoras de la heteronormalidad, estas trece mujeres lesbianas trabajan, viven y luchan por hacer oír sus voces en Honduras, donde imperan la discriminación y el odio.
Son jóvenes. Sus edades van de los 22 a los 37 años. La mayoría de ellas trabajan en las artes o en organizaciones de defensa de los derechos humanos. Todas son mujeres que han luchado y siguen luchando por formarse y adquirir herramientas para enfrentarse al patriarcado.
Poco a poco, estas trece mujeres lesbianas hondureñas se han convertido en líderes. Encabezan desde diferentes plataformas una revolución que busca hacer historia en Honduras. Su trabajo sirve para dar más visibilidad a la población LGBTIQ+.
También se esfuerzan día a día por reducir la violencia que en Honduras, en los últimos 11 años, ya ha dejado 374 asesinatos de personas de la diversidad sexual, de las que 43 eran lesbianas, según el observatorio de muertes violentas de la Red Lésbica Cattrachas.
Hoy queremos hablarte de estas trece mujeres. Que conozcas mejor a algunas o te reencuentres con los nombres de otras. Esta es nuestra manera de celebrar hoy el Día de la Visibilidad Lésbica, un día para visibilizar, reivindicar y exigir derechos, mostrando las luchas y logros de esta nueva generación de mujeres decididas, fuertes y valientes.
KATE ORELLANA
Estudiante de Psicología y comunicadora social
Edad: 23 años Instagram: @kateo_06
Organización: Red Lésbica Cattrachas
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Es un reto. Si estás en el clóset, te llenas de emociones negativas al no poder mostrarte tal cual eres y tener que fingir ser aquello que la sociedad acepte. Pero si sales del clóset, te enfrentas a un mundo lleno de discriminación y odio, donde la mayoría de las opiniones y acciones del resto hacia ti las encamina el prejuicio de la sociedad. Ser una mujer en Honduras es difícil, ser una mujer lesbiana es un riesgo.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Al mostrar la realidad a la que estamos expuestas y enseñar que elevando la voz se logran grandes cosas. Es normal tener miedo de ser juzgada y señalada por no cumplir con la heteronorma, pero es gratificante que, a pesar de tanto odio y violencia, haya personas que se unan a mostrarse como son. Es enseñar, que aunque sea difícil, está bien ser quien eres y que luchar por tus derechos no es en vano porque, aunque el proceso sea largo, cada día avanzamos en el reconocimiento de nuestros derechos.
¿Qué nos quieres contar sobre ti para que nuestra audiencia te conozca?
Hacía videos sobre derechos LGBTI desde hace años. Debido a eso y a mi orientación sexual, me insultaron y amenazaron, entre muchas cosas más, pero no les di el gusto de detenerme. Y gracias a eso hoy trabajo en derechos humanos. También amo escribir novelas de ciencia ficción y cuentos cortos, entre otros. Y soy fiel creyente de que no importa si tienes diferentes ideales a los míos, mientras no me faltes el respeto, o a alguien más, está bien. No tenemos que ser iguales, lo que tenemos que hacer es abrazar la belleza que existe en la diversidad.
LAURA YANES
Teatrista y escritora
Edad: 24 años Instagram: @kateo_06
Organización: Teatro de las Tr3s
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Una constante revolución y cuestionamiento de todo lo que me fue inculcado, partiendo de algo tan personal como adónde dirigir el deseo.
¿Cómo afrontar el diario vivir siendo tú misma?
Entiendo mi vida como un constante movimiento y desde ahí me veo repensándome y desaprendiendo muchas practicas que me enseñaron una forma cerrada y estática de vincularme sexo-afectivamente, creo que asumirme lesbiana me da fuerza para leerme a contracorriente construyendo junto a otres que también quieren repensarse.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Creo que estoy parada sobre el esfuerzo de muchas otras, que yo pueda nombrarme abiertamente lesbiana es el resultado de una lucha histórica y eso lo agradezco profundamente. Por tanto, no sé cómo responder esta pregunta, mas que decir que contribuyo a esa lucha que han hecho las hermosas mujeres que estuvieron y están antes de mí.
GÉNESIS GONZALES
Artista
Edad: 22 años Instagram: @gfag22
Organización: Honduras Diversa
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Es un constante miedo a ser violentada por mi orientación sexual.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Pues mi ciberactivismo se ha hecho conocido alrededor de Honduras, al punto de que he dado talleres sobre diversidad sexual en universidades y colegios donde personas de generaciones más jóvenes que yo se me acercan por más información y querer educarse.
¿Qué nos quieres contar sobre ti para que nuestra audiencia te conozca?
Soy una persona que se relaciona demasiado con el arte. Desde muy pequeña me involucré en muchas cosas con respecto al arte, en teatro, baile, pintura y fotografía. Espero algún día poder dedicarme al dibujo y la fotografía para sacar más proyectos adelante. Estoy sacando una carrera en Google. Sé varios idiomas como inglés, japonés y coreano. Me gusta leer bastante. No tengo un género específico. Es bien variado. Me considero una persona extrovertida y con muchas ganas de aprender cada día sobre nuevas cosas.
NICOLE CERRATO
Especialista en monitoreo de medios
Edad: 28 años Instagram: @nicole_cerrato_
Organización: Red Lésbica Cattrachas
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Para mí ser lesbiana es demostrarle al resto de las personas que no debe existir limitación alguna solo por ser quien sos.
¿Cómo afrontar el diario vivir siendo tú misma?
Enfocarme en alcanzar lo que me propongo sin pensar en el qué dirán. Nunca limitarme porque pienso que los límites sólo existen en nuestra mente.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Porque vivo sin miedo. A pesar de la discriminación en este país, soy feliz siendo quien soy y me reto a mí misma cuando el resto dice que no puedo.
GABRIELA BLEN
Activista social y defensora de derechos humanos
Edad: 33 años Facebook y Twitter: @GabrielaBlen
Organización: Ayudamos Honduras
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Es un reto en el contexto de fanatismo, violencia e ignorancia en Honduras. Al mismo tiempo es una oportunidad de que la sociedad entienda que somos personas productivas, que luchamos por el bienestar de las mayorías y por el desarrollo del país.
¿Cómo afrontar el diario vivir siendo tú misma?
La paciencia, la tolerancia por las opiniones diferentes, incluso si están basadas en la ignorancia y el desconocimiento, son fundamentales. Comprendiendo los factores históricos que han sumido a nuestro país en la miseria y lo amarran al atraso educativo, constituye un reto y una inspiración, es parte del combustible que me mueve a seguir luchando por una Honduras mejor.
Y no podemos dejar de lado el amor. Si estamos rodeadas de amor, la carga es más ligera.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Mi trabajo es precisamente educar a las nuevas generaciones. Creo que un verdadero cambio sólo vendrá desde la educación, invertir nuestros esfuerzos en despertar la conciencia de las y los más jóvenes. Mi activismo anticorrupción y mi lucha por justicia, aún con todas las consecuencias que conlleva en un país secuestrado por el crimen organizado, podría motivar a otras personas, a otras mujeres jóvenes que piensan que su orientación sexual, sus orígenes humildes o su nivel educativo son obstáculos para lograr sus sueños.
GABRIELA FLORES
Máster en Demografía y Desarrollo
Edad: 37 años Instagram: @gabrielafloreshn
Organización: Trocaire y GOJoven Honduras
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Significa despertar cada día sintiéndome orgullosa de ser quien soy. Saber que amar es un derecho y que tengo la oportunidad de estar al lado de la persona que amo. También es una reivindicación política, ya que damos voz a nuestras historias y sentimientos cada día.
¿Cómo afrontar el diario vivir siendo tú misma?
Por una parte se vive como cualquier otra persona entre el trabajo, estudios, cuidado de la salud en tiempos de COVID-19. Pero es un reto, ya que socialmente aún existen muchos prejuicios y discriminación contra la comunidad LGTBIQ+. Por ejemplo, las muestras de afecto en espacios públicos aún siguen siendo mal vistas y conozco de otras chicas para las que “salir del clóset” con la familia aún es complicado por miedo al rechazo. Lo importante para mí ha sido fortalecer la confianza en mí misma y gracias a mi pareja (o mis ex) aprender cada día a amar en libertad y de la forma que me haga más feliz.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Considero que la lucha que hace cada generación es válida. En particular, ir visibilizándonos más en nuestras familias, trabajos o centros de estudio. Esto permite que, en la adolescencia o juventud, la búsqueda de su identidad u orientación sea más adecuada y saludable, a pesar de la falta de educación sexual integral en el país.
¿Qué nos quieres contar sobre ti para que nuestra audiencia te conozca?
Soy una persona tranquila. Me gusta leer, escuchar música, ver películas románticas, de acción o terror. Me apasiona mi trabajo en derechos humanos de las mujeres y la prevención de la violencia basada en género. Tengo una hermosa familia de abuela, mamá, hermanas/os y sobrinos/as de todas las edades. Los peques de la familia son dos sobrinos inquietos y una hermosa sobrina de un año. Tengo una perrita, Luna, que es muy apegada a mí. Me encanta viajar a pueblitos, la playa, montañas o la ciudad.
Actualmente tengo una pareja maravillosa que me acompaña cada día con su cariño y fuerza.
ITALIA PINTO
Ingeniera en Sistemas
Edad: 25 años Instagram: @Italiapn_17
Organización: Red Lésbica Cattrachas
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
En primer lugar, ser mujer en Honduras resulta ser algo complicado porque hay controversia sobre cómo tiene que ser una mujer según la sociedad y mi elección o pensamiento respecto a ello. Ya ser una mujer lesbiana es sumarle una discriminación más por mi orientación sexual.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Más que inspirar pienso que, es más demostrar, que no porque exista ya una línea trazada por la sociedad y hasta de nuestra misma familia debemos seguirla, depende de cada uno y que lo que verdaderamente importa es sentirse plena con cada decisión que se tome.
¿Qué nos quieres contar sobre ti para que nuestra audiencia te conozca?
Soy una persona sumamente alegre. Me encanta el fútbol, pasar tiempo con mi familia y amigos y disfrutar de cada día que Dios me regale.
GABRIELA VILLELA
Comediante y diseñadora gráfica
Edad: 30 años Instagram: @saokopapisaoko
Organización: Honduras Diversa
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Ser lesbiana en Honduras para mí es revolución. Sencillamente, vivir como una persona disidente dentro de este país es un acto de rebeldía.
¿Cómo afrontar el diario vivir siendo tú misma?
Me reafirma tener gente que me quiere y respeta, que me apoyan dentro de todo este viaje. Siempre hay miedo, pero al final es importante rodearse de gente que tenga las ganas de comprender. También a través de la comedia logro mucha catarsis de mis emociones.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Con el sencillo hecho de ser visible de estos temas de diversidad sexual, enseñándoles que las lesbianas pueden vivir buenas vidas llenas de amigos que las quieren, teniendo un trabajo y independizándose.
SINDY FUNES
Fotógrafa
Edad: 28 años
Organización: independiente
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Es una situación un poco difícil por el simple hecho de que no podemos demostrar quiénes somos tan fácilmente. No en todos los casos, pero suele pasar en el proceso a salir del “clóset”. Por eso digo que es importante trabajarlo desde una edad temprana. La mente es poderosa. Por lo mismo hay que cuidarla y hacer lo posible para que nada de lo que diga esta sociedad te afecte en lo absoluto.
¿Cómo afrontar el diario vivir siendo tú misma?
Realmente yo no siento tener ningún problema. Soy muy libre, me acepto tal cual soy y estoy orgullosa de en qué me he convertido como persona. No ha sido fácil, pero se trata de entrenar tu mente para ello.
¿Cómo crees que estás inspirando a las nuevas generaciones?
Trato de inspirar a los demás con mi historia por la valentía que se debe tener, pues no es fácil sea como sea. De igual manera trato de aconsejar lo mejor posible a los que pasan por momentos difíciles por el simple hecho de ser lesbianas en un entorno donde te discriminan sin piedad, en el cual solo se encargan de destruir tu autoestima, ya sea tu propia familia o amistades. Invito a todos a reforzar su mente por el bien de uno mismo. Tanto como para que no te afecten los comentarios de los demás y aprender a aceptarte como lo que eres desde una edad temprana. Aparte, quiérase o no, está bien educar a los demás que no son de la comunidad a pensar un poco diferente. Los tiempos van cambiando y nuestras mentes evolucionan. Solo es de adaptarse. O sea EDUCARSE.
LAURA BERMÚDEZ
Cineasta
Edad: 33 años Instagram: @laurabermudezm/
Organización: Tercer Cine
¿Qué significa para ti ser una mujer lesbiana en Honduras?
Lo más difícil fue cruzar el umbral del miedo interno. En ese mismo lugar encontré la libertad.
¿Cómo afrontar el diario vivir siendo tú misma?
Cuando acepté mi orientación sexual, ya no hay ninguna diferencia. El camino es más liviano y como a todos toca resolver los desafíos que constantemente se nos presentan en la vida.
¿Qué nos quieres contar sobre ti para que nuestra audiencia te conozca?
Todo cine que yo haga será diverso y decolonial. Serán historias y nuevas narrativas que contribuyan a despertar conciencias y avanzar en el camino de la transformación hacia una sociedad más igualitaria.
SEIDY IRÍAS
Defensora de derechos humanos y feminista
Edad: 35 años Instagram: @seydiirias
Organización: Red Lésbica Cattrachas
Realiza estudios de Ingeniería Informática, pero su fuerza, valentía y espíritu de superación la catapultan como una de las mujeres lesbianas más fuertes del país en la lucha contra las violencias y los prejuicios hacia las personas LGBTI. Ella es una de las líderes del Observatorio de Muertes Violentas de Cattrachas. En su tiempo libre, Seidy colecciona postales históricas y carritos de colección. Tiene dos gatas, Iris y Kira.
Su hermana Diana la define como una una persona muy respetuosa y amable, muy crítica con respecto a la situación de las personas LGBTI en Honduras. Su familia está orgullosa de su labor. “A ella le ha costado mucho, pero es mi ejemplo”, nos dice. Seidy ha enseñado a su familia, a sus hermanas a cultivar su mirada y no dejarse llevar por las primeras impresiones. También es una constante lectora y disfruta de la poesía. Dos de sus escritoras favoritas son la hondureña Blanca Guifarro y la colombiana Brigitte Baptiste.
Muy pronto, Seidy terminará sus estudios y continuará estudiando una maestría. Siempre sueña con sacar adelante a su familia. También es una apasionada de la astronomía.
CHARLOTTE MURRAY
Artista y cineasta
Edad: 27 años Instagram: @heycharlie_/
Artista gráfica, cineasta, activista lésbica feminista y afrodescendiente. Ha formado parte del diseño de diferentes campañas y colaboradora en diversos proyectos. Original, responsable, directa y empoderada, Murray es orgullosamente una de las catrachas que más resaltan en las artes visuales. Para ella, la palabra lésbica significa “resistencia”. Ella está totalmente fuera del clóset, pero en un país como Honduras, las personas LGBTIQ+ viven con miedo.
ANDREA FONSECA
Artista gráfica
Edad: 31 Instagram: @thevikingfly
Organización: independiente
Andrea Fonseca dibuja desde que tiene uso de razón. No deja de explorar cada día las artes gráficas desde un enfoque de género. Con sus obras aspira a romper con la heteronormalidad y colocarse como una persona disidente.
Comenzó estudiando Medicina, pero en 2009 se convirtió en diseñadora gráfica y cinco años después la invitaron al proyecto “Las paredes hablan”, donde comenzó a concienciarse y formarse en los temas relacionados con violencia de género.
Desde ese momento, Andrea se embarcó en un variedad de proyectos gráficos ambiciosos en publicaciones donde ha mostrado su talento como diseñadora y artista gráfica, con una conciencia clara sobre la defensa de los derechos de la población LGBTIQ+.
En sus trabajos, Andrea ha tocado temas delicados, como el uso de la pastilla anticonceptiva de emergencia, la censura y la invisibilización de las mujeres lesbianas en la sociedad hondureña. En su trayecto profesional ha laborado para Derechos Aquí y Ahora, Transparency, Centro de Estudios de la Mujer y Centro de Derechos de la Mujer.
El Salvador
El Salvador conmemora el 17M bajo un clima de miedo y retroceso en derechos LGBTQ
Activistas denunciaron al gobierno de Nayib Bukele

El 17 de mayo se conmemora a nivel mundial el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, recordando la eliminación de la homosexualidad como enfermedad mental por parte de la Organización Mundial de la Salud en 1990. Sin embargo, esta fecha también se ha convertido en un espacio de denuncia ante la violencia estructural e institucional que sigue afectando a la población LGBTQ en muchos países, incluido El Salvador.
Este año, la marcha conmemorativa del 17 de mayo en San Salvador fue más reducida que en ocasiones anteriores. Decenas de personas se reunieron para alzar su voz a pesar del temor creciente entre quienes integran la diversidad sexual y de género.
Las amenazas no son nuevas, pero sí más frecuentes en el contexto actual.
Activistas, colectivas y organizaciones de derechos humanos denuncian que el gobierno de Nayib Bukele ha profundizado un discurso y una práctica anti-derechos. Para muchas de estas personas, la visibilidad se ha vuelto sinónimo de riesgo.
Desde la Asociación ASPIDH, Valeria Mejía, coordinadora de monitoreo y evaluación, expresó que “a inicios de 2025, el presidente Nayib Bukele y su gobierno oficializaron una postura anti-derechos, profundizando las amenazas estructurales contra los derechos humanos en El Salvador”. Alegan que esto ha generado retrocesos concretos para la comunidad LGBTQ.
Mónica Hernández, directora ejecutiva de ASPIDH, ha sido enfática en sus declaraciones.
“Se está silenciando a las organizaciones defensoras de derechos humanos a través de amenazas o restricciones legales”, afirmó. Y exigió al gobierno restituir los mecanismos que protegían a la población diversa.
Una de las luchas históricas aún sin respuesta es la aprobación de una ley de identidad de género. Actualmente, las personas trans no pueden modificar su nombre y género en sus documentos legales, lo que las expone a tratos humillantes en hospitales, centros educativos, juzgados y otras instituciones públicas.
La falta de una legislación que apoye a las personas trans sobre su identidad de género sigue siendo una afectación, por lo que sufren discriminación institucionalizada, en hospitales, centros educativos, juzgados, entre otros, donde suelen enfrentar trato discriminatorio o negación de servicios por no coincidir su identidad de género con sus documentos legales, mencionó una vocera de la Mesa por Una Ley de Identidad.
En la marcha de este año, las calles no se llenaron como en otras ocasiones. El miedo a la criminalización fue evidente.
“Los agentes del CAM me dijeron que con este régimen me podían acusar de ser pandillera solo por ser trans y andar tatuada”, declaró una participante, temblorosa, al Washington Blade.
A pesar del temor, hubo presencia. Algunas organizaciones de base y colectivos de clase trabajadora mostraron su solidaridad. Entre ellas, el Movimiento por la Defensa de los Derechos Humanos de la Clase Trabajadora, quienes acompañan el caso de Carolina Escobar, una mujer trans despedida injustamente del ISDEMU.
Escobar también estuvo en la marcha.
“Hay que permanecer unidas las minorías, yo estoy acá a pesar de que he sufrido persecución por parte de la Policía Nacional Civil, por dar seguimiento a los casos de despidos injustificados del ISDEMU”, comentó.
La analista política y activista Bessy Ríos de la organización De La Mano Contigo no se mostró optimista con el panorama.
“Hay que prepararse para el peor de los escenarios y crear redes de apoyo entre nosotros”, recalcó durante la jornada conmemorativa.
La colectiva feminista también acompañó la marcha y compartió con otros colectivos mensajes de unidad.
“En tiempos difíciles, es cuando debemos unirnos más”, dijo una joven activista con una pañoleta verde en su rostro.
La represión no solo se percibe en las calles. Desde hace meses, muchas organizaciones LGBTQ han denunciado bloqueos al financiamiento internacional que sostenía proyectos de apoyo, atención psicológica y asesoría legal. Sin esos fondos, la lucha se vuelve más cuesta arriba.
Además, la anunciada Ley de Agentes Extranjeros —todavía en discusión— amenaza con imponer un impuesto del 30 por ciento a las donaciones provenientes del extranjero. Esto pondría en jaque a decenas de ONG que trabajan directamente con poblaciones vulnerables, incluida la diversidad sexual.
La consigna en esta fecha ha sido clara: la lucha no se detiene. Incluso con menos recursos y bajo amenazas, quienes se organizaron para conmemorar el 17 de mayo lo hicieron con la firme convicción de que los derechos humanos no se negocian.
Desde las pancartas hasta las intervenciones públicas, el mensaje fue contundente: el Estado salvadoreño debe cesar toda forma de discriminación hacia las personas LGBTQ y garantizar políticas inclusivas que aseguren su acceso a la salud, la educación, la justicia y el empleo.
En cada paso, se entretejía el recuerdo de quienes ya no están, y el deseo ferviente de un futuro distinto.
“Marchamos por quienes no pudieron llegar hoy, por quienes tienen miedo, por quienes ya no están. Seguiremos exigiendo respeto y dignidad”, expresó una activista.

La Joven Cuba se publicó esta nota en su sitio web el 12 de mayo
Por NORGE ESPINOSA MENDOZA | En el calendario cubano, mayo es un mes cargado de fechas singulares y múltiples celebraciones. Desde su primer día, marcado por el tradicional desfile que recuerda a los mártires de Chicago como tributo a los trabajadores del mundo, pasando por el Día de las Madres, el Día Internacional de los Museos y el Día de África, entre muchas otras fechas. Se trata de una agenda cargada de memorias, consignas, festejos públicos o más domésticos que se concentran en esas cinco semanas.
La incorporación a todo ello del reconocimiento en nuestro país del 17 de mayo como Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia removió ese panorama, sobre todo porque se trata de la misma fecha en la que se celebra el Día del Campesino y la Reforma Agraria. Entre las diversas reacciones que desencadenó todo ello, sirva como ejemplo del estupor con el que parte de la población cubana reaccionó, este fragmento de las décimas humorísticas creadas por Ángel Rámiz, muy popular gracias a su personaje El Cabo Pantera:
«Que esto no es chisme ni brete
y me da genio, compay,
¡con tantos días que hay
escoger el 17!
Quiero que se me respete,
se me dé una explicación:
¿Ese día mis amistades
me dicen felicidades
por guajiro o maricón?»
La elección de ese día molestó, irritó, generó controversias, en las cuales algunos rememoraron que para el calendario nacional ese día fue distinguido en favor del campesinado por conmemorarse en tal fecha el asesinato de Niceto Pérez, en 1946. La supuesta contradicción entre la imagen del campesino viril, líder y símbolo del trabajador agrícola, fue un detonante que no hallaba justificación ni siquiera en el hecho de que se trataba de resaltar desde nuestro país algo fijado internacionalmente por la Organización Mundial de la Salud.
Como señala la nota que presenta en el Decimerón esos versos de Ángel Rámiz, no faltó quien rebautizara al 17 de mayo, en tono despectivo pero también desde los límites de nuestro incontenible choteo, como Día del Maricón. Y más allá de esa anécdota, hacer memoria sobre este asunto nos permite recalibrar las tensiones que, entre consignas, mitos, épica y sexualidad, han marcado la aparición, visibilidad o invisibilidad de las llamadas minorías que también componen el entramado social del país, así sea al borde o en los márgenes de la historia oficial.
En esos territorios opacos, borrosos, ambiguos, a los que solo en fechas recientes se ha empezado a mirar y estudiar sin los prejuicios que sigue padeciendo la mirada de regla y cartabón de la narrativa oficial, aún perduran incomodidades, interrogantes y tabúes, que cada vez que nos acercamos al 17 de mayo resucitan o recobran interés en las agendas y los debates acerca de política, historia, sexualidad y cuerpo nacional. Un cuerpo que ha aprendido a saberse diverso, no solo porque desde esas agendas se le brinde tal posibilidad, sino porque las condiciones extremas a las que ha sobrevivido le han permitido hallar sus propias armas y herramientas para tal hazaña.
La memoria de los cuerpos disidentes
La historia de los cuerpos sexuados ha ido emergiendo lentamente ante nosotros, gracias al empeño de investigadores, historiadores, activistas, artistas, y finalmente, gracias a la irrupción de esas voluntades y biografías en los espacios gubernamentales donde por años se pensó únicamente desde el prisma heteronormativo y patriarcal, que también fue abrazado por la Revolución.
Las normativas y la preocupación por el deslinde de esos cuerpos, por las prácticas no re/productivas ni de ganancia inmediata para la nueva causa, estallaron desde el inicio. Es el elemento que dispara sus dardos lo mismo contra los cuerpos negros y mulatos que se divierten la madrugada del puerto habanero durante los pocos minutos del documental PM (cuya censura en 1961 provocó las Palabras a los intelectuales), que contra los pasajes eróticos de El mundo alucinante, la novela que presentó Reinaldo Arenas al concurso de la UNEAC en 1967, y que no solo no ganó al premio, sino que aún no ha sido publicada en Cuba. Ese recelo también fue el que activó las redadas en la Rampa habanera, la Noche de las Tres P en 1961, o las expulsiones de las universidades y escuelas de arte de aquellos que vivían una sexualidad disidente en la misma década.
El I Congreso de Educación y Cultura formalizó ese rechazo, en 1971, y aseguró durante los años 70 un periodo de oscurecimiento y pobreza en numerosos espacios de la vida nacional durante el decenio. Esos recelos volvieron a aflorar durante los días del Mariel y la Embajada de Perú: declararse lesbiana u homosexual (el término gay no era frecuente en el habla cubana de esos días aún) era una especie de salvoconducto inmediato para quienes querían abandonar el país rumbo a los Estados Unidos, a pesar de la amenaza de golpiza, o tener que avanzar a través de una muchedumbre que gritaba ofensas homofóbicas con la misma intensidad con la que lanzaba huevos podridos contra esos «desafectos». La memoria tarda en sanar. La memoria del cuerpo también tiene su propio canal de biografías.
La memoria tarda en sanar. La memoria del cuerpo también tiene su propio canal de biografías.
Esas memorias han demorado en añadirse a la narrativa que repasa esos acontecimientos. Los libros y testimonios que en su mayoría dan fe de esos rechazos y traumas comenzaron a aparecer fuera de Cuba, ya en los 80, y la llegada de la generación de los marielitos a Estados Unidos de América abrió una brecha de información que dio pie a volúmenes y documentales (Improper Conduct, de 1984, sigue siendo el más famoso y debatido), y que desde nuestro aparato partidista se leyó o denunció como una maniobra difamatoria contra la Revolución.
Ha sido un proceso arduo, doloroso, en el que las zonas de apertura o la desaparición de leyes que criminalizaban la homosexualidad y la existencia de «seres extravagantes», fluctuaba entre períodos de flexibilidad intermitentes y la insistencia en recordar que el cuerpo revolucionario de ese Hombre Nuevo imaginado por Ernesto Ché Guevara era, sobre todo, un cuerpo impenetrable.
De la marginación al «activismo oficial»
A fines de esa década, en el albor mismo de los años 90, una nueva generación de artistas había empezado a quebrar esas nociones tan rígidas, y mediante el quehacer de poetas, narradores, teatristas y figuras de la plástica, el valor de lo ambiguo, de la duda, de la necesidad de saltar sobre vetos y censuras, así como la posibilidad de que los cuerpos fueran celebrados más allá de las campañas de la zafra, las misiones internacionalistas, y otras imágenes aprobadas por el discurso oficial, consiguió hacer más respirable al país para aquellas personas que habían tenido que reprimir palabras y gestos a fin de evitar la estigmatización que, en no pocos casos, incluía el no poder optar por determinadas carreras universitarias o puestos de trabajo.
En 1989 se crea, precisamente, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), derivado del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, fundado a instancias de la Federación de Mujeres Cubanas, en 1974. Durante esos últimos años de la década, el rostro del doctor Celestino Lajonchere y de la doctora alemana Monika Krause se habían ido abriendo paso en programas televisivos y en otros medios, como principales voceros de la campaña de educación sexual que en sus primeros momentos estaba más enfocada en la instrucción acerca del uso de métodos anticonceptivos o la prevención del embarazo en edad adolescente, hasta llegar al gran tema tabú que era el homosexualismo.
La publicación de libros como En defensa del amor y ¿Piensas ya en el amor? convirtieron a esos títulos en best-sellers, confirmando la necesidad de una variante menos anticuada, pacata y moralizante de la sexualidad, que vino acompañada por otros materiales y películas (como Siete pecas, el filme de Hermann Zschoche sobre el amor juvenil que incluía una feliz escena de desnudos de la pareja protagónica, producido en la República Democrática Alemana en 1978) que apuntaban a un relajamiento y mejor comprensión de estos asuntos en nuestra cotidianidad. Los años 90 fueron de dureza inimaginada hasta entonces, tras la caída del Socialismo del Este. En ese nuevo ámbito de carencias, Cuba se tuvo que reinventar. Y sus cuerpos también lo hicieron.
Los años 90 fueron de dureza inimaginada hasta entonces, tras la caída del Socialismo del Este. En ese nuevo ámbito de carencias, Cuba se tuvo que reinventar.
En mayo de 2008, el CENESEX sale definitivamente del clóset. La institución, ya bajo la dirección de Mariela Castro Espín, lanza ese año su segunda celebración del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, con una campaña de alcance nacional que va más allá de los muros de su sede en el Vedado, e inunda la Rampa y el Pabellón Cuba en un acontecimiento sin precedentes.
Las reacciones fueron también diversas y apasionadas, incluidas esas que pensaron que se le arrebataba al campesinado su fecha más importante. Pero se comenzó ahí a naturalizar un concepto que sin dudas relocalizó al homosexual, a la lesbiana, a las personas trans, a los pacientes de VIH/Sida y a todo ese conjunto de cuerpos diversos en el imaginario nacional.
Lo que habían logrado poco a poco los artistas y creadores, desde los primero cuentos y poemas sobre el asunto y luego Senel Paz con «El lobo, el bosque y el hombre nuevo» y su versión cinematográfica: Fresa y chocolate, hasta los atrevimientos de Ramón Silverio y su Centro Cultural El Mejunje (en Santa Clara), obtenía otro nivel de legitimidad otorgado por el peso político del linaje de la directora del CENESEX, y el apoyo logrado por ella de diversas entidades e instituciones para gestar lo que en aquel 17 de mayo apareció en los titulares no solo de Cuba, sino en numerosas partes del mundo.
De ese paso de avance, podía esperarse más. Y en cierta medida, con discusiones, aperturas, tibiezas y desafíos, eso fue lo que la comunidad cubana LGBTIQ del país vivió, dentro y fuera de los márgenes del CENESEX, hasta mayo de 2019, cuando lo conseguido y lo aún por lograr se estremeció, se detuvo, y desde mi perspectiva, no ha logrado conciliar sus extremos tras lo ocurrido aquel 11 de mayo.
Los silencios del presente
A seis años de aquella marcha convocada por los activistas LGBTIQ de Cuba como respuesta a la suspensión de la Conga por la Diversidad —versión reducida del Gay Pride que el CENESEX desde el 2008 había implantado como un pequeño desfile a lo largo de varias cuadras de la Rampa— estoy leyendo el libro que el investigador y activista puertorriqueño Wilfred Labiosa publicó en 2024 bajo el título La Revolución LGBT en Cuba, aparecido por el sello Deletrea en Estados Unidos de América.
Ese día, el 11 de mayo de 2019, no existe en tal volumen, a pesar de que su autor reconoce en su epílogo que lo culminó «sentado junto a la ventana de uno de los nuevos hoteles de La Habana», en mayo de 2022. En el prólogo, firmado por Camilo García López-Trigo y Alberto Roque, ligados en un determinado momento al CENESEX, tampoco puede localizarse esa fecha.
Pareciera que, como afirmé hace un par de años, ese día nunca existió, a la manera en que Dulce María Loynaz hablaba de otra fecha en uno de sus poemas. Pero sí existió, sucedió. Y curiosamente, la ausencia en un libro como este, que se supone una guía para quien quiera conocer el devenir de las personas LGBTIQ en la historia de Cuba, lo hace mucho más visible.
Pareciera que, como afirmé hace un par de años, ese día nunca existió, a la manera en que Dulce María Loynaz hablaba de otra fecha en uno de sus poemas.
El volumen de Labiosa, quien ha visitado nuestro país con el auspicio y beneplácito del CENESEX, es su carta de agradecimiento a esta institución. Desde la propia narrativa de blanqueamiento a conveniencia de ciertos aspectos de esa línea histórica que pretende abordar, anula la existencia de libros previos e investigaciones que lo preceden para evitar enumerar conflictos y tensiones que sí han evidenciado otros estudios sobre el tema como los realizados por Víctor Fowler, Jesús J. Barquet, Alberto Abreu, Jesús Jambrina, Francisco Morán, Yoandy Cabrera, Mabel Cuesta, y otros investigadores como José Quiroga, Carlos Espinosa, Rubén Ríos Ávila o Daniel Balderston.
El título se trata de una elección cuidadosa y suspicaz que elimina referentes, se ahorra citar ciertos autores y anécdotas, y así como se extiende en tratar de explicar qué fueron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, adelantándole al CENESEX la investigación prometida sobre esos campos de trabajo forzado en los que fueron recluidos entre 1965 y 1968 homosexuales, disidentes políticos y religiosos.
Lo esbozado se limita a un mapa que incluye no pocos agujeros negros, a fin de que otras probabilidades de activismos gestados fuera de esa institución sean al menos mencionados en este libro: una visión edulcorada y suavizante que recuerda la del documental En marcha con Mariela Castro, producido por HBO durante el breve idilio entre Cuba y Estados Unidos durante la administración Obama.
No hay aquí mención, digamos, de lo que revelaron los números de la revista Mariel, de la cual fue parte Reinaldo Arenas, o de un libro como Gays under Cuban Revolution, publicado por Young Allen en 1981 y que cuenta con traducción al español de 1984. Asegura no haber encontrado libros sobre las UMAPS, aunque existan varios sobre el tema: desde la novela Un ciervo herido, de Félix Luis Viera o La mueca de la paloma negra, de Jorge Ronet, hasta otros como La UMAP. El gulag castrista, de Enrique Ros (2004), o por supuesto, El cuerpo nunca olvida, de Abel Sierra Madero, el estudio más amplio sobre ese doloroso asunto, aparecido en 2022 por el sello Rialta Ediciones. Del mismo autor, Labiosa cita un artículo, pero no Del otro lado del espejo, ganador del Premio Casa de las Américas en 2006, que cubre zonas de las que asegura tampoco halló referencias.
A partir de ello, Labiosa asegura que su libro «es único, en la medida en que se enfoca únicamente en la comunidad LGBT viviendo en Cuba desde su fundación, durante la Revolución y bajo el liderato de los hermanos Castro». Asegura de inmediato que «muchos (tal vez todos) los libros y proyectos anteriores han tratado la homosexualidad como datos secundarios en entrevistas, o con aquellos que huyeron de Cuba y viven en España o en los Estados Unidos, específicamente en Nueva Jersey o la Florida». Al parecer no se detuvo, en la redacción de este libro que es parte de su investigación académica, en lo que como testimonio directo de su experiencia en la Isla apuntó, por ejemplo, Ernesto Cardenal sobre estos asuntos en las páginas de su muy conocido libro En Cuba, fechado en 1974.
Tal afirmación hubiera sido creíble a mediados o fines de los 80. Ya no. De entonces a acá han aparecido testimonios, libros, artículos y documentales que amplían ese circuito de referencias, que Labiosa desconoce o prefiere eludir. Habla de Fresa y chocolate, y de documentales como Mariposas en el andamio y Gay Cuba, pero ignora otros documentales previos, como No porque lo diga Fidel Castro (1988), el primero acerca de estos asuntos que produjo la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, o En busca de un espacio, estrenado en 1993, o los de Lizette Vila en ese periodo.
El encomiable trabajo de Ramón Silverio en El Mejunje ocupa aquí todo un capítulo, pero más allá de las simpatías de ese gestor cultural y comunitario, otros espacios y creadores también han hecho su obra, contra viento y marea, para incluir esas temáticas y discusiones, no pocas veces enfrentado censura y recelos que culminaron empujándolos al exilio, no simplemente «huyendo» de Cuba.
Labiosa desconoce o prefiere no comprometerse, y «olvida» eventos, exposiciones, proyectos, obras teatrales, la rehabilitación de autores como Lezama o Piñera y Arrufat, poemas, cuentos, antologías ya imprescindibles en este tipo de repaso. Habla de la aparición en Cuba del VIH Sida y de la reclusión a la que fueron sometidos sus primeros pacientes, pero no da referencia acerca de los soldados internacionalistas que trajeron de regreso el virus, historia revelada en obras como el filme El acompañante (Pavel Giroud, 2015) o en libros de Miguel Ángel Fraga.
Labiosa desconoce o prefiere no comprometerse, y «olvida» eventos, exposiciones, proyectos, obras teatrales, la rehabilitación de autores como Lezama o Piñera y Arrufat, poemas, cuentos, antologías ya imprescindibles en este tipo de repaso.
Varias de sus afirmaciones no vienen de pruebas documentales o referencias precisas, acerca de la célebre canción «Siboney», asegura, por ejemplo: «compuesta por Ernesto Lecuona se considera como una de las primeras sobre amor gay», añadiendo que esa fue la «canción principal» de Esther Borja, como si «Damisela encantadora» jamás hubiese existido en el repertorio de dicha cantante, en el que fue su imborrable carta de presentación. Menciona además a Pablo Milanés por su canción «El pecado original», a Amaury Pérez y a Silvio Rodríguez pero no a iconos como Bola de Nieve, Luis Carbonell, Sara González o Teresita Fernández.
Alineado a la narrativa del CENESEX, el libro de Labiosa, participante frecuente en las Jornadas de esa entidad, elude hablar del 11 de mayo de 2019, pero menciona de paso las manifestaciones de julio de 2021: «Curiosamente, miembros de la comunidad LGBT participaron en las protestas contra el gobierno cubano liderado por Miguel Díaz-Canel, en el verano de 2021, donde fueron encarceladas cientos de personas, muchas de las cuales siguen en prisión». Y se apresura en aclarar: «Las manifestaciones, que se llevaron a cabo en Estados Unidos, Europa y Cuba, fueron organizadas y subvencionadas por personas que residen fuera de Cuba. Los participantes ondearon banderas del orgullo LGBT y varios líderes llamaron la atención de noticieros de todo el mundo, pero no representan la totalidad y complejidad del movimiento LGBT en la patria».
Labiosa, a quien conocí en La Habana durante una de esas visitas, trata de simplificar la dimensión de lo ocurrido en 2021 mediante una comparación poco feliz con las protestas y represalias sufridas por quienes salieron a las calles durante los días del Black Lives Matter. El asunto es mucho más complicado y exige ir más allá en su análisis, tal y como dije a quienes intentaron etiquetar a lo sucedido en mayo del 2019 como un «Stonewall a la cubana».
El asunto es mucho más complicado y exige ir más allá en su análisis, tal y como dije a quienes intentaron etiquetar a lo sucedido en mayo del 2019 como un «Stonewall a la cubana».
Haciendo algunos ajustes mínimos, Labiosa apela a la misma narrativa que ante las cámaras de la Mesa Redonda del 13 de mayo de 2019 empleó Mariela Castro, junto a otros representantes del CENESEX para inferiorizar y demeritar a quienes bajaron desde el Parque Central hasta Malecón, movilizados por el simple anhelo de no perder el espacio público, el de la calle, tan simbólico en nuestro país, y que el propio CENESEX había ganado en su salida del clóset.
La intervención de la policía, la violencia de ese momento, la detención de varios activistas a los que ni siquiera se les permitió llegar a ese punto de convocatoria (el mismo en el cual, el 1 de mayo de 1995, marchamos algunos con la Rainbow Flag junto a activistas norteamericanos, para total sorpresa de los dirigentes que no nos esperaban en tal acto), y la salida posterior del país de algunos a los cuales ese cerco los llevó a esa decisión tan dolorosa, es parte de un momento que no puede invisibilizarse porque sí[9].
A seis años de ese 11 de mayo, sigo sintiendo que algo se quebró ahí que no ha podido resolverse en diálogos posteriores, ni siquiera con la aprobación del matrimonio igualitario en Cuba. Bastó ese momento, frente al malecón, para desencadenar varios síntomas: la comunidad LGBTIQ, tan preterida y silenciada, podía organizarse en una aparición de ese tipo sin la anuencia oficial; el espacio de la calle podía, de pronto, ser un canal de otras demandas y símbolos.
En el libro de Labiosa, que intenta incluso reducir a un diagrama de power point el complejo proceso de lo que han vivido las personas LGBTIQ de Cuba, agradezco la aparición de algunos testimonios, porque insisto en creer que eso es lo que más necesitamos: reconocer las voces de los otros, de las otras personas que han vivido en su biografía estos años de un modo íntimo, con su dosis individual de épica, a despecho de quienes no les consideran parte de un modelo de vida donde la ideología y la moral pretenden limitar los derechos del cuerpo y el deseo.
Ello no aparece en su libro, donde hay testimonios de quienes se reconozcan como parte de ese núcleo de personas, pero no de quienes trabajan y crean fuera de los límites de la institución a la que él halaga sin recatos. Fiel al título de su libro, como si parafraseara al vuelo las célebres Palabras a los intelectuales, este es un repaso en tono generalmente didáctico a la idea de «Dentro de la Revolución LGBT en Cuba todo, fuera de la Revolución LGBT en Cuba, nada». Aunque ya sabemos que la frase literal pronunciada en la Biblioteca Nacional, no es exactamente esa.
En una línea, su autor afirma algo con lo cual, al menos, estoy de acuerdo: «El futuro de la comunidad LGBT en Cuba es incierto». Pero podemos decir eso acerca de muchas otras zonas de la sociedad cubana. Por encima de la disidencia o la normatividad del deseo, la pregunta que Cuba tiene ahora mismo ante sí y toda su sociedad incluye esa incertidumbre. Las loas a la directiva del Cenesex, escritas desde la comodidad del nuevo hotel donde se hospeda el autor, no logran disimular esas tensiones que hoy nos acompañan.
Recordar este día no es insistir en la herida abierta, en el momento incómodo, ni en la maniobra de hacerle el trabajo a ninguno de los extremos aquí enfrentados. La memoria dicta su propia noción de historia y sobrevivencia, y genera su propio activismo de cuerpos y recuerdos. En mi calendario personal, el 11 de mayo contiene numerosos significados y sobre todo, muchos nombres. Los de quienes me han acompañado en el activismo desde que aparecieron mis primeros textos y desde esa comunidad me hicieron sentir menos solo, hasta los de quienes, más allá de acuerdos y disensos, han jugado roles importantes en el rostro múltiple que ahora somos, y que tras ese 2019, el 2021, la pandemia y tantas nociones de la crisis interna y externa, multiplican estos ecos en las Cubas del mundo. En esa incertidumbre, recuerdo y vivo. Esa es la batalla. De la memoria, la del presente. Y la de nuestro futuro.
Norge Espinosa Mendoza es poeta, crítico y dramaturgo. Asesor teatral de la compañía El Público desde hace 20 años. Editor de las memorias del coreógrafo Ramiro Guerra y coautor del volumen dedicado a los Premios Nacionales de Teatro, que aún esperan por papel y tinta para ver la luz.
El Salvador
Artistas drag marchan por derechos laborales, visibilidad LGBTQ en El Salvador
Lady Drag y Wila la Icónica participaron en el desfile del 1 de mayo

Dos artistas drag desfilaron este 1 de mayo por las principales calles de San Salvador como parte del recorrido de la marcha del Día Internacional del Trabajo, visibilizando realidades en la vulneración de los derechos humanos. La presencia de Lady Drag y Wila la Icónica destacó en medio de una movilización que, si bien contó con diversos sectores sindicales y sociales, registró escasa participación de organizaciones LGBTQ.
Con vestuarios llamativos y maquillaje escénico, las artistas se integraron a la marcha junto a otras expresiones ciudadanas. Durante todo el recorrido, desde el Parque Cuscatlán hasta el Monumento al Divino Salvador del Mundo, ambas realizaron un performance que buscó denunciar el desempleo, la precarización laboral y la exclusión de las diversidades sexuales y de género en el ámbito laboral.
“El Salvador necesita reformas no solamente en el código de trabajo, sino que también reformas en el sistema educativo”, expresó Lady Drag. “O sea, que nuestras autoridades también velen porque se nos respeten”, agregó refiriéndose a la población LGBTQ.
El performance incluyó desplazamientos performativos en donde el artista Wila la Icónica, rompió una constitución de la República de El Salvador. La representación culminó en El Salvador del Mundo, donde las artistas realizaron una pose simbólica frente al monumento, emulando una escena inspirada en “La Piedad”, como acto de denuncia y resistencia.
La participación de ambas artistas se produjo en un contexto de creciente precarización laboral para las personas LGBTQ en El Salvador, también en memoria de los detenidos injustamente por el régimen de excepción y como sus madres sufren por las negligencias del sistema. También mencionaron ser una pronunciación por los aumentos a las AFP y a la canasta básica ya que se avecina el aumento al salario mínimo.
De acuerdo con informes de organizaciones de derechos humanos, el sector LGBTQ enfrenta barreras estructurales para el acceso a empleos dignos, así como altos niveles de discriminación y violencia.
“Siempre hay ataques de intimidación, yo he sido víctima de ataques de intimidación de este gobierno, ataques de amenaza por hacer lo que hago y, sin embargo, no me han logrado doblegar y no me van a lograr doblegar”, concluyó Lady Drag.
Pocas propuestas, mucha propaganda: críticas al gobierno marcan la jornada
La marcha del 1 de mayo no solo fue escenario de demandas laborales, sino también de fuertes críticas al gobierno del presidente Nayib Bukele.
Diversos sectores denunciaron la falta de propuestas efectivas para atender el desempleo, la informalidad y la precarización del trabajo en El Salvador, especialmente en sectores vulnerables. Al igual que los despidos masivos que se han realizado en entidades gubernamentales.
Aunque el país ha registrado una aparente estabilidad macroeconómica, organizaciones sociales aseguran que esta no se traduce en mejoras reales para la mayoría de la población.
“El gobierno presume crecimiento, pero en las comunidades la gente sigue sin empleo, sin acceso a salud y sin garantías laborales. Lo que hay es más propaganda que soluciones”, manifestó activista de Resistencia Popular.
Según datos del Banco Central de Reserva, más del 60 por ciento de la población económicamente activa se encuentra en el sector informal, una cifra que ha variado poco en los últimos años. Activistas señalan que, en vez de generar políticas de empleo inclusivo, el Ejecutivo ha priorizado megaproyectos como Bitcoin City o la promoción del turismo, sin garantizar condiciones laborales dignas en esos sectores.
La ausencia de una propuesta concreta para atender las desigualdades laborales fue uno de los puntos más señalados durante la marcha.
“El gobierno habla de seguridad, pero guarda silencio ante el hambre, la migración forzada por falta de empleo y la discriminación laboral”, reclamó un representante sindical del sector docente.
Asimismo, existieron muchas críticas sobre las medidas estatales que continúan ignorando las violencias estructurales que enfrentan las mujeres y las personas de la diversidad sexual, muchas de las cuales sobreviven en economías informales, trabajos de cuidado no remunerados o el arte callejero como último recurso.
Visibilidad fragmentada: la diversidad sexual marchó sin acompañamiento colectivo
A diferencia de años anteriores, la presencia organizada de personas LGBTQ fue escasa en la marcha del Día del Trabajo de 2025. Aunque la representación artística de “La Piedad” logró captar la atención de centenares de personas durante el recorrido, no hubo una participación masiva de colectivos LGBTQ como bloque articulado.
Nicola Chávez, parte del equipo de AMATE El Salvador, mencionó que participar en esta marcha para AMATE implica poner temas de la población LGBTQ sobre la palestra de discusiones sobre condiciones laborales en El Salvador.
“Nuestra población generalmente tiene trabajos sumamente precarizados, sufren de bajos niveles de escolaridad”, comentó.

Chávez también asegura que para las personas que tienen expresiones de género diferentes a la norma u orientaciones sexuales diferente a la norma, es urgente que existan leyes de protección laboral y así las pocas personas que puedan entrar a un empleo más formal, no tengan que pasar por estas experiencias de no ser contratadas por su expresión de género o ser despedidas por lo mismo.
El decreto 56, fue un decreto emblemático que es mencionado siempre por activistas LGBTQ, ya que fue la primera vez que se tuvo la oportunidad de tener algún respaldo jurídico contra la discriminación en el ámbito laboral que lastimosamente solo tenía cobertura en el sector público, con empleados de gobierno.
Por su parte, una activista independiente de la diversidad sexual, que prefirió no revelar su nombre por razones de seguridad, lamentó la fragmentación actual del movimiento LGBTQ en El Salvador.
“Estamos en un contexto político donde las organizaciones tienen miedo o están cooptadas. Hay silencio, no hay propuestas, no hay diálogo. La comunidad diversa está siendo relegada también desde dentro”, señaló.
Ambas voces coinciden en que, hay mucho trabajo pendiente por hacer en favor de una población históricamente excluida, preocupa la situación en un país donde los discursos oficialistas y religiosos aún promueven la discriminación y la invisibilidad de las realidades LGBTQ en las agendas públicas.
La marcha del 1 de mayo volvió a ser un espacio donde convergieron múltiples voces, cuerpos y luchas. Desde sindicatos históricos hasta organizaciones estudiantiles, pasando por expresiones artísticas y personas independientes, la movilización dejó claro que las calles siguen siendo un escenario vital para demandar justicia social.
Aunque marcada por ausencias, como la escasa participación visible de colectivos LGBTQ, la marcha demostró que existen ganas de seguir alzando la voz, aunque sea desde distintas formas de expresión. Ya sea a través de pancartas, consignas o performances, las y los participantes coincidieron en una demanda central: respeto a los derechos laborales, condiciones dignas de trabajo y una vida libre de explotación.
En un contexto donde se criminaliza la protesta, se debilita la negociación colectiva y se precariza el empleo, el Día Internacional de las y los Trabajadores no fue solo una conmemoración, sino una reafirmación de que la lucha continúa. Una lucha plural, creativa y persistente que no se detendrá hasta que cada persona trabajadora, sin importar su identidad o condición, pueda vivir con dignidad.
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