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ILGALAC caminando hacia una gobernanza participativa

La conferencia regional se realizó en La Paz, Bolivia

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La XI Conferencia Regional de ILGALAC se realizó en la ciudad boliviana de La Paz entre el 24 al 28 de abril. (Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)

LA PAZ, Bolivia — Del 24 al 28 de abril, se llevó a cabo en La Paz, Bolivia, la XI Conferencia Regional de ILGALAC, organización conformada por grupos, colectivas, colectivos y organizaciones de América Latina y el Caribe, dedicadas a lograr la igualdad de derechos para las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex. Esta conferencia llevaba como tema principal “Descolonizando nuestras luchas, despatriarcalizando nuestros cuerpos”; de esta plenaria en específico trataron la importancia de trabajar dicha descolonización, desde el trabajo feminista y la despatriarcalización, abrazando nuestras diversidades.

Por lo que concluyeron que es fundamental descristianizarnos, dejando un lado el fundamentalismo religioso y de esta manera no afectar las luchas de los colectivos d ela diversidad sexual y aliados; pero también la importancia de trabajar de manera interseccional y de manera cooperativa, pues solos o solas no se logrará mucho. 

En el transcurso de las jornadas de la semana, existieron diversos talleres y caucus temáticos de poblaciones específicas, para recabar información del trabajo que debe realizarse, por el lado de la población de lesbianas/es conformado por 43 personas, concluyeron que el entorno crítico que se generó desde el inicio de la pandemia por Covid-19 hasta la fecha, determinaron la necesidad de crear un diagnóstico sobre las situaciones de su población en América Latina y el Caribe, para esta manera hacer una mirada a futuro en la región, comentó Alehlí Ordoñez, directore ejecutive de Litigio Estratégico en Derechos Sexuales y Reproductivo (LEDESER) de México, quien formó parte de esta reunión de población lésbica. 

Por la parte del caucus de poblaciones trans, declararon haber tenido momentos muy fuertes, por todo el trabajo que se ha realizado y las interseccionalidades que se viven; entre las observaciones presentadas fue el cambiar el nombre de esas reuniones, pues caucus proviene de algo muy colonizador y precisamente el tema de estas jornadas era el descolonizar las luchas de la población LGBTQ e intersex. En dicha reunión conformada por más de 60 personas trans, dejaron clara la necesidad de contar con espacios donde se pueda hablar sobre lo que les está sucediendo, de acuerdo con las declaraciones en pleno de Collette Spinetti, presidenta del Colectivo Trans del Uruguay.

Según palabras de Spinetti ILGALAC siempre ha logrado generar espacios importantes y que esta ocasión no fue la excepción, ya que se llegó al acuerdo de crear una red de Latinoamérica y el Caribe de personas trans (tanto mujeres, como hombres trans, como géneros de binaries y personas disidentes del género impuesto al nacer).

Además, entre las propuestas presentadas por los grupos de trabajo, dirigidas al Consejo de ILGALAC están la “presentar una estrategia de comunicación, rendición de cuentas por año y capacitar a les miembres de ILGALAC sobre el funcionamiento de esta y su gobernanza”, comentó Alexander Castillo, director del Colectivo de Hombres Trans de Guatemala. 

Por su parte en el caucus de mujeres, Marli González de Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá, comentó al pleno que fue enriquecedora la diversidad de mujeres presentes en la reunión, entre sus conclusiones estuvieron la necesidad de centralizar y facilitar la información relevante para la defensa de los derechos de las mujeres en la región, esto en otros cuantos puntos igual de importantes que promueva el respeto integro para esta población. 

En el caso de las personas intersex, mencionaron haber determinado en su reunión que necesitan mayor presencia y representatividad en este tipo de conferencias, demás que ILGALAC debe comprometerse a apoyar más estos activismos, compartió en pleno Ceci López Bemsch de Argentina Intersex. 

Jesusa Ramírez de Colectivo León Zuleta en Colombia, estuvo al frente de la reunión de juventudes, quienes propusieron que las actividades de la conferencia comenzaran cuando ya estén presentes todas las organizaciones y sobre todo las juventudes. Pero su principal postura fue que se garantizará la representatividad de la juventud en el Consejo Directivo de ILGALAC.

En la reunión de personas bisexuales, Sandra López Cañedo de LEDESER, México, comenta que concluyeron que, a pesar de que ILGALAC apoya a las bisexualidades, aún falta lograr más visibilidad por las otras personas que están dentro de la sombrilla de la diversidad sexual. Los hombres gays, propusieron visibilizar las problemáticas de los hombres gays adultos mayores y trabajar sobre todo la interseccionalidad de las poblaciones y reparar los casos de discriminación que aún se dan aún dentro de la población LGBTQ e intersex, comentó Francisco Rodríguez Cruz de Humanidad por la Diversidad de Cuba.

Participantes de la XI Conferencia Regional de ILGALAC en La Paz, Bolivia (Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)

Gobernanza de ILGALAC

El Consejo Regional saliente, presentó su informe por los últimos tres años de gestión, entre ellos la decisión de remover al antiguo director ejecutivo por no presentar informes transparentes sobre el uso de fondos, además de trato inadecuado hacia las organizaciones miembros de ILGALAC. A esto sucedido, las organizaciones presentes mostraron su agradecimiento y felicitación al Consejo, por la labor desempeñada en ese período, peso a las amenazas recibidas. Dicho informe fue aprobado por las organizaciones de manera unánime. 

También, dicho Consejo propuso una constitución estatutos para apoyar el funcionamiento de ILGALAC, pues desde su conformación no cuentan con documentos de gobernanza que sean propios de la región, hasta la fecha habían estado rigiéndose con los estatutos y reglamentos de ILGA Mundo. 

En los talleres de gobernanza realizados con las organizaciones miembros, se presentaron los estatutos/constitución propuesta, a la cual se plantearon ciertos cambios que tenían que ver con el tema de fiscalización de la organización. 

Entre otros puntos dentro de los estatutos, no se aprobó la creación de un comité no binarie, pues esta se contra pone con la normativa y procedimientos de ILGA Mundo. Por lo que la representante electa en el comité de personas trans, Spinetti, propuso crear una agenda de trabajo que incluya a las personas no binaries y así generar incidencias para la próxima Asamblea General.

A su vez propusieron realizar cambios en temas sobre los deberes y atribuciones de dichos estatutos, para que todo fuera acorde a la comprensión de las organizaciones que forman parte de ILGALAC y que nada se prestara a malentendidos, dejando claro que la máxima autoridad de dicha organización es la Asamblea General y no el Consejo, ni los estatutos luego de ser aprobados. 

Luego de sugerir dichos cambios se propuso aprobar los estatutos creados por el consejo y también el dar un voto de confianza al reglamento presentado que sería adaptado de acuerdos a los cambios propuestos en los estatutos. Al final dichos documentos quedaron aprobados de manera unánime por las 59 organizaciones presentes en la Asamblea General de la Conferencia Regional.

Luz Elena Arana, Cosecretaria General de ILGA Mundo, menciona al Washington Blade, que esta conferencia de ILGALAC iba a marcar historia, porque por primera vez se asentarían las reglas con las que se debe trabajar, dado que a pesar de que ILGALAC tiene muchos años de haberse formado y haber tenido diferentes liderazgos al frente de la misma, nunca se habían asentado las base para dejar claro la participación de las personas. 

“La única manera de sentar las bases para asegurar participación colectiva, es poner reglas claras que permitan que eso suceda”, mencionó al Blade, Arana. 

La oficina ejecutiva liderada por Bianca Rodríguez también presentó su informe de los últimos seis meses, tiempo que tienen en funcionamiento desde su elección, este fue presentado de manera transparente de acuerdo a los comentarios de las organizaciones, mostrando todos los datos sobre los fondos recibidos y la utilización de los mismos, entre ello el lograr tener a 140 personas becadas de toda Latinoamérica y el Caribe, para poder participar de esta IX Conferencia Regional, por lo que dicho informe fue aprobado también por la Asamblea General. 

Consejos Regional y comités con ánimos de trabajar

El 27 de abril las organizaciones miembros de ILGALAC, realizaron la elección para consejería regional y representantes de la mayoría de los comités; de estos comicios formaron parte 59 organizaciones que forman parte de la membresía y cada organización contó con dos votos. 

En el caso de la persona representante para el comité trans solo existió una candidatura, por Spinetti, del Colectivo Trans del Uruguay, al igual que para el comité de mujeres, solo se contó con la candidatura de Cristina González de Corporación Femm de Colombia, por lo que ambas candidaturas fueron electas directamente. 

Para el resto de consejerías y suplentes de consejería, se presentaron dos planchan conformada por 12 personas, entre la cual se tendría al Consejere Regional Titular Subregión México, Consejere Regional Titular Subregión Centroamérica, Consejere Regional Titular Subregión Caribe, Consejere Regional Titular Subregión Andina, Consejere Regional Titular Subregión Brasil, Consejere Regional Titular Subregión Cono Sur, cada uno con su suplente respectivo, haciendo un total 12 personas por lista. 

De dicha elección salieron ganadores Ari Vera Morales, Consejere Regional Titular Subregión México; Marlín González, Consejere Regional Titular Subregión Centroamérica;

Francisco Rodríguez, Consejere Regional Titular Subregión Caribe; David Aruquipa-Danna Galán, Consejere Regional Titular Subregión Andina; Víctor de Wolf Rodrigues Martins, Consejere Regional Titular Subregión Brasil; Darío Arias, Consejere Regional Titular Subregión Cono Sur; Alehlí Ordóñez, Consejere Regional Suplente Subregión México; Malú Cano, Consejere Regional Suplente Subregión Caribe; Jorge Armando Virviescas, Consejere Regional Suplente Subregión Andina; Aline Luana Oliveira Chaves, Consejere Regional Suplente Subregión Brasil; Shane Cienfuegos, Consejere Regional Suplente Subregión Cono Sur.

Ari Vera Cosecretaria de ILGALAC y presidenta Almas Cautivas A.C. México, Federación de Empresarios LGBT y de la RED CORPORA en Libertad, manifestó estás muy agradecida con toda la membresía de ILGALAC por confiar en el trabajo del Consejo saliente y ahora Consejo entrante, “esto habla de la forma de darle fortaleza a la continuidad del proyecto de ILGALAC y sobre todo a estos ejercicios de transparencia al convocar y participar de este proceso democrático con todas las organizaciones miembros”. 

Externó sentirse un poco nerviosa, pues el reto es sostener el proyecto del cual la membresía ha creído, pues considera que ahora se viene un trabajo aún mucho más fuerte, “la membresía hizo suya ILGALAC y es la primera vez que vi a todas las personas participando en los talleres de gobernanza, apoderándose de la organización y construyendo colectivamente”, agrega Ari Vera al Blade.  

Para el día siguientes quedaron las elecciones de la persona representante para comité de jóvenes, en donde obtuvo el gane Gabriel Barahona de COMCAVIS TRANS El Salvador; la otra elección fue la próxima ciudad cede de la Conferencia Regional de ILGALAC, de los 106 votos obtenidos en esta jornada, San Salvador, El Salvador, obtuvo 57 votos y Buenos Aires, Argentina, un total de 31 votos. Concluyendo que la próxima conferencia tendrá como cede Centro América.  

Mantener el proyecto, sentar las bases y mantenerlas sólidas, es parte de los restos que se viene para este Consejo Regional más reforzado al ser nuevamente electo, “ahora vendré el poner en marcha todo lo que nos ha mandatado esta Asamblea General, hacer acciones y programas con la que se beneficie la membresía de ILGALAC”, menciona Vera. Incluyendo que también el reto es, llegar a El Salvador en el 2025 con mejores resultados por los mandatos de la Asamblea. 

Para ILGA Mundo va a ser un retomar el vínculo y la relación que ya existen con los Cosecretaries Regionales, pues ya han trabajado con el Consejo Mundial desde el 2019, “entendemos que con los procesos democráticos que existen, es importante el cambio de liderazgos, pero también aplaudimos y celebramos que se pueda dar continuidad al trabajo que se está haciendo en el Consejo Mundial y de manera regional”, finaliza Arana. 

Al final de estos cinco días de la Conferencia Regional del 2023, queda la experiencia de ver a las organizaciones asistentes que forman parte de la membresía de ILGALAC, apropiarse de esta al mostrar el interés en formar estatutos que ayuden al trabajo para ellas mismas y fortalecer de esta manera las bases y la interseccionalidad que existe en la esta. 

Las consejerías y suplentes de ILGALAC después de sus elecciones (Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)
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El Salvador

El Salvador: el costo del silencio oficial ante la violencia contra la comunidad LGBTQ

Entidades estatales son los agresores principales

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(Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)

En El Salvador, la violencia contra la población LGBTQ no ha disminuido: ha mutado. Lo que antes se expresaba en crímenes de odio, hoy se manifiesta en discriminación institucional, abandono y silencio estatal. Mientras el discurso oficial evita cualquier referencia a inclusión o diversidad, las cifras muestran un panorama alarmante.

Según el Informe 2025 sobre las vulneraciones de los derechos humanos de las personas LGBTQ en El Salvador, elaborado por el Observatorio de Derechos Humanos LGBTIQ+ de ASPIDH, con el apoyo de Hivos y Arcus Foundation, desde el 1 de enero al 22 de septiembre de 2025 se registraron 301 denuncias de vulneraciones de derechos.

El departamento de San Salvador concentra 155 de esas denuncias, reflejando la magnitud del problema en la capital.

Violencia institucionalizada: el Estado como principal agresor

El informe revela que las formas más recurrentes de violencia son la discriminación (57 por ciento), seguida de intimidaciones y amenazas (13 por ciento), y agresiones físicas (10 por ciento). Pero el dato más inquietante está en quiénes ejercen esa violencia.

Los cuerpos uniformados, encargados de proteger a la población, son los principales perpetradores:

  • 31.1 por ciento corresponde a la Policía Nacional Civil (PNC),
  • 26.67 por ciento al Cuerpo de Agentes Municipales (CAM),
  • 12.22 por ciento a militares desplegados en las calles bajo el régimen de excepción.

A ello se suma un 21.11 por ciento de agresiones cometidas por personal de salud pública, especialmente por enfermeras, lo que demuestra que la discriminación alcanza incluso los espacios que deberían garantizar la vida y la dignidad.

Loidi Guardado, representante de ASPIDH, comparte con Washington Blade un caso que retrata la cotidianidad de estas violencias:

“Una enfermera en la clínica VICITS de San Miguel, en la primera visita me reconoció que la persona era hijo de un promotor de salud y fue amable. Pero luego de realizarle un hisopado cambió su actitud a algo despectiva y discriminativa. Esto le sucedió a un hombre gay.”

Este tipo de episodios reflejan un deterioro en la atención pública, impulsado por una postura gubernamental que rechaza abiertamente cualquier enfoque de inclusión, y tacha la educación de género como una “ideología” a combatir.

El discurso del Ejecutivo, que se opone a toda iniciativa con perspectiva de diversidad, ha tenido consecuencias directas: el retroceso en derechos humanos, el cierre de espacios de denuncia, y una mayor vulnerabilidad para quienes pertenecen a comunidades diversas.

El miedo, la desconfianza y el exilio silencioso

El estudio también señala que el 53.49 por ciento de las víctimas son mujeres trans, seguidas por hombres gays (26.58 por ciento). Sin embargo, la mayoría de las agresiones no llega a conocimiento de las autoridades.

“En todos los ámbitos de la vida —salud, trabajo, esparcimiento— las personas LGBT nos vemos intimidadas, violentadas por parte de muchas personas. Sin embargo, las amenazas y el miedo a la revictimización nos lleva a que no denunciemos. De los casos registrados en el observatorio, el 95.35 por ciento no denunció ante las autoridades competentes”, explica Guardado.

La organización ASPIDH atribuye esta falta de denuncia a varios factores: miedo a represalias, desconfianza en las autoridades, falta de sensibilidad institucional, barreras económicas y sociales, estigma y discriminación.

Además, la ausencia de acompañamiento agrava la situación, producto del cierre de numerosas organizaciones defensoras por falta de fondos y por las nuevas normativas que las obligan a registrarse como “agentes extranjeros”.

Varias de estas organizaciones —antes vitales para el acompañamiento psicológico, legal y educativo— han migrado hacia Guatemala y Costa Rica ante la imposibilidad de operar en territorio salvadoreño.

Educación negada, derechos anulados

Mónica Linares, directora ejecutiva de ASPIDH, lamenta el deterioro de los programas educativos que antes ofrecían una oportunidad de superación para las personas trans:

“Hubo un programa del ACNUR que lamentablemente, con todo el cierre de fondos que hubo a partir de las declaraciones del presidente Trump y del presidente Bukele, pues muchas de estas instancias cerraron por el retiro de fondos del USAID.”

Ese programa —añade— beneficiaba a personas LGBTQ desde la educación primaria hasta el nivel universitario, abriendo puertas que hoy permanecen cerradas.

Actualmente, muchas personas trans apenas logran completar la primaria o el bachillerato, en un sistema educativo donde la discriminación y el acoso escolar siguen siendo frecuentes.

Organizaciones en resistencia

Las pocas organizaciones que aún operan en el país han optado por trabajar en silencio, procurando no llamar la atención del gobierno. “Buscan pasar desapercibidas”, señala Linares, “para evitar conflictos con autoridades que las ven como si no fueran sujetas de derechos”.

Desde el Centro de Intercambio y Solidaridad (CIS), su cofundadora Leslie Schuld coincide. “Hay muchas organizaciones de derechos humanos y periodistas que están en el exilio. Felicito a las organizaciones que mantienen la lucha, la concientización. Porque hay que ver estrategias, porque se está siendo silenciado, nadie puede hablar; hay capturas injustas, no hay derechos.”

Schuld agrega que el CIS continuará apoyando con un programa de becas para personas trans, con el fin de fomentar su educación y autonomía económica. Sin embargo, admite que las oportunidades laborales en el país son escasas, y la exclusión estructural continúa.

Matar sin balas: la anulación de la existencia

“En efecto, no hay datos registrados de asesinatos a mujeres trans o personas LGBTIQ+ en general, pero ahora, con la vulneración de derechos que existe en El Salvador, se está matando a esta población con la anulación de esta.”, reflexiona Linares.

Esa “anulación” a la que se refiere Linares resume el panorama actual: una violencia que no siempre deja cuerpos, pero sí vacíos. La negación institucional, la falta de políticas públicas, y la exclusión social convierten la vida cotidiana en un acto de resistencia para miles de salvadoreños LGBTQ.

En un país donde el Ejecutivo ha transformado la narrativa de derechos en una supuesta “ideología”, la diversidad se ha convertido en una amenaza política, y los cuerpos diversos, en un campo de batalla. Mientras el gobierno exalta la “seguridad” como su mayor logro, la población LGBTQ vive una inseguridad constante, no solo física, sino también emocional y social.

El Salvador, dicen los activistas, no necesita más silencio. Necesita reconocer que la verdadera paz no se impone con fuerza de uniformados, sino con justicia, respeto y dignidad.

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Un país que vota desde el miedo y la esperanza

Candidatos pro-LGBTQ ganaron en todo el país

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La ciudad de Miami en 2020. Los resultados de las elecciones del 4 dfueron una llamada de atención para los candidatos anti-LGBTQ y antiinmigrantes.(Foto de by Yariel Valdés González por el Washington Blade)

Estados Unidos volvió a las urnas el 4 de noviembre de 2025, y el resultado fue mucho más que una contienda electoral. Lo que se vivió en Virginia, Nueva Jersey, Nueva York, Miami y California fue una radiografía moral y política de una nación que vota entre el miedo y la esperanza. Los votantes hablaron desde la incertidumbre, pero también desde la convicción de que el país todavía puede ser un espacio de justicia, inclusión y respeto.

Las victorias de Abigail Spanberger en Virginia y Mikie Sherrill en Nueva Jersey, junto al ascenso del progresista Zohran Mamdani a la alcaldía de Nueva York, el avance demócrata en Miami y la aprobación de la Proposición 50 en California, marcaron el ritmo de una elección que dejó un mensaje claro para la administración Trump: el miedo puede movilizar, pero no logra sostener el poder. La ciudadanía eligió con el corazón, cansada de los discursos de odio y del espectáculo político, y con la esperanza de reencontrarse con una política que mire hacia la gente, no hacia el poder.

El caso de Nueva York sintetiza ese cambio de rumbo. Zohran Mamdani, hijo de inmigrantes, musulmán y abiertamente progresista, centró su discurso de victoria en la defensa de la dignidad humana y la solidaridad.

“Esta noche hicimos historia”, dijo ante una multitud diversa que lo vitoreaba. “Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes: una ciudad construida por inmigrantes, impulsada por inmigrantes y, a partir de esta noche, liderada por un inmigrante”.

 Pero su mensaje más poderoso fue el que dedicó a las comunidades más vulnerables: Aquí creemos en defender a quienes amamos, ya seas inmigrante, miembro de la comunidad trans, una de las muchas mujeres negras que Donald Trump despidió de un trabajo federal, una madre soltera que aún espera que bajen los precios de los alimentos o cualquier otra persona que se encuentre contra la pared”.

Esas palabras resonaron como una respuesta a los años de retrocesos y ataques legislativos contra las personas LGBTQ y, en especial, contra la comunidad trans. Mamdani prometió ampliar y proteger el acceso a la atención médica afirmativa de género, destinando fondos públicos para garantizar que “todos los neoyorquinos tienen acceso al tratamiento médico que necesitan”. Su compromiso coloca a Nueva York como un faro de resistencia frente a la ola de políticas restrictivas que han surgido en varios estados del país.

Lo ocurrido en noviembre tiene, además, un profundo significado para quienes viven en los márgenes del poder. Para la comunidad trans, estos resultados representan algo más que un respiro político: son una afirmación de existencia. En tiempos donde el discurso oficial ha buscado borrar identidades, negar tratamientos y criminalizar cuerpos, la victoria de líderes que defienden la inclusión devuelve la esperanza de vivir sin miedo. El voto trans, y el voto LGBTQ en general, fue más que un gesto cívico: fue un acto de supervivencia y de resistencia.

La elección también habló al corazón de las comunidades inmigrantes, de las personas que viven con VIH o enfermedades crónicas, de las minorías raciales y de quienes luchan por un salario justo. En un país donde tantos sienten que la política los ha olvidado, estas victorias locales devuelven la posibilidad de creer en la democracia como herramienta de transformación. Son un recordatorio de que la esperanza no es ingenuidad, sino el acto más valiente de quienes deciden seguir de pie.

Miami, por su parte, envió una señal inesperada. En un bastión republicano históricamente alineado con la administración Trump, la candidata demócrata tomó la delantera y forzó una segunda vuelta. En una ciudad diversa, con fuerte presencia latina, afrodescendiente e LGBTQ, el avance progresista fue un mensaje de ruptura con el voto automático y con la política del miedo. Las urnas del sur de la Florida demostraron que los cambios comienzan en los lugares menos previsibles.

Para la administración Trump, la lectura es clara. El país está enviando una advertencia: los derechos humanos no se negocian. La economía importa, pero también importa la dignidad. Los votantes quieren soluciones reales, no eslóganes; respeto, no manipulación; empatía, no imposición.

Las comunidades LGBTQ y trans han sido el rostro visible de una resistencia que no se rinde. Cada voto emitido fue un acto de esperanza frente al miedo; cada victoria, una respuesta a la violencia simbólica e institucional. Las palabras del nuevo alcalde de Nueva York se convirtieron en símbolo nacional porque trascendieron la política partidista: recordaron que en medio de la oscuridad, la humanidad todavía puede ser una política pública.

Las urnas de noviembre hablaron con la voz de quienes han sido marginados, atacados o invisibilizados. Hablan las personas trans que exigen respeto, las parejas que defienden su amor, los jóvenes que no aceptan ser silenciados, los creyentes que apuestan por una fe inclusiva y las familias que siguen creyendo en un país posible. En medio del miedo, el país eligió esperanza. Y esa esperanza —imperfecta, frágil, pero viva— puede ser el principio de una nueva historia: una en la que la igualdad no sea un sueño, sino una promesa cumplida.

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Doble exclusión, misma dignidad

Personas con discapacidades en América Latina y el Caribe se luchan dos batallas.

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El Ángel de la Independencia en la Ciudad de México (Foto de Michael K. Lavers por el Washington Blade)

En un continente donde los derechos de la comunidad LGBTQ avanzan y retroceden al ritmo de los vientos políticos, hay una realidad que casi nadie nombra: la de quienes, además de pertenecer a esta comunidad, viven con una discapacidad física, motora o sensorial. En ellos convergen dos batallas —la del reconocimiento y la de la accesibilidad— que se libran, la mayoría de las veces, en silencio.

Según el Banco Mundial, más de 85 millones de personas con discapacidad viven en América Latina y el Caribe. Al mismo tiempo, la región alberga algunos de los movimientos LGBTQ más visibles del mundo, aunque persisten graves formas de violencia y exclusión. Sin embargo, los estudios que cruzan ambas realidades son casi inexistentes. Y esa ausencia de datos también es una forma de violencia.

Ser una persona LGBTQ en América Latina todavía implica, en muchos casos, enfrentar el rechazo familiar, la discriminación laboral o la exclusión religiosa. Pero si a eso se suma una discapacidad, las barreras se multiplican. En palabras de un activista brasileño citado por CartaCapital, “cuando entro a una entrevista, me miran primero la silla de ruedas y después descubren que soy gay. Ahí empieza el doble filtro”. Este fenómeno, conocido como doble prejuicio, se refleja tanto fuera como dentro de la propia comunidad LGBTQ. A menudo, la discapacidad sigue siendo invisibilizada incluso en marchas del orgullo o campañas de diversidad, donde predominan imágenes de cuerpos normativos y jóvenes. El capacitismo —esa discriminación basada en la idea de que solo los cuerpos funcionales son válidos— se cuela incluso en los espacios que deberían ser los más inclusivos.

La desexualización de las personas con discapacidad es una de las formas más sutiles de exclusión. El reportaje argentino Sexo, discapacidad y placer, publicado por Distintas Latitudes, expone cómo la sociedad suele negar el derecho al deseo y al amor de quienes viven con alguna limitación física. Cuando además se trata de una persona LGBTQ, la negación se duplica: se les niega el cuerpo, el deseo y, con ello, una parte esencial de su dignidad humana. Como afirma la psicóloga mexicana María L. Aguilar, “la desexualización de las personas con discapacidad es una forma de violencia simbólica. Y cuando se cruza con la diversidad sexual, se convierte en una negación del derecho al placer y a la autonomía”.

El ejemplo más visible de inclusión llega desde el deporte. En los Juegos Paralímpicos de París 2024, al menos 38 atletas LGBTQ participaron, según un informe de Agencia Presentes. Pero la pregunta permanece: ¿cuántas personas LGBTQ con discapacidad fuera del ámbito deportivo logran tener voz, empleo, pareja o acceso a los servicios básicos? En un continente marcado por la desigualdad, la intersección entre orientación sexual, discapacidad, pobreza y género produce una combinación de vulnerabilidades que pocas políticas públicas abordan.

Diversos estudios advierten que las personas LGBTQ en América Latina presentan tasas más altas de depresión y ansiedad que la población general. A su vez, los informes sobre discapacidad en la región señalan altos niveles de aislamiento y falta de apoyo. Pero no existen datos interseccionales que midan cómo se viven estos desafíos cuando ambas realidades se cruzan. En países como Chile, el Observatorio de Discapacidad e Inclusión advierte una alta prevalencia de problemas de salud mental y un acceso insuficiente a servicios especializados. En Estados Unidos, investigaciones del Trevor Project muestran que los jóvenes Latine LGBTQ tienen mayor riesgo de intentos de suicidio cuando enfrentan discriminación múltiple. En América Latina y el Caribe, la ausencia de estadísticas en este campo no solo refleja desinterés: también perpetúa la invisibilidad.

Ni las leyes sobre discapacidad mencionan explícitamente a la población LGBTQ, ni las políticas de diversidad incorporan la variable de discapacidad. Un informe de la International Disability Alliance sobre la región advierte que las personas con discapacidad LGBTQ “enfrentan discriminación múltiple y carecen de protección específica”. Pese a ello, surgen señales de esperanza: en México, el Colectivo de Personas con Discapacidad LGBTQ+ impulsa iniciativas para visibilizar la exclusión doble; en Brasil, la organización Vale PCD desarrolla proyectos de inclusión laboral y cultural; y en el Caribe oriental, el Proyecto LIVITY, de la Eastern Caribbean Alliance for Diversity and Equality (ECADE), fomenta la participación política de personas con discapacidad y de la comunidad LGBTQ.

La verdadera inclusión no se mide por las rampas, ni por los discursos de tolerancia. Se mide por la capacidad de una sociedad para reconocer la dignidad humana en todas sus expresiones, sin lástima, sin morbo, sin condiciones. No se trata de aplaudir historias de superación, sino de garantizar el derecho a una vida plena. Como dijo un líder caribeño citado por ECADE: “La inclusión no es un gesto, es una decisión moral y política”.

Este tema exige una conversación continental. América Latina y el Caribe solo podrán hablar de igualdad real cuando el cuerpo, el deseo y la libertad de las personas LGBTQ con discapacidad sean respetados con la misma fuerza con que se proclama la diversidad. Nombrar lo que aún no se nombra es el primer paso hacia la justicia. Porque lo que no se mide, no se atiende; y lo que no se mira, no existe.

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