Noticias en Español
Casi el 80% de los cubanos apoya los derechos LGBTI+: Las cifras que nadie mencionó
Se realizará un referéndum de la nueva Constitución el domingo


Nota del editor: Tremenda Nota es la pareja del Washington Blade en Cuba. Esa nota salió en el sitio web de Tremenda el 22 de febrero.
LA HABANA — Con inexplicable retraso, a pocos días del referéndum de la nueva Constitución de Cuba, se publicó un estudio oficial con evidencias estadísticas del respaldo popular a los derechos de las personas LGBTI+. Mariela Castro admitió conocer la encuesta, pero no explicó por qué fue desechada en el debate parlamentario donde se postergó la aprobación del matrimonio igualitario por el presunto rechazo de la mayoría de los electores.
El artículo 68 del Proyecto de Constitución de la República de Cuba, aprobado el 22 de julio de julio de 2018, cambiaba los términos “hombre” y “mujer” por “personas” y así abría las puertas al matrimonio igualitario en Cuba.
Casi nueve millones de cubanos debatieron el Proyecto en barrios y centros de trabajo y estudio del país. Según las cifras oficiales, el artículo 68 provocó el 24 por ciento de las opiniones y fue el más comentado en los debates populares.
La versión definitiva del documento, aprobada en diciembre por la Asamblea Nacional, acabó suprimiendo el artículo 68. El matrimonio, trasladado al artículo 82, se define ahora como “una institución social y jurídica que se funda en el libre consentimiento y en la igualdad de derechos, obligaciones y capacidad legal de los cónyuges”.
Sin embargo, en una polémica disposición transitoria el texto constitucional establece la celebración de una consulta para la aprobación del Código de Familia ― el documento donde debe quedar especificada “la forma de constituir el matrimonio” ― y la consiguiente convocatoria de otro referéndum popular que pondría los derechos LGBTI+ en manos de la mayoría.
El 15 de febrero de 2019, a nueve días del referéndum, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) publicó en su página web la Encuesta Nacional Sobre Igualdad de Género en Cuba. Realizada por el Centro de Estudios de la Mujer y el Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la ONEI en 2016, la investigación refleja que el 77 por ciento de la población cubana entre 15 y 74 años considera que las personas que tienen relaciones sexuales con otras de su mismo sexo deben tener iguales derechos que las heterosexuales.
La encuesta, que podría haber matizado la opinión generalizada de que la mayor parte de la población aún era demasiado homofóbica y “que no estaba lista” para “otorgar” este derecho, no fue publicitada en los medios de prensa durante los debates populares. Tampoco fue mencionada en el Parlamento cuando se discutía el artículo 68 y los derechos de las personas LGBTI+.
En su rol de diputada la directora del Centro Nacional de Educación Sexual Mariela Castro Espín dijo a esta reportera que conocía los resultados de la encuesta y que ella misma los había compartido en su perfil de Facebook en el pasado, pero no explicó por qué no se usaron para defender y garantizar los derechos de los grupos LGBTI+ en el contexto de la reforma constitucional. Al preguntarle por qué los medios de comunicación públicos no emplearon los resultados de la encuesta, la diputada solo apuntó que la prensa cubana había abordado con anterioridad esta investigación.
Castro Espín se refiere a algunas notas publicadas en 2017. En ese entonces los medios mencionaron algunas cifras sobre la violencia machista, pero no se refirieron a la percepción de los grupos LGBTI+. La población cubana en general no conoció el estudio, al que solo se pudo acceder desde el sitio web de la ONEI hace una semana.
En resumen, casi dos años después de su culminación y en medio de un contexto decisivo para la legalización de derechos de las personas LGBTI+, la encuesta sigue siendo prácticamente desconocida en el país.
El diputado y activista Luis Ángel Adan Roble, consultado por esta reportera, confirmó que el Parlamento no tomó en consideración las cifras aportadas por el estudio. A diferencia de Castro Espín, Adan Roble desconocía la existencia de la encuesta. “Fue una herramienta desaprovechada que ahora solo podemos usar en el próximo referéndum”, dijo, en alusión a la consulta proyectada dentro de dos años para el Código de Familia.
El diputado criticó la metodología que sirvió para evaluar el resultado de los recientes debates populares. Adan Roble cree que solo se valoraron los comentarios contra el matrimonio igualitario (menos de la cuarta parte de todos los planteamientos emitidos durante la consulta). “Los que estaban a favor, que fueron un número muy superior, no se contemplaron”, declaró.
Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), hizo la misma apreciación durante las sesiones parlamentarias de diciembre de 2018. “Un 24 por ciento no es mayoría, si eso fuera en un informe de funcionamiento diríamos “solo el 24 por ciento”, explicó.
Homero Acosta, secretario del Consejo de Estado, admitió que la consulta deja cierta incertidumbre porque “no se votaba a favor o no de un artículo”. La Asamblea tampoco explicó qué cantidad de opiniones serían necesarias para la modificación de un artículo.
La diversidad de opiniones sobre el matrimonio igualitario fue usada por el Parlamento como pretexto para justificar la celebración de un segundo referéndum, en el plazo de dos años posteriores a la entrada en vigor de la nueva Constitución.
Esta fórmula democrática que somete a votación los derechos humanos de un grupo de personas no fue practicada en Cuba con los derechos de las mujeres o de las personas negras. En 2014, cuando el Parlamento aprobó el Código de Trabajo después de varios meses de debate popular, tampoco se dispuso la celebración de un referéndum, aunque miles de trabajadores se quejaron por el aumento de la edad de jubilación.
Otros artículos, además del 68, también recibieron numerosas sugerencias de modificación durante los debates populares. Más de 11.000 personas pidieron cambiar, por ejemplo, la forma de elección del presidente, pero no se valoró la modificación de ese artículo, ni se llamó a segundas votaciones.
“Este es un ejercicio democrático que le dará más legitimidad a estos derechos y, como proceso, es educativo”, dijo la diputada Castro Espín sobre el panorama legal para aprobar un nuevo Código de Familia. La directora del Cenesex aseguró que “es pertinente” aceptar la celebración de un segundo referéndum, pese a que el Estado tiene la obligación de garantizar todos los derechos para todas las personas.
El Salvador
La marcha LGBTQ desafía el silencio en El Salvador
Se realizó el evento en San Salvador bajo la lluvia, pero con orgullo

SAN SALVADOR, El Salvador — El reloj marcaba el mediodía cuando los primeros colores del arcoíris comenzaron a ondear frente a la emblemática Plaza del Divino Salvador del Mundo. A pesar de la incertidumbre generada en redes sociales, donde abundaban los rumores sobre una posible cancelación de la marcha por la diversidad sexual, la ciudad capital comenzaba a llenarse de esperanza, de resistencia y de orgullo.
Este año, la Marcha del Orgullo LGBTQ+ en El Salvador se desarrolló en un contexto tenso, en medio de un clima político que reprime y silencia a las voces disidentes.
“Aunque las estadísticas digan que no existimos, viviendo en El Salvador, un país donde hoy, después de décadas de avances, defender los derechos humanos es de nuevo una causa perseguida, criminalizada y silenciada”, afirmaron representantes de la Federación Salvadoreña LGBTQ+.
A pesar de la cancelación del festival cultural que usualmente acompaña la marcha, los colectivos decidieron seguir adelante con la movilización, priorizando el sentido original de la actividad: salir a las calles para visibilizarse, exigir respeto a sus derechos y recordar a quienes ya no están.
A la 1:30 p.m., una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la ciudad. Algunas de las personas presentes corrieron a refugiarse, mientras otras, debajo de sombrillas y de los escasos árboles en la plaza, decidieron mantenerse firmes. Los comentarios pesimistas no se hicieron esperar: “a lo mejor la cancelan por el clima”, “no se ve tanta gente como otros años”. Sin embargo, lo que siguió fue una muestra de resistencia: a las 2:05 p.m. las voces comenzaron a llamar a tomar las calles.
Visibilidad como resistencia
La marcha arrancó bajo una llovizna persistente. La Avenida Roosevelt y la Alameda Juan Pablo II se tiñeron de colores con banderas arcoíris, trans, lésbicas, bisexuales y otras que representan a los diversos sectores de la población LGBTQ. Cada bandera alzada fue un acto político, cada paso una declaración de existencia.
Desde la Plaza del Divino Salvador del Mundo hasta la Plaza Gerardo Barrios, frente a Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, la marcha se convirtió en un carnaval de dignidad. Carteles con frases como “El amor no se reprime”, “Mi existencia no es delito” o “Marcho por quien ya no puede hacerlo” se alzaron entre las multitudes.
La movilización fue también un espacio para recordar a quienes han perdido la vida por la discriminación y el rechazo. Familias que marcharon por hijos, hijas o amigues que se suicidaron a causa del estigma. Personas que caminaron por quienes aún viven en el miedo, por quienes no pudieron salir del clóset, por quienes se han ido del país huyendo de la violencia.
Arte, fe y rebeldía
Una de las escenas más llamativas fue protagonizada por Nelson Valle, un joven gay que marchó vestido como sacerdote.
“Hay muchas personas que secretamente asisten a ritos religiosos como en Semana Santa, y les gusta vivir en lo oculto. Pero la fe debe ser algo libre porque Dios es amor y es para todos”, dijo.
Valle utilizó su vestimenta como una forma de protesta contra las estructuras religiosas que aún condenan la diversidad sexual.
“Un ejemplo de persona que abrió el diálogo del respeto fue el papa Francisco, abrió la mente y muy adelantado a su tiempo, porque dejó claro que hay que escuchar a toda persona que quiere encontrar a Dios”, agregó.
La marcha también incluyó bandas musicales, grupos de cachiporristas, carrozas artísticas, colectivos provenientes de distintos puntos del país, y manifestaciones de orgullo en todas sus formas. Fue un mosaico cultural que mostró la riqueza y diversidad de la población LGBTQ en El Salvador.

Una lucha que persiste
Las organizaciones presentes coincidieron en su mensaje: la lucha por la igualdad y el reconocimiento no se detiene, a pesar de los intentos del Estado por invisibilizarlos.
“Nuestros cuerpos se niegan a ser borrados y a morir en la invisibilidad de registros que no guardan nuestros nombres ni nuestros géneros”, declararon representantes de la Federación.
Además, agregaron: “Desde este país que nos quiere callar, levantamos nuestras voces: ¡La comunidad LGBTIQ+ no se borra! ¡El Salvador también es nuestro! Construyamos, entre todes, un país donde podamos vivir con Orgullo.”
El ambiente fue de respeto, pero también de desconfianza. La presencia de agentes policiales no pasó desapercibida. Aunque no hubo reportes oficiales de violencia, varias personas expresaron su temor por posibles represalias.
“Marchar hoy es también un acto de valentía”, comentó Alejandra, una joven lesbiana que viajó desde Santa Ana para participar. “Pero tenemos derecho a vivir, a amar, a soñar. Y si nos detenemos, les damos la razón a quienes nos quieren ver en silencio.”
Rumbo al futuro
Concluida la marcha frente a Catedral y el Palacio Nacional, muchas personas permanecieron en la plaza compartiendo abrazos, fotos y palabras de aliento. No hubo festival, no hubo escenario, pero hubo algo más valioso: una comunidad que sigue viva, que sigue resistiendo.
Los retos son muchos: falta de leyes de protección y que apoye las identidades de las personas trans, discriminación laboral, violencia por prejuicio, rechazo familiar, y una narrativa estatal que pretende que no existen. Pero la marcha del 28 de junio demostró que, aunque el camino sea cuesta arriba, la dignidad y el orgullo no se borran.
La lucha por un El Salvador más justo, más plural y más inclusivo continúa. En palabras de uno de los carteles más llamativos de ese día: “No estamos aquí para pedir permiso, estamos aquí para recordar que también somos parte de este país”.
Colombia
Colombia avanza hacia la igualdad para personas trans
Fue aprobado en Comisión Primera de la Cámara la Ley Integral Trans

En un hecho histórico para los derechos humanos en Colombia, la Comisión Primera de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate el Proyecto de Ley 122 de 2024, conocido como la Ley Integral Trans, que busca garantizar la igualdad efectiva de las personas con identidades de género diversas en el país. Esta iniciativa, impulsada por más de cien organizaciones sociales defensoras de los derechos LGBTQ, congresistas de la comisión por la Diversidad y personas trans, representa un paso decisivo hacia el reconocimiento pleno de derechos para esta población históricamente marginada.
La Ley Integral Trans propone un marco normativo robusto para enfrentar la discriminación y promover la inclusión. Entre sus principales ejes se destacan el acceso a servicios de salud con enfoque diferencial, el reconocimiento de la identidad de género en todos los ámbitos de la vida, la creación de programas de empleo y educación para personas trans, así como medidas para garantizar el acceso a la justicia y la protección frente a violencias basadas en prejuicios.
Detractores hablan de ‘imposición ideológica
Sin embargo, el avance del proyecto no ha estado exento de polémicas. Algunos sectores conservadores han señalado que la iniciativa representa una “imposición ideológica”. La senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal anunció públicamente que se opondrá al proyecto de Ley Integral Trans cuando llegue al Senado, argumentando que “todas las personas deben ser tratadas por igual” y que esta propuesta vulneraría un principio constitucional. Estas declaraciones anticipan un debate intenso en las próximas etapas legislativas.
El proyecto también establecelineamientos claros para que las instituciones públicas respeten el nombre y el género con los que las personas trans se identifican, en concordancia con su identidad de género, y contempla procesos de formación y sensibilización en entidades estatales. Además, impulsa políticas públicas en contextos clave como el trabajo, la educación, la cultura y el deporte, promoviendo una vida libre de discriminación y con garantías plenas de participación.
¿Qué sigue para que sea ley?
La Ley aún debe superar varios debates legislativos, incluyendo la plenaria en la Cámara y luego el paso al Senado; pero la sola aprobación en Comisión Primera ya constituye un hito en la lucha por la igualdad y la dignidad de las personas trans en Colombia. En un país donde esta población enfrenta altos niveles de exclusión, violencia y barreras estructurales, este avance legislativo renueva la esperanza de una transformación real.
Desde www.orgullolgbt.co, celebramos este logro, invitamos a unirnos en esta causa impulsándola en los círculos a los que tengamos acceso y reiteramos nuestro compromiso con la visibilidad, los derechos y la vida digna de las personas trans. La #LeyIntegralTrans bautizada “Ley Sara Millerey” en honor de la mujer trans recientemente asesinada en Bello, Antioquia (ver más aquí); no es solo una propuesta normativa: es un acto de justicia que busca asegurar condiciones reales para que todas las personas puedan vivir con libertad, seguridad y respeto por su identidad.
Noticias en Español
¿Hasta cuándo esperaremos el permiso para amar?
El nuevo Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”

Las recientes declaraciones del Papa León XIV han reactivado un debate de enorme peso espiritual y pastoral: ¿cómo entiende la Iglesia el amor, la familia y la dignidad de las personas en toda su diversidad?
En su primer discurso oficial ante el cuerpo diplomático del Vaticano, el 16 de mayo de 2025, el Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”. Estas palabras, pronunciadas con claridad y convicción, reafirman la posición doctrinal tradicional sobre el matrimonio, el aborto y la llamada “ideología de género”. Pero para muchos, estas afirmaciones reabren heridas, traen a la superficie el dolor de sentirse nuevamente al margen, y avivan preguntas que no han encontrado todavía un espacio real de escucha dentro de la Iglesia.
Estas posturas no son nuevas. Ya en 2016, como obispo de Chiclayo, Perú, León XIV expresó su oposición a los programas de educación con perspectiva de género, argumentando que “buscan crear géneros que no existen” y defendiendo una visión binaria de la creación.
Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco —cuyo pontificado marcó una apertura tímida pero significativa hacia una pastoral de la misericordia—, la elección de León XIV suscitó tanto esperanzas como preocupaciones. Francisco, aunque enfrentó resistencias internas, dejó gestos importantes: la bendición a parejas del mismo sexo, el lenguaje de acogida y las exhortaciones a no cerrar las puertas. Pero sus esfuerzos, por valiosos que fueran, no dejaron de ser esfuerzos, porque la estructura misma de la Iglesia, anclada en siglos de doctrina conservadora, reaccionó con oposición firme, limitando cualquier posibilidad real de transformación profunda.
En mi artículo anterior “Cuando el humo blanco no es suficiente” (Pride Society Magazine, abril 2025), advertía que el humo de la elección papal no podía ser tomado como garantía de cambio. La emoción del momento, sin acciones concretas, corre el riesgo de volverse solo un símbolo sin sustancia. Hoy, esas palabras cobran nueva vigencia.
Pero este artículo no es una condena a ninguna iglesia. No es un ataque ni una burla. Es una reflexión desde la fe. Es un clamor desde el corazón pastoral de quienes acompañamos a muchas personas heridas por un discurso que, en nombre de Dios, ha excluido más que ha abrazado.
¿Por qué seguimos esperando el permiso para amar?
¿Por qué seguimos buscando validación en instituciones que, a menudo, nos han negado su respeto?
No pedimos aceptación como una concesión. Exigimos respeto como un derecho. El Evangelio no fue escrito para algunos. Fue proclamado para todos.
Y es aquí donde debemos detenernos. Porque muchas veces, frente a declaraciones como estas, el miedo nos asalta, nos invade y nos paraliza. Nos deja vacilantes. Dudamos de nuestro valor, de nuestra fe, de nuestro lugar en la comunidad. Pero en medio de esas sombras, el Evangelio alza su voz con claridad:
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).
Ese amor no viene de doctrinas. Viene de Dios. Y quien vive en ese amor, no tiene por qué temer.
También es necesario reconocer que quienes tenemos la responsabilidad de enseñar, predicar y liderar en las iglesias, no siempre medimos el poder de nuestras palabras. Con frecuencia, hemos usado la Biblia y las doctrinas como fusiles, y hemos arrinconado a quienes no encajan en nuestras categorías teológicas. ¿De qué sirve hablar de inclusión si no escuchamos? ¿De qué sirve predicar el amor si excluimos con nuestras prácticas?
La Iglesia —toda Iglesia— está llamada a reflejar el corazón de Dios. Y ese corazón no clasifica, no discrimina, no teme a la diversidad. Ese corazón solo sabe amar.
Como dijo el apóstol Pablo:
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gál 3:28).
Hoy repito con fuerza: el Dios que conozco no condena el amor. El Dios que conozco condena el odio.
Y mientras haya personas que aman, que buscan justicia, que luchan por ser quienes son sin miedo, Dios seguirá caminando con ellas.
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