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Informe documenta la situación de defensores LGBTQ en Centroamérica
SOMOS CDC en Honduras lanzó el proyecto con la Fundación Arcus


TEGUCIGALPA, Honduras — El Centro para el Desarrollo y la Cooperación LGBTI (SOMOS CDC) en Honduras, en colaboración con la Fundación Arcus, lanzó recientemente el informe sobre la situación de los defensores LGBTQ en Centroamérica.
El informe, “Situación de las y los defensores LGBTI en Centroamérica”, tiene como objetivo fortalecer los mecanismos de monitoreo y observación de los derechos humanos de las y los defensores LGBTQ en la región centroamericana.
“Nosotros como SOMOS CDC, tuvimos la hipótesis que los demás países centroamericanos, compartían nuestra misma realidad con respecto a crímenes de odio contra las personas LGBTI, las tazas de impunidad que existen alrededor de estos crímenes, la corrupción y la falta de mecanismos de protección a las y los defensores LGBTI. Por ello decidimos realizar esta investigación”, expresa al Washington Blade Abner Jiménez, gerente de derechos civiles y políticos de SOMOS CDC.
De acuerdo a dicho informe, los países de la región central de América aún no cuentan con normativas claras que sirvan como garantías para las personas LGBTQ, si bien en algunos existen ciertos avances, aún se mantienen muchos vacíos que permiten la vulneración de las personas LGBTQ en cada uno de los Estados.
Entre los resultados de instrumentos jurídicos internacionales suscritos por los Estados centroamericanos, en materia de derechos de las personas LGBTQ, el informe habla de dos resoluciones emitidas por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y aprobadas por la Asamblea General; una en 2011 y otra 2014, esta última se conoce como “Derechos Humanos, Orientación Sexual e Identidad y Expresión de Género”.
Y según información recolectada de Human Rights Watch en el 2014, de los siete países centroamericanos, únicamente aparecen Costa Rica votando a favor, Honduras y Nicaragua se muestran como co-patrocinadores.
“A esta investigación tratamos de darle un aspecto muy amplio, pues hablamos sobre crímenes, violencia, discriminación, estigma y la carencia de legislación en cada uno de los países, que pueda proteger a las personas LGBTI”, comenta al Blade Jiménez.
Según los datos recabados por SOMOS CDC de la Agencia Presentes, en el año 2019 se registraron 67 crímenes por odio en el Triángulo Norte de Centro América, 34 en Honduras, 24 en Guatemala y nueve en El Salvador; estos casos en su mayoría hombres gays y mujeres trans, aunque también se muestran casos de mujeres lesbianas en Honduras y Guatemala.
Un dato importante que arroja la investigación de SOMOS CDC es que en Costa Rica, podría existir una invisibilización de los casos de violencia hacia las personas LGBTQ, esto es por la no existencia de normativas específicas que sancionen la discriminación por orientación sexual e identidad de género, de esta manera no se puede tener denuncias registradas al respecto.
Personas LGBTQ ante coronavirus
Con la crisis vivida por la pandemia del coronavirus, se han producido muchas consecuencias a nivel mundial entre ellas las normas de confinamiento, distanciamiento social y restricción de garantías constitucionales, entre otros; la región central de América no ha sido la excepción, en su mayoría los países centroamericanos han tenido que adaptarse a la pandemia y las diversas situaciones que esta ha provocado.
Los grupos vulnerables como la población LGBTQ, son los que más se pueden ver afectados y los que menos cuentan con herramientas y posibilidades para enfrentar las crisis.
Entre las afectaciones documentadas en el informe, se encuentran unas políticas públicas en materia de derechos humanos que incluía a las personas LGBTQ, en Belice y Guatemala, ambas iniciativas se vieron pospuestas debido a la emergencia que se vivió debido a la pandemia.
La situación económica y laboral que enfrenta la población LGBTQ en este tiempo de pandemia, también se ven reflejadas en la investigación.
“Ahora durante el COVID, para todo mundo es bien conocido que el tema de trabajo es muy escaso para las poblaciones trans y se ha tomado la opción de trabajar de manera independiente, el COVID ha venido a devastar toda la economía de las personas de la diversidad sexual que trabajan de manera informal”, expresa Castillo de Guatemala, una de las personas LGBTQ entrevistadas en el informe de SOMOS CDC.
“Ahora en tiempos de pandemia la desigualdad se ha amplificado y la población LGTBI se ve afectada su calidad de vida de forma directa, ya que tienen trabajos independientes o pertenecen a trabajo informales”, comparte en el informe Luna de Panamá.
Defensores y defensoras de la población LGBTQ
Según declaración adjuntas al informe, realizadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en en el año 2015, todas las personas que defienden los derechos humanos se encuentran expuestas a vulneraciones en sus propios derechos y violencia, no obstante, existen ciertos grupos de defensores y defensoras que debido a las causas o personas que defienden, encuentran mayores obstáculos para el ejercicio de su labor, entre ellos, las personas defensoras de los derechos humanos de las personas LGBTQ.
Entre los casos expuestos en el informe, está el de Erika Castellano, una mujer trans, abogada y defensora de los derechos de las personas LGBTQ en Belice quien se vio obligada a migrar a Holanda debido a las amenazas recibidas.
El informe muestra diversos casos de la vulneración a defensores y defensoras de derechos humanos de las personas LGBTQ en la región, entre ellos tambien los crímenes por odio en El Salvador de Tania Vásquez de COMCAVIS TRANS en 2017 y Francela Méndez de Colectivo Alejandría en 2015.
Ambas mujeres trans salvadoreñas defensoras fueron asesinadas con lujo de barbarie según la información compartida por Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho en El Salvador.
“Trabajar en la defensa de derechos humanos, es una labor muy ardua, pues es lenta, progresiva, que tarda años para ver un resultado, es el mismo contexto en todos los países”, menciona al Blade Jiménez de SOMOS CDC.
Además, el informe menciona que desde las y los defensores no se identifican mecanismos de protección estructurados o establecidos en la región Centroamérica, dirigidos a personas defensoras de derechos humanos de cada uno de los países, a lo único que se hace mención, es a fondos para seguridad y medidas de protección aisladas de parte de organizaciones y organismos de carácter internacional como JASS, ACNUR, Amnistía Internacional y Frontline Defenders.
“Como defensores y defensoras en Centroamérica, debemos seguir en la lucha para lograr nuestros objetivos que son a largo plazo”, agrega Jiménez, quien además comenta sobre un proyecto a nivel regional.
Dicho proyecto tiene como objetivo intercambiar experiencias del contexto propio de cada país, contado desde referentes de defensores y defensoras en cada uno de los países centroamericanos, para el cual se han sumado organizaciones como el Instituto Sobre Refugio LGBTIQ para Centroamérica (IRCA CASAMIERTA) de Costa Rica, Asociación Nicaragüense de Transgéneras (ANIT) de Nicaragua, Asociación LAMBDA de Guatemala y COMCAVIS TRANS de El Salvador.
De esta manera SOMOS CDC, espera comenzar un trabajo regional que ayude en un futuro a la creación de mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos a nivel centroamericano.

El Salvador
La marcha LGBTQ desafía el silencio en El Salvador
Se realizó el evento en San Salvador bajo la lluvia, pero con orgullo

SAN SALVADOR, El Salvador — El reloj marcaba el mediodía cuando los primeros colores del arcoíris comenzaron a ondear frente a la emblemática Plaza del Divino Salvador del Mundo. A pesar de la incertidumbre generada en redes sociales, donde abundaban los rumores sobre una posible cancelación de la marcha por la diversidad sexual, la ciudad capital comenzaba a llenarse de esperanza, de resistencia y de orgullo.
Este año, la Marcha del Orgullo LGBTQ+ en El Salvador se desarrolló en un contexto tenso, en medio de un clima político que reprime y silencia a las voces disidentes.
“Aunque las estadísticas digan que no existimos, viviendo en El Salvador, un país donde hoy, después de décadas de avances, defender los derechos humanos es de nuevo una causa perseguida, criminalizada y silenciada”, afirmaron representantes de la Federación Salvadoreña LGBTQ+.
A pesar de la cancelación del festival cultural que usualmente acompaña la marcha, los colectivos decidieron seguir adelante con la movilización, priorizando el sentido original de la actividad: salir a las calles para visibilizarse, exigir respeto a sus derechos y recordar a quienes ya no están.
A la 1:30 p.m., una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la ciudad. Algunas de las personas presentes corrieron a refugiarse, mientras otras, debajo de sombrillas y de los escasos árboles en la plaza, decidieron mantenerse firmes. Los comentarios pesimistas no se hicieron esperar: “a lo mejor la cancelan por el clima”, “no se ve tanta gente como otros años”. Sin embargo, lo que siguió fue una muestra de resistencia: a las 2:05 p.m. las voces comenzaron a llamar a tomar las calles.
Visibilidad como resistencia
La marcha arrancó bajo una llovizna persistente. La Avenida Roosevelt y la Alameda Juan Pablo II se tiñeron de colores con banderas arcoíris, trans, lésbicas, bisexuales y otras que representan a los diversos sectores de la población LGBTQ. Cada bandera alzada fue un acto político, cada paso una declaración de existencia.
Desde la Plaza del Divino Salvador del Mundo hasta la Plaza Gerardo Barrios, frente a Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, la marcha se convirtió en un carnaval de dignidad. Carteles con frases como “El amor no se reprime”, “Mi existencia no es delito” o “Marcho por quien ya no puede hacerlo” se alzaron entre las multitudes.
La movilización fue también un espacio para recordar a quienes han perdido la vida por la discriminación y el rechazo. Familias que marcharon por hijos, hijas o amigues que se suicidaron a causa del estigma. Personas que caminaron por quienes aún viven en el miedo, por quienes no pudieron salir del clóset, por quienes se han ido del país huyendo de la violencia.
Arte, fe y rebeldía
Una de las escenas más llamativas fue protagonizada por Nelson Valle, un joven gay que marchó vestido como sacerdote.
“Hay muchas personas que secretamente asisten a ritos religiosos como en Semana Santa, y les gusta vivir en lo oculto. Pero la fe debe ser algo libre porque Dios es amor y es para todos”, dijo.
Valle utilizó su vestimenta como una forma de protesta contra las estructuras religiosas que aún condenan la diversidad sexual.
“Un ejemplo de persona que abrió el diálogo del respeto fue el papa Francisco, abrió la mente y muy adelantado a su tiempo, porque dejó claro que hay que escuchar a toda persona que quiere encontrar a Dios”, agregó.
La marcha también incluyó bandas musicales, grupos de cachiporristas, carrozas artísticas, colectivos provenientes de distintos puntos del país, y manifestaciones de orgullo en todas sus formas. Fue un mosaico cultural que mostró la riqueza y diversidad de la población LGBTQ en El Salvador.

Una lucha que persiste
Las organizaciones presentes coincidieron en su mensaje: la lucha por la igualdad y el reconocimiento no se detiene, a pesar de los intentos del Estado por invisibilizarlos.
“Nuestros cuerpos se niegan a ser borrados y a morir en la invisibilidad de registros que no guardan nuestros nombres ni nuestros géneros”, declararon representantes de la Federación.
Además, agregaron: “Desde este país que nos quiere callar, levantamos nuestras voces: ¡La comunidad LGBTIQ+ no se borra! ¡El Salvador también es nuestro! Construyamos, entre todes, un país donde podamos vivir con Orgullo.”
El ambiente fue de respeto, pero también de desconfianza. La presencia de agentes policiales no pasó desapercibida. Aunque no hubo reportes oficiales de violencia, varias personas expresaron su temor por posibles represalias.
“Marchar hoy es también un acto de valentía”, comentó Alejandra, una joven lesbiana que viajó desde Santa Ana para participar. “Pero tenemos derecho a vivir, a amar, a soñar. Y si nos detenemos, les damos la razón a quienes nos quieren ver en silencio.”
Rumbo al futuro
Concluida la marcha frente a Catedral y el Palacio Nacional, muchas personas permanecieron en la plaza compartiendo abrazos, fotos y palabras de aliento. No hubo festival, no hubo escenario, pero hubo algo más valioso: una comunidad que sigue viva, que sigue resistiendo.
Los retos son muchos: falta de leyes de protección y que apoye las identidades de las personas trans, discriminación laboral, violencia por prejuicio, rechazo familiar, y una narrativa estatal que pretende que no existen. Pero la marcha del 28 de junio demostró que, aunque el camino sea cuesta arriba, la dignidad y el orgullo no se borran.
La lucha por un El Salvador más justo, más plural y más inclusivo continúa. En palabras de uno de los carteles más llamativos de ese día: “No estamos aquí para pedir permiso, estamos aquí para recordar que también somos parte de este país”.
Colombia
Colombia avanza hacia la igualdad para personas trans
Fue aprobado en Comisión Primera de la Cámara la Ley Integral Trans

En un hecho histórico para los derechos humanos en Colombia, la Comisión Primera de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate el Proyecto de Ley 122 de 2024, conocido como la Ley Integral Trans, que busca garantizar la igualdad efectiva de las personas con identidades de género diversas en el país. Esta iniciativa, impulsada por más de cien organizaciones sociales defensoras de los derechos LGBTQ, congresistas de la comisión por la Diversidad y personas trans, representa un paso decisivo hacia el reconocimiento pleno de derechos para esta población históricamente marginada.
La Ley Integral Trans propone un marco normativo robusto para enfrentar la discriminación y promover la inclusión. Entre sus principales ejes se destacan el acceso a servicios de salud con enfoque diferencial, el reconocimiento de la identidad de género en todos los ámbitos de la vida, la creación de programas de empleo y educación para personas trans, así como medidas para garantizar el acceso a la justicia y la protección frente a violencias basadas en prejuicios.
Detractores hablan de ‘imposición ideológica
Sin embargo, el avance del proyecto no ha estado exento de polémicas. Algunos sectores conservadores han señalado que la iniciativa representa una “imposición ideológica”. La senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal anunció públicamente que se opondrá al proyecto de Ley Integral Trans cuando llegue al Senado, argumentando que “todas las personas deben ser tratadas por igual” y que esta propuesta vulneraría un principio constitucional. Estas declaraciones anticipan un debate intenso en las próximas etapas legislativas.
El proyecto también establecelineamientos claros para que las instituciones públicas respeten el nombre y el género con los que las personas trans se identifican, en concordancia con su identidad de género, y contempla procesos de formación y sensibilización en entidades estatales. Además, impulsa políticas públicas en contextos clave como el trabajo, la educación, la cultura y el deporte, promoviendo una vida libre de discriminación y con garantías plenas de participación.
¿Qué sigue para que sea ley?
La Ley aún debe superar varios debates legislativos, incluyendo la plenaria en la Cámara y luego el paso al Senado; pero la sola aprobación en Comisión Primera ya constituye un hito en la lucha por la igualdad y la dignidad de las personas trans en Colombia. En un país donde esta población enfrenta altos niveles de exclusión, violencia y barreras estructurales, este avance legislativo renueva la esperanza de una transformación real.
Desde www.orgullolgbt.co, celebramos este logro, invitamos a unirnos en esta causa impulsándola en los círculos a los que tengamos acceso y reiteramos nuestro compromiso con la visibilidad, los derechos y la vida digna de las personas trans. La #LeyIntegralTrans bautizada “Ley Sara Millerey” en honor de la mujer trans recientemente asesinada en Bello, Antioquia (ver más aquí); no es solo una propuesta normativa: es un acto de justicia que busca asegurar condiciones reales para que todas las personas puedan vivir con libertad, seguridad y respeto por su identidad.
Noticias en Español
¿Hasta cuándo esperaremos el permiso para amar?
El nuevo Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”

Las recientes declaraciones del Papa León XIV han reactivado un debate de enorme peso espiritual y pastoral: ¿cómo entiende la Iglesia el amor, la familia y la dignidad de las personas en toda su diversidad?
En su primer discurso oficial ante el cuerpo diplomático del Vaticano, el 16 de mayo de 2025, el Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”. Estas palabras, pronunciadas con claridad y convicción, reafirman la posición doctrinal tradicional sobre el matrimonio, el aborto y la llamada “ideología de género”. Pero para muchos, estas afirmaciones reabren heridas, traen a la superficie el dolor de sentirse nuevamente al margen, y avivan preguntas que no han encontrado todavía un espacio real de escucha dentro de la Iglesia.
Estas posturas no son nuevas. Ya en 2016, como obispo de Chiclayo, Perú, León XIV expresó su oposición a los programas de educación con perspectiva de género, argumentando que “buscan crear géneros que no existen” y defendiendo una visión binaria de la creación.
Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco —cuyo pontificado marcó una apertura tímida pero significativa hacia una pastoral de la misericordia—, la elección de León XIV suscitó tanto esperanzas como preocupaciones. Francisco, aunque enfrentó resistencias internas, dejó gestos importantes: la bendición a parejas del mismo sexo, el lenguaje de acogida y las exhortaciones a no cerrar las puertas. Pero sus esfuerzos, por valiosos que fueran, no dejaron de ser esfuerzos, porque la estructura misma de la Iglesia, anclada en siglos de doctrina conservadora, reaccionó con oposición firme, limitando cualquier posibilidad real de transformación profunda.
En mi artículo anterior “Cuando el humo blanco no es suficiente” (Pride Society Magazine, abril 2025), advertía que el humo de la elección papal no podía ser tomado como garantía de cambio. La emoción del momento, sin acciones concretas, corre el riesgo de volverse solo un símbolo sin sustancia. Hoy, esas palabras cobran nueva vigencia.
Pero este artículo no es una condena a ninguna iglesia. No es un ataque ni una burla. Es una reflexión desde la fe. Es un clamor desde el corazón pastoral de quienes acompañamos a muchas personas heridas por un discurso que, en nombre de Dios, ha excluido más que ha abrazado.
¿Por qué seguimos esperando el permiso para amar?
¿Por qué seguimos buscando validación en instituciones que, a menudo, nos han negado su respeto?
No pedimos aceptación como una concesión. Exigimos respeto como un derecho. El Evangelio no fue escrito para algunos. Fue proclamado para todos.
Y es aquí donde debemos detenernos. Porque muchas veces, frente a declaraciones como estas, el miedo nos asalta, nos invade y nos paraliza. Nos deja vacilantes. Dudamos de nuestro valor, de nuestra fe, de nuestro lugar en la comunidad. Pero en medio de esas sombras, el Evangelio alza su voz con claridad:
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).
Ese amor no viene de doctrinas. Viene de Dios. Y quien vive en ese amor, no tiene por qué temer.
También es necesario reconocer que quienes tenemos la responsabilidad de enseñar, predicar y liderar en las iglesias, no siempre medimos el poder de nuestras palabras. Con frecuencia, hemos usado la Biblia y las doctrinas como fusiles, y hemos arrinconado a quienes no encajan en nuestras categorías teológicas. ¿De qué sirve hablar de inclusión si no escuchamos? ¿De qué sirve predicar el amor si excluimos con nuestras prácticas?
La Iglesia —toda Iglesia— está llamada a reflejar el corazón de Dios. Y ese corazón no clasifica, no discrimina, no teme a la diversidad. Ese corazón solo sabe amar.
Como dijo el apóstol Pablo:
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gál 3:28).
Hoy repito con fuerza: el Dios que conozco no condena el amor. El Dios que conozco condena el odio.
Y mientras haya personas que aman, que buscan justicia, que luchan por ser quienes son sin miedo, Dios seguirá caminando con ellas.