La marcha del Orgullo LGBTIQ+ más grande desde antes de la pandemia, sucedió en un contexto de incremento de discursos transfóbicos y una escalada de violencia y crímenes de odio hacia personas LGBTIQ+, particularmente a personas trans.
En lo que va del 2023, 19 personas LGBTQI+ han sido asesinadas, más de la mitad mujeres trans, cuyas muertes se suman a por lo menos 453 asesinatos motivados por el odio hacia la comunidad LGBTQI+ de los últimos cinco años, según Letra S.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
Decenas de miles de personas asistieron a la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ de la ciudad de México partiendo desde el Ángel de la Independencia, camino al zócalo; el lema de este año fue Libertad, justicia, dignidad…¡A nosotres jamás nos borrarán!.
La convocatoria de esta edición excluyó a los camiones alegórico. Para la XLV edición de la marcha se conformó un Bloque Disidente, integrado por organizaciones que dentro de la marcha del orgullo que acusan que algunas empresas, figuras políticas y partidos aprovechan para fingir que son incluyentes y promueven los derechos humanos, pero en realidad no lo son. Entre sus demandas está la exigencia de una ley integral para las poblaciones trans como ya existe en países como España.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
#YoMarchoAPie se convirtió en un llamado desde las exigencias de organizaciones y colectivas contra la comercialización de la marcha y un llamado a empresas y políticos a no lucrar con la lucha LGBTIQ+. Dentro de las demandas del Bloque Disidente conformado por un grupo diverso de personas adultas mayores, personas racionalizadas, personas en situación de calle, trabajadoras sexuales, personas viviendo con vih/sida, personas trans, mujeres trans, que señalan omisión estatal, legislativa, falta de acceso a la salud, discriminación y la escalada de la violencia y transfeminicidios.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
Tan solo unos días antes de la marcha, el martes 20 de junio se reportó que la activista LGBTIQ+, Ivanna Divina Johns fue ejecutada en su tienda de ropa, días después de haber denunciado en redes sociales que en 2021 habían quemado su establecimiento.
Durante manifestaciones previas a la marcha del orgullo, en la 3a edición de la Marcha Lencha se denunció también el multihomicidio de la pareja lesbomaternal de Isabel Herrera, de 32 años, su pareja Concepción González de 47 y sus dos hijos, así como la ola de transfeminicidios.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
Diversos grupos organizaciones y activistas LGBTQI+ han advertido sobre la cooptación de corporaciones y partidos políticos a la movilización, ya que existen muchas marchas y personalidades cuya visibilidad es solamente durante el mes del orgullo y su participación no se traduce en beneficios para la población LGBTIQ+, pero sí una oportunidad incalculable de visibilidad y marketing.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
Previo a la marcha, activistas, miembros de colectivas y usuarios de redes han reprobado la asociación de personalidades que poco contexto tienen con la lucha de los derechos para la diversidad, por lo que en esta edición se ha marcado un precedente sobre la participación y raíces de la Marcha del Orgullo, para regresar a las bases del movimiento, la protesta, la fiesta, la exigibilidad de derechos, la denuncia de violaciones de derechos y la exigencia de justicia por las violencias y crímenes de odio.
“A José Eduardo lo mataron al grito de maricón”.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
Se pudieron leer en pancartas de asistentes a la marcha, recordando el llamado a la justicia de la lucha que inició la madre de Jose Eduardo Ravelo, joven de 23 años originario de Veracruz que fue detenido arbitrariamente por policías municipales en centro de Mérida por “parecer sospechoso”, y que fue golpeado, torturado y violado, cuando solo iba a una entrevista de trabajo en 2021. Días después, los cuatro policías acusados por la tortura y asesinato fueron liberados.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
La Comisión Nacional de Derechos Humanos en su recomendación CNDH/1/2021/6671/VG menciona que se cuentan con elementos suficientes para acreditar las violaciones graves a derechos humanos a la vida, libertad e integridad personal y seguridad jurídica con motivo de la retención ilegal y tortura derivada del uso excesivo de la fuerza, y como consecuencia la privación de la vida de PV, imputables a autoridades del estado de Yucatán y el municipio de Mérida.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
#JUSTICIAPARAMICHEL
Dentro de las consignas, posicionamientos, y mensajes en los carteles y mantas también se incluyó el asesinato del activista Michel Castro, un hombre gay y con sordera de 32 años que fue visto en la marcha del orgullo LGBTIQ+ de Puerto Vallarta este mismo año. Estuvo 10 día desaparecido y su cuerpo fue encontrado con signos de violencia en un predio baldío cercano a donde vivía. Activistas exigieron que se investigue como un crimen de odio.
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
“El día de hoy estamos pidiendo una ley para tipificar los feminicidios. Ya no queremos sus migajas, hoy queremos una ley integral trans, que pueda cubrir las cuatro áreas más importantes donde se vulneran mayormente a las personas trans y que es salud, educación, vivienda y trabajo […] Nos entierran como si fuéramos basura, como si nuestras vidas no valieran, así nos entierran a las mujeres trans cuando son asesinadas. AQUÍ ESTÁ LA RESISTENCIA TRANS”.
– Victoria Sámano, activista trans y defensora de derechos de mujeres de la población LGBTQI+ en situación, fundadora de LLECA – Escuchando la calle.
Las actividades que organizó el Bloque Disidente estuvieron conformadas por un contingente encabezado por poblaciones históricamente vulneradas. Se incluyó la clausura simbólica de automotores, mantas intervenidas por personas LGBTIQ+ en situación de calle, manta contra la serofobia, manta intervenida por estudiantes LGBTIQ+, un “piñatón” para romper la inacción, la indiferencia y el acoso, perfomances con pronunciamiento de la comunidad ballroom, un “Roll call” de la comunidad ballroom y pintas de concientización sobre salud pública.
“Por las que no fueron reconocidas o reclamadas”,
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
Se lee en otro cartel sobre los transfeminicidios de mujeres trans asesinadas que al no ser reconocidos, acaban en fosas comunes, situación que ha inspirado la lucha de la defensora de derechos humanos y activista, Kenya Cuevas, que comenzó con el asesinato de su compañera Paola Buenrostro, primer transfeminicidio reconocido en CDMX, y cuyo trabajo continúa para evitar que ninguna mujer trans asesinada tenga ese destino y que dio origen al Mausoleo Tiresias, cuya primera piedra fue puesta en el panteón civil de San Lorenzo, en la alcaldía Iztapalapa en mayo del presente año .
(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)(Foto: The New Gay Times/Haarón Álvarez)
Sigamos haciendo que los datos circulen, involucrémonos en los procesos de justicia, elevemos el costo político de la aprobación de leyes discriminatorias, sumémonos a organizaciones y grupos de la sociedad civil. El arma más efectiva que tenemos frente al odio es el conocimiento. Aprovechemos cada oportunidad para sensibilizar a aquellas personas que no lo estén (sobre todo a las cercanas), hablemos de la violencia pero también de sus raíces y nuestra alta tolerancia, hablemos de cómo romper el ciclo, cómo prevenirla y qué necesitamos exigirle a las autoridades para castigarla. Hablemos del valor humano que se nos escapa con cada vida que perdemos por crímenes de odio a manos de la transfobia.
SAN SALVADOR, El Salvador — El reloj marcaba el mediodía cuando los primeros colores del arcoíris comenzaron a ondear frente a la emblemática Plaza del Divino Salvador del Mundo. A pesar de la incertidumbre generada en redes sociales, donde abundaban los rumores sobre una posible cancelación de la marcha por la diversidad sexual, la ciudad capital comenzaba a llenarse de esperanza, de resistencia y de orgullo.
Este año, la Marcha del Orgullo LGBTQ+ en El Salvador se desarrolló en un contexto tenso, en medio de un clima político que reprime y silencia a las voces disidentes.
“Aunque las estadísticas digan que no existimos, viviendo en El Salvador, un país donde hoy, después de décadas de avances, defender los derechos humanos es de nuevo una causa perseguida, criminalizada y silenciada”, afirmaron representantes de la Federación Salvadoreña LGBTQ+.
A pesar de la cancelación del festival cultural que usualmente acompaña la marcha, los colectivos decidieron seguir adelante con la movilización, priorizando el sentido original de la actividad: salir a las calles para visibilizarse, exigir respeto a sus derechos y recordar a quienes ya no están.
A la 1:30 p.m., una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la ciudad. Algunas de las personas presentes corrieron a refugiarse, mientras otras, debajo de sombrillas y de los escasos árboles en la plaza, decidieron mantenerse firmes. Los comentarios pesimistas no se hicieron esperar: “a lo mejor la cancelan por el clima”, “no se ve tanta gente como otros años”. Sin embargo, lo que siguió fue una muestra de resistencia: a las 2:05 p.m. las voces comenzaron a llamar a tomar las calles.
Visibilidad como resistencia
La marcha arrancó bajo una llovizna persistente. La Avenida Roosevelt y la Alameda Juan Pablo II se tiñeron de colores con banderas arcoíris, trans, lésbicas, bisexuales y otras que representan a los diversos sectores de la población LGBTQ. Cada bandera alzada fue un acto político, cada paso una declaración de existencia.
Desde la Plaza del Divino Salvador del Mundo hasta la Plaza Gerardo Barrios, frente a Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, la marcha se convirtió en un carnaval de dignidad. Carteles con frases como “El amor no se reprime”, “Mi existencia no es delito” o “Marcho por quien ya no puede hacerlo” se alzaron entre las multitudes.
La movilización fue también un espacio para recordar a quienes han perdido la vida por la discriminación y el rechazo. Familias que marcharon por hijos, hijas o amigues que se suicidaron a causa del estigma. Personas que caminaron por quienes aún viven en el miedo, por quienes no pudieron salir del clóset, por quienes se han ido del país huyendo de la violencia.
Arte, fe y rebeldía
Una de las escenas más llamativas fue protagonizada por Nelson Valle, un joven gay que marchó vestido como sacerdote.
“Hay muchas personas que secretamente asisten a ritos religiosos como en Semana Santa, y les gusta vivir en lo oculto. Pero la fe debe ser algo libre porque Dios es amor y es para todos”, dijo.
Valle utilizó su vestimenta como una forma de protesta contra las estructuras religiosas que aún condenan la diversidad sexual.
“Un ejemplo de persona que abrió el diálogo del respeto fue el papa Francisco, abrió la mente y muy adelantado a su tiempo, porque dejó claro que hay que escuchar a toda persona que quiere encontrar a Dios”, agregó.
La marcha también incluyó bandas musicales, grupos de cachiporristas, carrozas artísticas, colectivos provenientes de distintos puntos del país, y manifestaciones de orgullo en todas sus formas. Fue un mosaico cultural que mostró la riqueza y diversidad de la población LGBTQ en El Salvador.
(Foto de Ernesto Valle por el Washington Blade)
Una lucha que persiste
Las organizaciones presentes coincidieron en su mensaje: la lucha por la igualdad y el reconocimiento no se detiene, a pesar de los intentos del Estado por invisibilizarlos.
“Nuestros cuerpos se niegan a ser borrados y a morir en la invisibilidad de registros que no guardan nuestros nombres ni nuestros géneros”, declararon representantes de la Federación.
Además, agregaron: “Desde este país que nos quiere callar, levantamos nuestras voces: ¡La comunidad LGBTIQ+ no se borra! ¡El Salvador también es nuestro! Construyamos, entre todes, un país donde podamos vivir con Orgullo.”
El ambiente fue de respeto, pero también de desconfianza. La presencia de agentes policiales no pasó desapercibida. Aunque no hubo reportes oficiales de violencia, varias personas expresaron su temor por posibles represalias.
“Marchar hoy es también un acto de valentía”, comentó Alejandra, una joven lesbiana que viajó desde Santa Ana para participar. “Pero tenemos derecho a vivir, a amar, a soñar. Y si nos detenemos, les damos la razón a quienes nos quieren ver en silencio.”
Rumbo al futuro
Concluida la marcha frente a Catedral y el Palacio Nacional, muchas personas permanecieron en la plaza compartiendo abrazos, fotos y palabras de aliento. No hubo festival, no hubo escenario, pero hubo algo más valioso: una comunidad que sigue viva, que sigue resistiendo.
Los retos son muchos: falta de leyes de protección y que apoye las identidades de las personas trans, discriminación laboral, violencia por prejuicio, rechazo familiar, y una narrativa estatal que pretende que no existen. Pero la marcha del 28 de junio demostró que, aunque el camino sea cuesta arriba, la dignidad y el orgullo no se borran.
La lucha por un El Salvador más justo, más plural y más inclusivo continúa. En palabras de uno de los carteles más llamativos de ese día: “No estamos aquí para pedir permiso, estamos aquí para recordar que también somos parte de este país”.
En un hecho histórico para los derechos humanos en Colombia, la Comisión Primera de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate el Proyecto de Ley 122 de 2024, conocido como la Ley Integral Trans, que busca garantizar la igualdad efectiva de las personas con identidades de género diversas en el país. Esta iniciativa, impulsada por más de cien organizaciones sociales defensoras de los derechos LGBTQ, congresistas de la comisión por la Diversidad y personas trans, representa un paso decisivo hacia el reconocimiento pleno de derechos para esta población históricamente marginada.
La Ley Integral Trans propone un marco normativo robusto para enfrentar la discriminación y promover la inclusión. Entre sus principales ejes se destacan el acceso a servicios de salud con enfoque diferencial, el reconocimiento de la identidad de género en todos los ámbitos de la vida, la creación de programas de empleo y educación para personas trans, así como medidas para garantizar el acceso a la justicia y la protección frente a violencias basadas en prejuicios.
Detractores hablan de ‘imposición ideológica
Sin embargo, el avance del proyecto no ha estado exento de polémicas. Algunos sectores conservadores han señalado que la iniciativa representa una “imposición ideológica”. La senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal anunció públicamente que se opondrá al proyecto de Ley Integral Trans cuando llegue al Senado, argumentando que “todas las personas deben ser tratadas por igual” y que esta propuesta vulneraría un principio constitucional. Estas declaraciones anticipan un debate intenso en las próximas etapas legislativas.
El proyecto también establecelineamientos claros para que las instituciones públicas respeten el nombre y el género con los que las personas trans se identifican, en concordancia con su identidad de género, y contempla procesos de formación y sensibilización en entidades estatales. Además, impulsa políticas públicas en contextos clave como el trabajo, la educación, la cultura y el deporte, promoviendo una vida libre de discriminación y con garantías plenas de participación.
¿Qué sigue para que sea ley?
La Ley aún debe superar varios debates legislativos, incluyendo la plenaria en la Cámara y luego el paso al Senado; pero la sola aprobación en Comisión Primera ya constituye un hito en la lucha por la igualdad y la dignidad de las personas trans en Colombia. En un país donde esta población enfrenta altos niveles de exclusión, violencia y barreras estructurales, este avance legislativo renueva la esperanza de una transformación real.
Desde www.orgullolgbt.co, celebramos este logro, invitamos a unirnos en esta causa impulsándola en los círculos a los que tengamos acceso y reiteramos nuestro compromiso con la visibilidad, los derechos y la vida digna de las personas trans. La #LeyIntegralTrans bautizada “Ley Sara Millerey” en honor de la mujer trans recientemente asesinada en Bello, Antioquia (ver más aquí); no es solo una propuesta normativa: es un acto de justicia que busca asegurar condiciones reales para que todas las personas puedan vivir con libertad, seguridad y respeto por su identidad.
Las recientes declaraciones del Papa León XIV han reactivado un debate de enorme peso espiritual y pastoral: ¿cómo entiende la Iglesia el amor, la familia y la dignidad de las personas en toda su diversidad?
En su primer discurso oficial ante el cuerpo diplomático del Vaticano, el 16 de mayo de 2025, el Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”. Estas palabras, pronunciadas con claridad y convicción, reafirman la posición doctrinal tradicional sobre el matrimonio, el aborto y la llamada “ideología de género”. Pero para muchos, estas afirmaciones reabren heridas, traen a la superficie el dolor de sentirse nuevamente al margen, y avivan preguntas que no han encontrado todavía un espacio real de escucha dentro de la Iglesia.
Estas posturas no son nuevas. Ya en 2016, como obispo de Chiclayo, Perú, León XIV expresó su oposición a los programas de educación con perspectiva de género, argumentando que “buscan crear géneros que no existen” y defendiendo una visión binaria de la creación.
Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco —cuyo pontificado marcó una apertura tímida pero significativa hacia una pastoral de la misericordia—, la elección de León XIV suscitó tanto esperanzas como preocupaciones. Francisco, aunque enfrentó resistencias internas, dejó gestos importantes: la bendición a parejas del mismo sexo, el lenguaje de acogida y las exhortaciones a no cerrar las puertas. Pero sus esfuerzos, por valiosos que fueran, no dejaron de ser esfuerzos, porque la estructura misma de la Iglesia, anclada en siglos de doctrina conservadora, reaccionó con oposición firme, limitando cualquier posibilidad real de transformación profunda.
En mi artículo anterior “Cuando el humo blanco no es suficiente” (Pride Society Magazine, abril 2025), advertía que el humo de la elección papal no podía ser tomado como garantía de cambio. La emoción del momento, sin acciones concretas, corre el riesgo de volverse solo un símbolo sin sustancia. Hoy, esas palabras cobran nueva vigencia.
Pero este artículo no es una condena a ninguna iglesia. No es un ataque ni una burla. Es una reflexión desde la fe. Es un clamor desde el corazón pastoral de quienes acompañamos a muchas personas heridas por un discurso que, en nombre de Dios, ha excluido más que ha abrazado.
¿Por qué seguimos esperando el permiso para amar?
¿Por qué seguimos buscando validación en instituciones que, a menudo, nos han negado su respeto?
No pedimos aceptación como una concesión. Exigimos respeto como un derecho. El Evangelio no fue escrito para algunos. Fue proclamado para todos.
Y es aquí donde debemos detenernos. Porque muchas veces, frente a declaraciones como estas, el miedo nos asalta, nos invade y nos paraliza. Nos deja vacilantes. Dudamos de nuestro valor, de nuestra fe, de nuestro lugar en la comunidad. Pero en medio de esas sombras, el Evangelio alza su voz con claridad:
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).
Ese amor no viene de doctrinas. Viene de Dios. Y quien vive en ese amor, no tiene por qué temer.
También es necesario reconocer que quienes tenemos la responsabilidad de enseñar, predicar y liderar en las iglesias, no siempre medimos el poder de nuestras palabras. Con frecuencia, hemos usado la Biblia y las doctrinas como fusiles, y hemos arrinconado a quienes no encajan en nuestras categorías teológicas. ¿De qué sirve hablar de inclusión si no escuchamos? ¿De qué sirve predicar el amor si excluimos con nuestras prácticas?
La Iglesia —toda Iglesia— está llamada a reflejar el corazón de Dios. Y ese corazón no clasifica, no discrimina, no teme a la diversidad. Ese corazón solo sabe amar.
Como dijo el apóstol Pablo:
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gál 3:28).
Hoy repito con fuerza: el Dios que conozco no condena el amor. El Dios que conozco condena el odio.
Y mientras haya personas que aman, que buscan justicia, que luchan por ser quienes son sin miedo, Dios seguirá caminando con ellas.