Noticias en Español
La comunidad trans se organiza en Cuba ante la COVID-19
La sociedad civil cubana ha respondido al pandemia


LA HABANA — Durante el último mes, la sociedad civil cubana ha realizado un conjunto de iniciativas, una respuesta necesaria ante la amenaza de la COVID-19. Dos grandes proyectos, uno en Matanzas y otro en La Habana, asisten a personas y familias trans. En menos de 30 días lograron llegar a más de 170 hogares.
“El estado cubano ha identificado los casos de vulnerabilidad y riesgo ante el virus, pero como la situación ha empeorado considerablemente no están siendo atendidos todas las personas que lo necesitan. A veces los asistentes sociales dejan de hacer su trabajo y muchos ancianos se quedan solos —declara a Tremenda Nota Rogelio Benavides, activista matancero.
En este contexto, grupos como AfroAtenAs y Transcuba cobran una vital importancia. Ellos se ocupan de llevar la ayuda que estos grupos necesitan.
La Atenas de Cuba, ejemplo de proyección comunitaria

AfroAtenAs es un proyecto comunitario radicado en Matanzas, en la barriada de Pueblo Nuevo, una de las zonas más populosas de la ciudad. Hace 11 años que realizan una labor comunitaria, y hoy se salen de sus fronteras para ayudar a más personas ante la amenaza de la COVID-19.
“Siempre que podemos, ayudamos a más grupos gracias a la cooperación de amigos y amigas que se sintieron identificados con nuestro proyecto. Sin ellos sería imposible realizar las acciones —explica Yoelkis Torres Tápanes, coordinador general de AfroAtenAs—. No es la primera vez que activamos nuestra fuerza para realizar las ayudas. Cuando el tornado de La Habana también colaboramos con los damnificados. En nuestra comunidad generalmente atendemos a ancianos que viven solos, a niños con discapacidades físico-motoras e intelectuales, a personas con VIH-Sida.
“Nos hemos organizado en varias etapas; llegamos a diferentes grupos y después en la medida de las posibilidades volvemos a reincidir porque las bolsas que damos son nos suficientes. Hemos entregado alrededor de 300 nasobucos y con las bolsas hemos llegado a más de 100 familias en la comunidad”.
Las bolsas de las que habla Yoelkis contienen alimentos, botellas de cloro, aseo, libros y otros insumos para que la permanencia en casa sea más placentera.
“Hemos llegado a la mayoría de los grupos vulnerables que tenemos identificados, incluso hemos salido a otros espacios de la ciudad. Ayudamos a personalidades de la cultura que viven solas y a otras personas que han solicitado nuestra ayuda porque han conocido de nuestro trabajo, se han comunicado con nosotros y a ellos hemos acudido” —agrega.
Yoelkis explica que cuentan con el apoyo de la coordinación de los CDR en la provincia, de la delegada del Consejo Popular, y de un puesto de mando instalado en su propio proyecto debido a la pandemia. También algunos funcionarios de la provincia, al ver el trabajo del grupo, se han acercado para apoyar.
Rogelio cuenta cómo organizan el trabajo. Cuando salen a repartir las bolsas generalmente van en grupos de tres y uno de ellos siempre lleva el control de lo que se entrega y a quiénes. “Es bueno saber a cuántas personas estamos ayudando”.
Aunque las entregas que hacen no son suficientes para poder resistir todos los días que quedan encerrados en casa, este gesto humanitario marca la diferencia. “Hay que ver el rostro de las personas cuando llegamos a sus casas. Siempre aclaramos que no es mucho, pero para el que tiene poco cualquier ayuda es bien agradecida” —dice Rogelio.
Los casos vulnerables se enfocan más en la comunidad trans, que es el grupo más afectado porque en su mayoría están desvinculadas laboralmente, y eso implica que no posean ingresos económicos. También se dirigen a pacientes con VIH-Sida.
“En realidad tenemos muchos casos de VIH, teniendo en cuenta que Matanzas es la provincia con más casos en todo el país, pero nosotros solo hemos podido acercarnos a los más críticos. Ya son un total de 50 personas a las que hemos ayudado en toda la ciudad.
“No hay absolutamente ninguna orientación dirigida a personas con VIH, no están explícitamente contempladas en los grupos de riesgo. Hasta el momento las autoridades solo han hablado de personas mayores, niños, embarazadas, y personas que padezcan de enfermedades respiratorias” —agrega este activista.
Desde la capital cubana también se ayuda a grupos trans

La red Transcuba de personas trans, parejas y familias, comenzó a brindar ayuda a personas mayores de 40 años pertenecientes a la red, con el objetivo de apoyar a los más vulnerables ante la situación epidemiológica que sufre el país.
Malú Cano Valladares, coordinadora nacional de esta red, explica a Tremenda Nota que “la iniciativa surge en el momento que comienza a existir el problema de la pandemia, pero en realidad para nosotros no es nuevo porque es algo que hacemos todo el tiempo. Los equipos de ayuda mutua que están conformados por parejas y familias trans se encargan de atender a las personas trans de nuestra red que necesiten asistencia en caso de estar enfermas, de estar hospitalizadas”.
La iniciativa de elaborar alimentos para los grupos vulnerables de la red es posible gracias a una cotización mensualmente de los miembros de la red.
“Este dinero siempre es utilizado para ayudar a nuestras muchachas en situaciones difíciles, siempre y cuando el equipo técnico nacional de Transcuba lo autorice. Teniendo en cuenta la compleja situación ante el coronavirus y que muchas de nuestras personas de la tercera edad deben permanecer en casa, el equipo técnico nacional decidió utilizar los fondos para proveerles de alimentos ya elaborados.
“Nuestro objetivo con esta iniciativa no es ganarnos ningún mérito, sino ayudar y compartir lo que tenemos. Es por ello que también exhortamos a los gobiernos locales, organizaciones e instituciones que quieran sumarse. Las puertas de Transcuba están abiertas para la ayuda” —declara Malú.
Las personas que ahora reciben esta ayuda están sumamente agradecidas, según explica la coordinadora de la red: “Muchas de las personas trans que ayudamos son trabajadoras sexuales que ahora no tienen clientes, porque no pueden salir a la calle por temor a contagiarse. La ayuda que están recibiendo es la nuestra”.
Transcuba seguirá realizando este tipo de ayudas el tiempo que pueda y mientras los recursos lo permitan. Los fondos resistirán por lo menos un mes más para poder alimentar a 60, 70 personas, quizás un poco más. Con la ayuda que están recibiendo de otros amigos podrán alargar los días.
Uno de esos amigos que se unió a la campaña fue Raysel Cubanito.
“Yo soy gay, soy parte de la comunidad LGBTI de Cuba y sigo la red Transcuba en Facebook. Vi lo que estaban haciendo y me uní a la iniciativa. Compré algunas cosas y las llevé a casa de Malú. Esa fue mi forma de apoyar a nuestra comunidad. Pienso que es un deber de cada persona, no importa si eres gay, trans. Es un problema de humanismo, no solo colaborar con nuestra comunidad, sino en todo el país, porque todos estamos siendo afectados”.
Jean Sabrina Martínez tienen 41 años de edad, es estilista y trabaja como maquillista en el ICRT. En estos días es una las personas que colabora con Transcuba. Dice que su apoyo a la red lo ha hecho crecer como ser humano. “Estoy participando de manera voluntaria y ayudando en la elaboración y entrega de las comidas. Cuando está lista la comida, las muchachas pasan a buscarla o en otros casos nosotros se la llevamos a algunas personas que no puedan salir de sus casas. Siempre tomamos las medidas higiénicas necesarias”.

La ayuda que ofrece Transcuba no soluciona las necesidades reales de cada persona trans, ni siquiera han podido incluir a las 601 personas registradas en su red, pero sin lugar a duda el trabajo que realizan marca la diferencia. Comer cada día es una necesidad básica. Con su trabajo diario, sin descanso, la red da de comer a quien más lo necesita en estos tiempos difíciles.
Actualmente, la red perteneciente al Cenesex cuenta con 3 mil 600 integrantes en todo el país. En La Habana, 50 personas trans mayores de 40 años y más están vinculadas. Además de ellas, el grupo de ayuda mutua decidió proveer a muchachas que viven con VIH, por ser otro grupo vulnerable ante la COVID-19.
El Salvador
La marcha LGBTQ desafía el silencio en El Salvador
Se realizó el evento en San Salvador bajo la lluvia, pero con orgullo

SAN SALVADOR, El Salvador — El reloj marcaba el mediodía cuando los primeros colores del arcoíris comenzaron a ondear frente a la emblemática Plaza del Divino Salvador del Mundo. A pesar de la incertidumbre generada en redes sociales, donde abundaban los rumores sobre una posible cancelación de la marcha por la diversidad sexual, la ciudad capital comenzaba a llenarse de esperanza, de resistencia y de orgullo.
Este año, la Marcha del Orgullo LGBTQ+ en El Salvador se desarrolló en un contexto tenso, en medio de un clima político que reprime y silencia a las voces disidentes.
“Aunque las estadísticas digan que no existimos, viviendo en El Salvador, un país donde hoy, después de décadas de avances, defender los derechos humanos es de nuevo una causa perseguida, criminalizada y silenciada”, afirmaron representantes de la Federación Salvadoreña LGBTQ+.
A pesar de la cancelación del festival cultural que usualmente acompaña la marcha, los colectivos decidieron seguir adelante con la movilización, priorizando el sentido original de la actividad: salir a las calles para visibilizarse, exigir respeto a sus derechos y recordar a quienes ya no están.
A la 1:30 p.m., una fuerte lluvia comenzó a caer sobre la ciudad. Algunas de las personas presentes corrieron a refugiarse, mientras otras, debajo de sombrillas y de los escasos árboles en la plaza, decidieron mantenerse firmes. Los comentarios pesimistas no se hicieron esperar: “a lo mejor la cancelan por el clima”, “no se ve tanta gente como otros años”. Sin embargo, lo que siguió fue una muestra de resistencia: a las 2:05 p.m. las voces comenzaron a llamar a tomar las calles.
Visibilidad como resistencia
La marcha arrancó bajo una llovizna persistente. La Avenida Roosevelt y la Alameda Juan Pablo II se tiñeron de colores con banderas arcoíris, trans, lésbicas, bisexuales y otras que representan a los diversos sectores de la población LGBTQ. Cada bandera alzada fue un acto político, cada paso una declaración de existencia.
Desde la Plaza del Divino Salvador del Mundo hasta la Plaza Gerardo Barrios, frente a Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, la marcha se convirtió en un carnaval de dignidad. Carteles con frases como “El amor no se reprime”, “Mi existencia no es delito” o “Marcho por quien ya no puede hacerlo” se alzaron entre las multitudes.
La movilización fue también un espacio para recordar a quienes han perdido la vida por la discriminación y el rechazo. Familias que marcharon por hijos, hijas o amigues que se suicidaron a causa del estigma. Personas que caminaron por quienes aún viven en el miedo, por quienes no pudieron salir del clóset, por quienes se han ido del país huyendo de la violencia.
Arte, fe y rebeldía
Una de las escenas más llamativas fue protagonizada por Nelson Valle, un joven gay que marchó vestido como sacerdote.
“Hay muchas personas que secretamente asisten a ritos religiosos como en Semana Santa, y les gusta vivir en lo oculto. Pero la fe debe ser algo libre porque Dios es amor y es para todos”, dijo.
Valle utilizó su vestimenta como una forma de protesta contra las estructuras religiosas que aún condenan la diversidad sexual.
“Un ejemplo de persona que abrió el diálogo del respeto fue el papa Francisco, abrió la mente y muy adelantado a su tiempo, porque dejó claro que hay que escuchar a toda persona que quiere encontrar a Dios”, agregó.
La marcha también incluyó bandas musicales, grupos de cachiporristas, carrozas artísticas, colectivos provenientes de distintos puntos del país, y manifestaciones de orgullo en todas sus formas. Fue un mosaico cultural que mostró la riqueza y diversidad de la población LGBTQ en El Salvador.

Una lucha que persiste
Las organizaciones presentes coincidieron en su mensaje: la lucha por la igualdad y el reconocimiento no se detiene, a pesar de los intentos del Estado por invisibilizarlos.
“Nuestros cuerpos se niegan a ser borrados y a morir en la invisibilidad de registros que no guardan nuestros nombres ni nuestros géneros”, declararon representantes de la Federación.
Además, agregaron: “Desde este país que nos quiere callar, levantamos nuestras voces: ¡La comunidad LGBTIQ+ no se borra! ¡El Salvador también es nuestro! Construyamos, entre todes, un país donde podamos vivir con Orgullo.”
El ambiente fue de respeto, pero también de desconfianza. La presencia de agentes policiales no pasó desapercibida. Aunque no hubo reportes oficiales de violencia, varias personas expresaron su temor por posibles represalias.
“Marchar hoy es también un acto de valentía”, comentó Alejandra, una joven lesbiana que viajó desde Santa Ana para participar. “Pero tenemos derecho a vivir, a amar, a soñar. Y si nos detenemos, les damos la razón a quienes nos quieren ver en silencio.”
Rumbo al futuro
Concluida la marcha frente a Catedral y el Palacio Nacional, muchas personas permanecieron en la plaza compartiendo abrazos, fotos y palabras de aliento. No hubo festival, no hubo escenario, pero hubo algo más valioso: una comunidad que sigue viva, que sigue resistiendo.
Los retos son muchos: falta de leyes de protección y que apoye las identidades de las personas trans, discriminación laboral, violencia por prejuicio, rechazo familiar, y una narrativa estatal que pretende que no existen. Pero la marcha del 28 de junio demostró que, aunque el camino sea cuesta arriba, la dignidad y el orgullo no se borran.
La lucha por un El Salvador más justo, más plural y más inclusivo continúa. En palabras de uno de los carteles más llamativos de ese día: “No estamos aquí para pedir permiso, estamos aquí para recordar que también somos parte de este país”.
Colombia
Colombia avanza hacia la igualdad para personas trans
Fue aprobado en Comisión Primera de la Cámara la Ley Integral Trans

En un hecho histórico para los derechos humanos en Colombia, la Comisión Primera de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate el Proyecto de Ley 122 de 2024, conocido como la Ley Integral Trans, que busca garantizar la igualdad efectiva de las personas con identidades de género diversas en el país. Esta iniciativa, impulsada por más de cien organizaciones sociales defensoras de los derechos LGBTQ, congresistas de la comisión por la Diversidad y personas trans, representa un paso decisivo hacia el reconocimiento pleno de derechos para esta población históricamente marginada.
La Ley Integral Trans propone un marco normativo robusto para enfrentar la discriminación y promover la inclusión. Entre sus principales ejes se destacan el acceso a servicios de salud con enfoque diferencial, el reconocimiento de la identidad de género en todos los ámbitos de la vida, la creación de programas de empleo y educación para personas trans, así como medidas para garantizar el acceso a la justicia y la protección frente a violencias basadas en prejuicios.
Detractores hablan de ‘imposición ideológica
Sin embargo, el avance del proyecto no ha estado exento de polémicas. Algunos sectores conservadores han señalado que la iniciativa representa una “imposición ideológica”. La senadora y precandidata presidencial María Fernanda Cabal anunció públicamente que se opondrá al proyecto de Ley Integral Trans cuando llegue al Senado, argumentando que “todas las personas deben ser tratadas por igual” y que esta propuesta vulneraría un principio constitucional. Estas declaraciones anticipan un debate intenso en las próximas etapas legislativas.
El proyecto también establecelineamientos claros para que las instituciones públicas respeten el nombre y el género con los que las personas trans se identifican, en concordancia con su identidad de género, y contempla procesos de formación y sensibilización en entidades estatales. Además, impulsa políticas públicas en contextos clave como el trabajo, la educación, la cultura y el deporte, promoviendo una vida libre de discriminación y con garantías plenas de participación.
¿Qué sigue para que sea ley?
La Ley aún debe superar varios debates legislativos, incluyendo la plenaria en la Cámara y luego el paso al Senado; pero la sola aprobación en Comisión Primera ya constituye un hito en la lucha por la igualdad y la dignidad de las personas trans en Colombia. En un país donde esta población enfrenta altos niveles de exclusión, violencia y barreras estructurales, este avance legislativo renueva la esperanza de una transformación real.
Desde www.orgullolgbt.co, celebramos este logro, invitamos a unirnos en esta causa impulsándola en los círculos a los que tengamos acceso y reiteramos nuestro compromiso con la visibilidad, los derechos y la vida digna de las personas trans. La #LeyIntegralTrans bautizada “Ley Sara Millerey” en honor de la mujer trans recientemente asesinada en Bello, Antioquia (ver más aquí); no es solo una propuesta normativa: es un acto de justicia que busca asegurar condiciones reales para que todas las personas puedan vivir con libertad, seguridad y respeto por su identidad.
Noticias en Español
¿Hasta cuándo esperaremos el permiso para amar?
El nuevo Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”

Las recientes declaraciones del Papa León XIV han reactivado un debate de enorme peso espiritual y pastoral: ¿cómo entiende la Iglesia el amor, la familia y la dignidad de las personas en toda su diversidad?
En su primer discurso oficial ante el cuerpo diplomático del Vaticano, el 16 de mayo de 2025, el Papa afirmó que la familia se funda en la “unión estable entre el hombre y la mujer”. Estas palabras, pronunciadas con claridad y convicción, reafirman la posición doctrinal tradicional sobre el matrimonio, el aborto y la llamada “ideología de género”. Pero para muchos, estas afirmaciones reabren heridas, traen a la superficie el dolor de sentirse nuevamente al margen, y avivan preguntas que no han encontrado todavía un espacio real de escucha dentro de la Iglesia.
Estas posturas no son nuevas. Ya en 2016, como obispo de Chiclayo, Perú, León XIV expresó su oposición a los programas de educación con perspectiva de género, argumentando que “buscan crear géneros que no existen” y defendiendo una visión binaria de la creación.
Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco —cuyo pontificado marcó una apertura tímida pero significativa hacia una pastoral de la misericordia—, la elección de León XIV suscitó tanto esperanzas como preocupaciones. Francisco, aunque enfrentó resistencias internas, dejó gestos importantes: la bendición a parejas del mismo sexo, el lenguaje de acogida y las exhortaciones a no cerrar las puertas. Pero sus esfuerzos, por valiosos que fueran, no dejaron de ser esfuerzos, porque la estructura misma de la Iglesia, anclada en siglos de doctrina conservadora, reaccionó con oposición firme, limitando cualquier posibilidad real de transformación profunda.
En mi artículo anterior “Cuando el humo blanco no es suficiente” (Pride Society Magazine, abril 2025), advertía que el humo de la elección papal no podía ser tomado como garantía de cambio. La emoción del momento, sin acciones concretas, corre el riesgo de volverse solo un símbolo sin sustancia. Hoy, esas palabras cobran nueva vigencia.
Pero este artículo no es una condena a ninguna iglesia. No es un ataque ni una burla. Es una reflexión desde la fe. Es un clamor desde el corazón pastoral de quienes acompañamos a muchas personas heridas por un discurso que, en nombre de Dios, ha excluido más que ha abrazado.
¿Por qué seguimos esperando el permiso para amar?
¿Por qué seguimos buscando validación en instituciones que, a menudo, nos han negado su respeto?
No pedimos aceptación como una concesión. Exigimos respeto como un derecho. El Evangelio no fue escrito para algunos. Fue proclamado para todos.
Y es aquí donde debemos detenernos. Porque muchas veces, frente a declaraciones como estas, el miedo nos asalta, nos invade y nos paraliza. Nos deja vacilantes. Dudamos de nuestro valor, de nuestra fe, de nuestro lugar en la comunidad. Pero en medio de esas sombras, el Evangelio alza su voz con claridad:
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18).
Ese amor no viene de doctrinas. Viene de Dios. Y quien vive en ese amor, no tiene por qué temer.
También es necesario reconocer que quienes tenemos la responsabilidad de enseñar, predicar y liderar en las iglesias, no siempre medimos el poder de nuestras palabras. Con frecuencia, hemos usado la Biblia y las doctrinas como fusiles, y hemos arrinconado a quienes no encajan en nuestras categorías teológicas. ¿De qué sirve hablar de inclusión si no escuchamos? ¿De qué sirve predicar el amor si excluimos con nuestras prácticas?
La Iglesia —toda Iglesia— está llamada a reflejar el corazón de Dios. Y ese corazón no clasifica, no discrimina, no teme a la diversidad. Ese corazón solo sabe amar.
Como dijo el apóstol Pablo:
“Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gál 3:28).
Hoy repito con fuerza: el Dios que conozco no condena el amor. El Dios que conozco condena el odio.
Y mientras haya personas que aman, que buscan justicia, que luchan por ser quienes son sin miedo, Dios seguirá caminando con ellas.