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Organization for American States backs anti-discrimination resolution
Advocates applaud inclusion of LGBT-specific language


Wilson CastaƱeda of the Colombian LBGT advocacy group Caribe Afirmativo. attended the OAS meeting in Guatemala. (Washington Blade photo by Michael K. Lavers)
The Organization of American States on June 5 adopted an anti-discrimination resolution that includes sexual orientation and gender identity and expression.
āEvery human being is equal under the law and has the right to equal protection against all forms of discrimination and intolerance in whatever aspect of public or private life,ā it reads.
The resolution the OAS adopted during its annual meeting that took place in Antigua, Guatemala, also said member countries have an obligation to prevent āall acts and demonstrations of discrimination and intolerance.ā These include hate and bias-motivated violence and using the Internet and other media to incite āhate, discrimination and intoleranceā against marginalized groups.
OAS delegates approved a second resolution that calls upon the organizationās 35 member countries to promote and protect the human rights of those living with or affected by HIV/AIDS. They also approved a third resolution that urged nations to stop discrimination based on race.
Anti-LGBT discrimination and especially violence remain serious problems in the hemisphere in spite of recent advances on same-sex marriage and other issues in countries that include Brazil and Uruguay.
A report that Colombia Diversa, a Colombian LGBT rights group, released last month indicates 58 of the reported 280 LGBT Colombians who were murdered between 2011-2012 were killed because of their sexual orientation or gender identity and expression. A separate report from the Latin American and Caribbean Network of Transgender Women (REDLACTRANS) notes 61 transgender women in Colombia have been reported murdered between 2005-2011.
The Jamaica Forum for Lesbians, All-Sexuals and Gays (J-FLAG) said at least 30 gay men have been murdered in the Caribbean country between 1997 and 2004.
The U.S. State Department has spoken out against anti-LGBT violence in Jamaica and other countries that include Honduras and PerĆŗ.
The Jamaica Supreme Court later this month is scheduled to hear the first domestic challenge to the islandās anti-sodomy law. The Belize Supreme Court last month heard a case that gay advocate Caleb Orozco filed against the former British colonyās statute that criminalizes consensual same-sex sexual acts between adults.
Trinidad and Tobago and Barbados are among the nine other English-speaking Caribbean countries in which anti-sodomy laws remain on the books.
Wilson CastaƱeda Castro, director of Caribe Afirmativo, a Colombian LGBT advocacy group that works in cities along the countryās Caribbean coast, attended the OAS meeting in Guatemala.
He told the Washington Blade earlier this week his group welcomes the anti-discrimination resolutions.
āThis has been a triumph for the regionās LGBT and Afro-descendent movement,ā CastaƱeda said.
Jaime Parada Hoyl, who became the first openly gay political candidate elected in Chile last October when he won a seat on the municipal council in a wealthy enclave in Santiago, the countryās capital, described the resolutions to the Blade as āhistoric.ā

La Joven Cuba se publicó esta nota en su sitio web el 12 de mayo
Por NORGE ESPINOSA MENDOZA | En el calendario cubano, mayo es un mes cargado de fechas singulares y mĆŗltiples celebraciones. Desde su primer dĆa, marcado por el tradicional desfile que recuerda a los mĆ”rtires de Chicago como tributo a los trabajadores del mundo, pasando por el DĆa de las Madres, el DĆa Internacional de los Museos y el DĆa de Ćfrica, entre muchas otras fechas. Se trata de una agenda cargada de memorias, consignas, festejos pĆŗblicos o mĆ”s domĆ©sticos que se concentran en esas cinco semanas.
La incorporación a todo ello del reconocimiento en nuestro paĆs del 17 de mayo como DĆa Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia removió ese panorama, sobre todo porque se trata de la misma fecha en la que se celebra el DĆa del Campesino y la Reforma Agraria. Entre las diversas reacciones que desencadenó todo ello, sirva como ejemplo del estupor con el que parte de la población cubana reaccionó, este fragmento de las dĆ©cimas humorĆsticas creadas por Ćngel RĆ”miz, muy popular gracias a su personaje El Cabo Pantera:
«Que esto no es chisme ni brete
y me da genio, compay,
Ā”con tantos dĆas que hay
escoger el 17!
Quiero que se me respete,
se me dé una explicación:
ĀæEse dĆa mis amistades
me dicen felicidades
por guajiro o maricón?»
La elección de ese dĆa molestó, irritó, generó controversias, en las cuales algunos rememoraron que para el calendario nacional ese dĆa fue distinguido en favor del campesinado por conmemorarse en tal fecha el asesinato de Niceto PĆ©rez, en 1946. La supuesta contradicción entre la imagen del campesino viril, lĆder y sĆmbolo del trabajador agrĆcola, fue un detonante que no hallaba justificación ni siquiera en el hecho de que se trataba de resaltar desde nuestro paĆs algo fijado internacionalmente por la Organización Mundial de la Salud.
Como seƱala la nota que presenta en el Decimerón esos versos de Ćngel RĆ”miz, no faltó quien rebautizara al 17 de mayo, en tono despectivo pero tambiĆ©n desde los lĆmites de nuestro incontenible choteo, como DĆa del Maricón. Y mĆ”s allĆ” de esa anĆ©cdota, hacer memoria sobre este asunto nos permite recalibrar las tensiones que, entre consignas, mitos, Ć©pica y sexualidad, han marcado la aparición, visibilidad o invisibilidad de las llamadas minorĆas que tambiĆ©n componen el entramado social del paĆs, asĆ sea al borde o en los mĆ”rgenes de la historia oficial.
En esos territorios opacos, borrosos, ambiguos, a los que solo en fechas recientes se ha empezado a mirar y estudiar sin los prejuicios que sigue padeciendo la mirada de regla y cartabón de la narrativa oficial, aĆŗn perduran incomodidades, interrogantes y tabĆŗes, que cada vez que nos acercamos al 17 de mayo resucitan o recobran interĆ©s en las agendas y los debates acerca de polĆtica, historia, sexualidad y cuerpo nacional. Un cuerpo que ha aprendido a saberse diverso, no solo porque desde esas agendas se le brinde tal posibilidad, sino porque las condiciones extremas a las que ha sobrevivido le han permitido hallar sus propias armas y herramientas para tal hazaƱa.
La memoria de los cuerpos disidentes
La historia de los cuerpos sexuados ha ido emergiendo lentamente ante nosotros, gracias al empeƱo de investigadores, historiadores, activistas, artistas, y finalmente, gracias a la irrupción de esas voluntades y biografĆas en los espacios gubernamentales donde por aƱos se pensó Ćŗnicamente desde el prisma heteronormativo y patriarcal, que tambiĆ©n fue abrazado por la Revolución.
Las normativas y la preocupación por el deslinde de esos cuerpos, por las prĆ”cticas no re/productivas ni de ganancia inmediata para la nueva causa, estallaron desde el inicio. Es el elemento que dispara sus dardos lo mismo contra los cuerpos negros y mulatos que se divierten la madrugada del puerto habanero durante los pocos minutos del documental PMĀ (cuya censura en 1961 provocó lasĀ Palabras a los intelectuales), que contra los pasajes eróticos deĀ El mundo alucinante, la novela que presentó Reinaldo Arenas al concurso de la UNEAC en 1967, y que no solo no ganó al premio, sino que aĆŗn no ha sido publicada en Cuba. Ese recelo tambiĆ©n fue el que activó las redadas en la Rampa habanera, la Noche de las Tres P en 1961, o las expulsiones de las universidades y escuelas de arte de aquellos que vivĆan una sexualidad disidente en la misma dĆ©cada.
El I Congreso de Educación y Cultura formalizó ese rechazo, en 1971, y aseguró durante los aƱos 70 un periodo de oscurecimiento y pobreza en numerosos espacios de la vida nacional durante el decenio. Esos recelos volvieron a aflorar durante los dĆas del Mariel y la Embajada de PerĆŗ: declararse lesbiana u homosexual (el tĆ©rmino gay no era frecuente en el habla cubana de esos dĆas aĆŗn) era una especie de salvoconducto inmediato para quienes querĆan abandonar el paĆs rumbo a los Estados Unidos, a pesar de la amenaza de golpiza, o tener que avanzar a travĆ©s de una muchedumbre que gritaba ofensas homofóbicas con la misma intensidad con la que lanzaba huevos podridos contra esos Ā«desafectosĀ». La memoria tarda en sanar. La memoria del cuerpo tambiĆ©n tiene su propio canal de biografĆas.
La memoria tarda en sanar. La memoria del cuerpo tambiĆ©n tiene su propio canal de biografĆas.
Esas memorias han demorado en aƱadirse a la narrativa que repasa esos acontecimientos. Los libros y testimonios que en su mayorĆa dan fe de esos rechazos y traumas comenzaron a aparecer fuera de Cuba, ya en los 80, y la llegada de la generación de los marielitos a Estados Unidos de AmĆ©rica abrió una brecha de información que dio pie a volĆŗmenes y documentales (Improper Conduct, de 1984, sigue siendo el mĆ”s famoso y debatido), y que desde nuestro aparato partidista se leyó o denunció como una maniobra difamatoria contra la Revolución.
Ha sido un proceso arduo, doloroso, en el que las zonas de apertura o la desaparición de leyes que criminalizaban la homosexualidad y la existencia de Ā«seres extravagantesĀ», fluctuaba entre perĆodos de flexibilidad intermitentes y la insistencia en recordar que el cuerpo revolucionario de ese Hombre Nuevo imaginado por Ernesto ChĆ© Guevara era, sobre todo, un cuerpo impenetrable.
De la marginación al «activismo oficial»
A fines de esa dĆ©cada, en el albor mismo de los aƱos 90, una nueva generación de artistas habĆa empezado a quebrar esas nociones tan rĆgidas, y mediante el quehacer de poetas, narradores, teatristas y figuras de la plĆ”stica, el valor de lo ambiguo, de la duda, de la necesidad de saltar sobre vetos y censuras, asĆ como la posibilidad de que los cuerpos fueran celebrados mĆ”s allĆ” de las campaƱas de la zafra, las misiones internacionalistas, y otras imĆ”genes aprobadas por el discurso oficial, consiguió hacer mĆ”s respirable al paĆs para aquellas personas que habĆan tenido que reprimir palabras y gestos a fin de evitar la estigmatización que, en no pocos casos, incluĆa el no poder optar por determinadas carreras universitarias o puestos de trabajo.
En 1989 se crea, precisamente, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), derivado del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, fundado a instancias de la Federación de Mujeres Cubanas, en 1974. Durante esos Ćŗltimos aƱos de la dĆ©cada, el rostro del doctor Celestino Lajonchere y de la doctora alemana Monika Krause se habĆan ido abriendo paso en programas televisivos y en otros medios, como principales voceros de la campaƱa de educación sexual que en sus primeros momentos estaba mĆ”s enfocada en la instrucción acerca del uso de mĆ©todos anticonceptivos o la prevención del embarazo en edad adolescente, hasta llegar al gran tema tabĆŗ que era el homosexualismo.
La publicación de libros como En defensa del amor y ĀæPiensas ya en el amor? convirtieron a esos tĆtulos en best-sellers, confirmando la necesidad de una variante menos anticuada, pacata y moralizante de la sexualidad, que vino acompaƱada por otros materiales y pelĆculas (como Siete pecas, el filme de Hermann Zschoche sobre el amor juvenil que incluĆa una feliz escena de desnudos de la pareja protagónica, producido en la RepĆŗblica DemocrĆ”tica Alemana en 1978) que apuntaban a un relajamiento y mejor comprensión de estos asuntos en nuestra cotidianidad. Los aƱos 90 fueron de dureza inimaginada hasta entonces, tras la caĆda del Socialismo del Este. En ese nuevo Ć”mbito de carencias, Cuba se tuvo que reinventar. Y sus cuerpos tambiĆ©n lo hicieron.
Los aƱos 90 fueron de dureza inimaginada hasta entonces, tras la caĆda del Socialismo del Este. En ese nuevo Ć”mbito de carencias, Cuba se tuvo que reinventar.
En mayo de 2008, el CENESEX sale definitivamente del clóset. La institución, ya bajo la dirección de Mariela Castro EspĆn, lanza ese aƱo su segunda celebración del DĆa Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, con una campaƱa de alcance nacional que va mĆ”s allĆ” de los muros de su sede en el Vedado, e inunda la Rampa y el Pabellón Cuba en un acontecimiento sin precedentes.
Las reacciones fueron también diversas y apasionadas, incluidas esas que pensaron que se le arrebataba al campesinado su fecha mÔs importante. Pero se comenzó ahà a naturalizar un concepto que sin dudas relocalizó al homosexual, a la lesbiana, a las personas trans, a los pacientes de VIH/Sida y a todo ese conjunto de cuerpos diversos en el imaginario nacional.
Lo que habĆan logrado poco a poco los artistas y creadores, desde los primero cuentos y poemas sobre el asunto y luego Senel Paz con Ā«El lobo, el bosque y el hombre nuevoĀ» y su versión cinematogrĆ”fica: Fresa y chocolate, hasta los atrevimientos de Ramón Silverio y su Centro Cultural El Mejunje (en Santa Clara), obtenĆa otro nivel de legitimidad otorgado por el peso polĆtico del linaje de la directora del CENESEX, y el apoyo logrado por ella de diversas entidades e instituciones para gestar lo que en aquel 17 de mayo apareció en los titulares no solo de Cuba, sino en numerosas partes del mundo.
De ese paso de avance, podĆa esperarse mĆ”s. Y en cierta medida, con discusiones, aperturas, tibiezas y desafĆos, eso fue lo que la comunidad cubana LGBTIQ del paĆs vivió, dentro y fuera de los mĆ”rgenes del CENESEX, hasta mayo de 2019, cuando lo conseguido y lo aĆŗn por lograr se estremeció, se detuvo, y desde mi perspectiva, no ha logrado conciliar sus extremos tras lo ocurrido aquel 11 de mayo.
Los silencios del presente
A seis aƱos de aquella marcha convocada por los activistas LGBTIQ de Cuba como respuesta a la suspensión de la Conga por la Diversidad āversión reducida del Gay Pride que el CENESEX desde el 2008 habĆa implantado como un pequeƱo desfile a lo largo de varias cuadras de la Rampaā estoy leyendo el libro que el investigador y activista puertorriqueƱo Wilfred Labiosa publicó en 2024 bajo el tĆtulo La Revolución LGBT en Cuba, aparecido por el sello Deletrea en Estados Unidos de AmĆ©rica.
Ese dĆa, el 11 de mayo de 2019, no existe en tal volumen, a pesar de que su autor reconoce en su epĆlogo que lo culminó Ā«sentado junto a la ventana de uno de los nuevos hoteles de La HabanaĀ», en mayo de 2022. En el prólogo, firmado por Camilo GarcĆa López-Trigo y Alberto Roque, ligados en un determinado momento al CENESEX, tampoco puede localizarse esa fecha.
Pareciera que, como afirmĆ© hace un par de aƱos, ese dĆa nunca existió, a la manera en que Dulce MarĆa Loynaz hablaba de otra fecha en uno de sus poemas. Pero sĆ existió, sucedió. Y curiosamente, la ausencia en un libro como este, que se supone una guĆa para quien quiera conocer el devenir de las personas LGBTIQ en la historia de Cuba, lo hace mucho mĆ”s visible.
Pareciera que, como afirmĆ© hace un par de aƱos, ese dĆa nunca existió, a la manera en que Dulce MarĆa Loynaz hablaba de otra fecha en uno de sus poemas.
El volumen de Labiosa, quien ha visitado nuestro paĆs con el auspicio y beneplĆ”cito del CENESEX, es su carta de agradecimiento a esta institución. Desde la propia narrativa de blanqueamiento a conveniencia de ciertos aspectos de esa lĆnea histórica que pretende abordar, anula la existencia de libros previos e investigaciones que lo preceden para evitar enumerar conflictos y tensiones que sĆ han evidenciado otros estudios sobre el tema como los realizados por VĆctor Fowler, JesĆŗs J. Barquet, Alberto Abreu, JesĆŗs Jambrina, Francisco MorĆ”n, Yoandy Cabrera, Mabel Cuesta, y otros investigadores como JosĆ© Quiroga, Carlos Espinosa, RubĆ©n RĆos Ćvila o Daniel Balderston.
El tĆtulo se trata de una elección cuidadosa y suspicaz que elimina referentes, se ahorra citar ciertos autores y anĆ©cdotas, y asĆ como se extiende en tratar de explicar quĆ© fueron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, adelantĆ”ndole al CENESEX la investigación prometida sobre esos campos de trabajo forzado en los que fueron recluidos entre 1965 y 1968 homosexuales, disidentes polĆticos y religiosos.
Lo esbozado se limita a un mapa que incluye no pocos agujeros negros, a fin de que otras probabilidades de activismos gestados fuera de esa institución sean al menos mencionados en este libro: una visión edulcorada y suavizante que recuerda la del documental En marcha con Mariela Castro, producido por HBO durante el breve idilio entre Cuba y Estados Unidos durante la administración Obama.
No hay aquĆ mención, digamos, de lo que revelaron los nĆŗmeros de la revista Mariel, de la cual fue parte Reinaldo Arenas, o de un libro como Gays under Cuban Revolution, publicado por Young Allen en 1981 y que cuenta con traducción al espaƱol de 1984. Asegura no haber encontrado libros sobre las UMAPS, aunque existan varios sobre el tema: desde la novela Un ciervo herido, de FĆ©lix Luis Viera o La mueca de la paloma negra, de Jorge Ronet, hasta otros como La UMAP. El gulag castrista, de Enrique Ros (2004), o por supuesto, El cuerpo nunca olvida, de Abel Sierra Madero, el estudio mĆ”s amplio sobre ese doloroso asunto, aparecido en 2022 por el sello Rialta Ediciones. Del mismo autor, Labiosa cita un artĆculo, pero no Del otro lado del espejo, ganador del Premio Casa de las AmĆ©ricas en 2006, que cubre zonas de las que asegura tampoco halló referencias.
A partir de ello, Labiosa asegura que su libro Ā«es Ćŗnico, en la medida en que se enfoca Ćŗnicamente en la comunidad LGBT viviendo en Cuba desde su fundación, durante la Revolución y bajo el liderato de los hermanos CastroĀ». Asegura de inmediato que Ā«muchos (tal vez todos) los libros y proyectos anteriores han tratado la homosexualidad como datos secundarios en entrevistas, o con aquellos que huyeron de Cuba y viven en EspaƱa o en los Estados Unidos, especĆficamente en Nueva Jersey o la FloridaĀ». Al parecer no se detuvo, en la redacción de este libro que es parte de su investigación acadĆ©mica, en lo que como testimonio directo de su experiencia en la Isla apuntó, por ejemplo, Ernesto Cardenal sobre estos asuntos en las pĆ”ginas de su muy conocido libro En Cuba, fechado en 1974.
Tal afirmación hubiera sido creĆble a mediados o fines de los 80. Ya no. De entonces a acĆ” han aparecido testimonios, libros, artĆculos y documentales que amplĆan ese circuito de referencias, que Labiosa desconoce o prefiere eludir. Habla de Fresa y chocolate, y de documentales como Mariposas en el andamio y Gay Cuba, pero ignora otros documentales previos, como No porque lo diga Fidel Castro (1988), el primero acerca de estos asuntos que produjo la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los BaƱos, o En busca de un espacio, estrenado en 1993, o los de Lizette Vila en ese periodo.
El encomiable trabajo de Ramón Silverio en El Mejunje ocupa aquĆ todo un capĆtulo, pero mĆ”s allĆ” de las simpatĆas de ese gestor cultural y comunitario, otros espacios y creadores tambiĆ©n han hecho su obra, contra viento y marea, para incluir esas temĆ”ticas y discusiones, no pocas veces enfrentado censura y recelos que culminaron empujĆ”ndolos al exilio, no simplemente Ā«huyendoĀ» de Cuba.
Labiosa desconoce o prefiere no comprometerse, y Ā«olvidaĀ» eventos, exposiciones, proyectos, obras teatrales, la rehabilitación de autores como Lezama o PiƱera y Arrufat, poemas, cuentos, antologĆas ya imprescindibles en este tipo de repaso. Habla de la aparición en Cuba del VIH Sida y de la reclusión a la que fueron sometidos sus primeros pacientes, pero no da referencia acerca de los soldados internacionalistas que trajeron de regreso el virus, historia revelada en obras como el filme El acompaƱante (Pavel Giroud, 2015) o en libros de Miguel Ćngel Fraga.
Labiosa desconoce o prefiere no comprometerse, y Ā«olvidaĀ» eventos, exposiciones, proyectos, obras teatrales, la rehabilitación de autores como Lezama o PiƱera y Arrufat, poemas, cuentos, antologĆas ya imprescindibles en este tipo de repaso.
Varias de sus afirmaciones no vienen de pruebas documentales o referencias precisas, acerca de la cĆ©lebre canción Ā«SiboneyĀ», asegura, por ejemplo: Ā«compuesta por Ernesto Lecuona se considera como una de las primeras sobre amor gayĀ», aƱadiendo que esa fue la Ā«canción principalĀ» de Esther Borja, como si Ā«Damisela encantadoraĀ» jamĆ”s hubiese existido en el repertorio de dicha cantante, en el que fue su imborrable carta de presentación. Menciona ademĆ”s a Pablo MilanĆ©s por su canción Ā«El pecado originalĀ», a Amaury PĆ©rez y a Silvio RodrĆguez pero no a iconos como Bola de Nieve, Luis Carbonell, Sara GonzĆ”lez o Teresita FernĆ”ndez.
Alineado a la narrativa del CENESEX, el libro de Labiosa, participante frecuente en las Jornadas de esa entidad, elude hablar del 11 de mayo de 2019, pero menciona de paso las manifestaciones de julio de 2021: Ā«Curiosamente, miembros de la comunidad LGBT participaron en las protestas contra el gobierno cubano liderado por Miguel DĆaz-Canel, en el verano de 2021, donde fueron encarceladas cientos de personas, muchas de las cuales siguen en prisiónĀ». Y se apresura en aclarar: Ā«Las manifestaciones, que se llevaron a cabo en Estados Unidos, Europa y Cuba, fueron organizadas y subvencionadas por personas que residen fuera de Cuba. Los participantes ondearon banderas del orgullo LGBT y varios lĆderes llamaron la atención de noticieros de todo el mundo, pero no representan la totalidad y complejidad del movimiento LGBT en la patriaĀ».
Labiosa, a quien conocĆ en La Habana durante una de esas visitas, trata de simplificar la dimensión de lo ocurrido en 2021 mediante una comparación poco feliz con las protestas y represalias sufridas por quienes salieron a las calles durante los dĆas del Black Lives Matter. El asunto es mucho mĆ”s complicado y exige ir mĆ”s allĆ” en su anĆ”lisis, tal y como dije a quienes intentaron etiquetar a lo sucedido en mayo del 2019 como un Ā«Stonewall a la cubanaĀ».
El asunto es mucho mÔs complicado y exige ir mÔs allÔ en su anÔlisis, tal y como dije a quienes intentaron etiquetar a lo sucedido en mayo del 2019 como un «Stonewall a la cubana».
Haciendo algunos ajustes mĆnimos, Labiosa apela a la misma narrativa que ante las cĆ”maras de la Mesa Redonda del 13 de mayo de 2019 empleó Mariela Castro, junto a otros representantes del CENESEX para inferiorizar y demeritar a quienes bajaron desde el Parque Central hasta Malecón, movilizados por el simple anhelo de no perder el espacio pĆŗblico, el de la calle, tan simbólico en nuestro paĆs, y que el propio CENESEX habĆa ganado en su salida del clóset.
La intervención de la policĆa, la violencia de ese momento, la detención de varios activistas a los que ni siquiera se les permitió llegar a ese punto de convocatoria (el mismo en el cual, el 1 de mayo de 1995, marchamos algunos con la Rainbow Flag junto a activistas norteamericanos, para total sorpresa de los dirigentes que no nos esperaban en tal acto), y la salida posterior del paĆs de algunos a los cuales ese cerco los llevó a esa decisión tan dolorosa, es parte de un momento que no puede invisibilizarse porque sĆ[9].
A seis aƱos de ese 11 de mayo, sigo sintiendo que algo se quebró ahĆ que no ha podido resolverse en diĆ”logos posteriores, ni siquiera con la aprobación del matrimonio igualitario en Cuba. Bastó ese momento, frente al malecón, para desencadenar varios sĆntomas: la comunidad LGBTIQ, tan preterida y silenciada, podĆa organizarse en una aparición de ese tipo sin la anuencia oficial; el espacio de la calle podĆa, de pronto, ser un canal de otras demandas y sĆmbolos.
En el libro de Labiosa, que intenta incluso reducir a un diagrama de power point el complejo proceso de lo que han vivido las personas LGBTIQ de Cuba, agradezco la aparición de algunos testimonios, porque insisto en creer que eso es lo que mĆ”s necesitamos: reconocer las voces de los otros, de las otras personas que han vivido en su biografĆa estos aƱos de un modo Ćntimo, con su dosis individual de Ć©pica, a despecho de quienes no les consideran parte de un modelo de vida donde la ideologĆa y la moral pretenden limitar los derechos del cuerpo y el deseo.
Ello no aparece en su libro, donde hay testimonios de quienes se reconozcan como parte de ese nĆŗcleo de personas, pero no de quienes trabajan y crean fuera de los lĆmites de la institución a la que Ć©l halaga sin recatos. Fiel al tĆtulo de su libro, como si parafraseara al vuelo las cĆ©lebres Palabras a los intelectuales, este es un repaso en tono generalmente didĆ”ctico a la idea de Ā«Dentro de la Revolución LGBT en Cuba todo, fuera de la Revolución LGBT en Cuba, nadaĀ». Aunque ya sabemos que la frase literal pronunciada en la Biblioteca Nacional, no es exactamente esa.
En una lĆnea, su autor afirma algo con lo cual, al menos, estoy de acuerdo: Ā«El futuro de la comunidad LGBT en Cuba es inciertoĀ». Pero podemos decir eso acerca de muchas otras zonas de la sociedad cubana. Por encima de la disidencia o la normatividad del deseo, la pregunta que Cuba tiene ahora mismo ante sĆ y toda su sociedad incluye esa incertidumbre. Las loas a la directiva del Cenesex, escritas desde la comodidad del nuevo hotel donde se hospeda el autor, no logran disimular esas tensiones que hoy nos acompaƱan.
Recordar este dĆa no es insistir en la herida abierta, en el momento incómodo, ni en la maniobra de hacerle el trabajo a ninguno de los extremos aquĆ enfrentados. La memoria dicta su propia noción de historia y sobrevivencia, y genera su propio activismo de cuerpos y recuerdos. En mi calendario personal, el 11 de mayo contiene numerosos significados y sobre todo, muchos nombres. Los de quienes me han acompaƱado en el activismo desde que aparecieron mis primeros textos y desde esa comunidad me hicieron sentir menos solo, hasta los de quienes, mĆ”s allĆ” de acuerdos y disensos, han jugado roles importantes en el rostro mĆŗltiple que ahora somos, y que tras ese 2019, el 2021, la pandemia y tantas nociones de la crisis interna y externa, multiplican estos ecos en las Cubas del mundo. En esa incertidumbre, recuerdo y vivo. Esa es la batalla. De la memoria, la del presente. Y la de nuestro futuro.
Norge Espinosa Mendoza es poeta, crĆtico y dramaturgo. Asesor teatral de la compaƱĆa El PĆŗblico desde hace 20 aƱos. Editor de las memorias del coreógrafo Ramiro Guerra y coautor del volumen dedicado a los Premios Nacionales de Teatro, que aĆŗn esperan por papel y tinta para ver la luz.
Local
Blade names Delaware journalism fellowship recipient
Abigail Hatting to cover LGBTQ issues this summer

The Blade Foundation this week announced the recipient of its eighth annual Steve Elkins Memorial Fellowship in Journalism.
The fellowship was awarded to Abigail Hatting, a rising senior at American University in Washington, D.C., studying journalism with minors in political science and Spanish. She has served as local news editor of The Eagle student newspaper at AU and as an intern for Voice of America News.
āI’m very excited to have received the Elkins Fellowship,ā she said. āI can’t wait to dive into the LGBTQ scene in Delaware and report on issues that are important to the community. I’m excited to deepen my reporting skills and learn from the Blade’s experienced team to contribute meaningful coverage at the oldest LGBTQ newspaper in the country.ā
Hatting will cover issues of interest to Delawareās LGBTQ community for 12 weeks this summer. The fellowship is named in honor of Steve Elkins, a journalist and co-founder of the CAMP Rehoboth LGBT community center. Elkins served as editor of Letters from CAMP Rehoboth for many years as well as executive director of the center before his death in March of 2018.
Hatting is the eighth recipient of the Elkins fellowship, which is funded by community donations at the Blade Foundationās annual fundraiser in Rehoboth Beach. This yearās event is slated for May 16 at the Blue Moon featuring remarks from state Sen. Russ Huxtable, who recently introduced a state constitutional amendment to codify the right of same-sex couples to marry. The event is generously sponsored by Realtor Justin Noble, The Avenue Inn & Spa, and Blue Moon.
āWe had an overwhelming number of applicants for this yearās fellowship and Abigail stood out and impressed us with her experience and commitment to excellence,ā said Blade editor Kevin Naff. āThank you to our Rehoboth-area donors and sponsors for making this opportunity possible.ā
For more information on the fellowship program or to donate, visitĀ bladefoundation.org.
District of Columbia
Dr. Fauci receives Harvey Milk Award, reflects on legacy of love and public health
The legendary public health leader was honored by a D.C. LGBTQ synagogue for his lifetime of compassionate service and advocacy.

A buzz of anticipation filled Cafritz Hall on Wednesday evening. Though a few seats remained empty, the atmosphere suggested a pop star might be moments from taking the stage. But the spotlight wasnāt reserved for a chart-topping performerāit was focused on a different kind of icon.
Dr. Anthony Fauci, the former director of the National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID), stepped forward to receive the Harvey Milk Chesed Awardāan honor recognizing compassion, courage, and a lifetime of public service.
The Harvey Milk Chesed Award was established by Bet Mishpachah in 1998 in honor of civil rights leader Harvey Milk. Milk, a member of the San Francisco Board of Supervisors and one of the first openly gay elected officials in the United States, was assassinated in 1978 following his public advocacy for LGBTQ rights. Bet Mishpachah gives out the award annually to an individual who has made āoutstanding contributions to the LGBTQ+ and Jewish communities that exemplify the virtue of chesed, or ālovingkindness.āā
The program began promptly at 7 p.m. at Bet Mishpachah, Washingtonās LGBTQ egalitarian synagogue, and featured a diverse lineup of speakers, including rabbis, physicians, professors, synagogue members, and past recipients of the Harvey Milk Chesed Award. While each speaker highlighted different facets of Dr. Fauciās career – from his leadership during public health crises to his engagement with Jewish and LGBTQ communities- a unifying theme emerged: his unwavering commitment to doing whatās right, even in the face of political opposition, including from presidents.
Fauci, who was director of the NIAID from 1984 to 2022, was at the forefront of understanding and combating some of the deadliest diseases known to humanity, including tuberculosis, Zika, and HIV/AIDS. As the HIV/AIDS epidemic escalated and frustration with federal inaction mounted, Fauci took an unconventional step for a high-ranking public health official: He began engaging directly with the activists demanding change. That simple act of listening, he later explained, shaped his understanding of what patients truly needed ā even when it meant defying the prevailing wisdom of the medical establishment.
āI developed long-term friendships with the activists,ā Fauci said in a 2023 interview with PBSā American Masters. āWe were sort of like soldiers in the same war.ā
This spirit of solidarity echoed throughout the nightās speakers, beginning with Barry Friedman, who delivered welcoming remarks to the crowd. Friedman began his introduction with a Hebrew phrase that, at first glance, might not seem to align with a man devoted to the rigor of medical science. But as he explained, it was a phrase Fauci exemplified.
āLo tukhal lāhitaleim,ā Friedman read from his notes, explaining that this message was hailed in his youth as the “11th commandment” by his mother. āYou must not remain indifferent,ā he translated.
Fauci, Friedman explained, remained steadfast in the principles of medicine while also showing deep compassion for those living with HIV and AIDS. He advocated for changes to drug trial protocolsāconvincing researchers to allow patients to āparallel trackā experimental treatments, even when doing so went against past medical norms. This shift helped extend lives and alleviate symptoms in those most affected by the disease.
As the night continued, speaker after speaker reflected on the extraordinary achievements Fauci helped bring aboutānot just through scientific breakthroughs, but by listening to the people who were so often ignored. Fauci credited activists like Larry Kramer for ensuring the needs of HIV/AIDS patients could not be overlooked.
One of those speakers, Jeff Levi, an emeritus professor at the Milken Institute School of Public Health at George Washington University, former deputy director of the White House Office of National AIDS Policy, and a close friend of Fauci, led a panel discussion where the two expanded on stories from Fauciās 2024 bestselling book āOn Call: A Doctor’s Journey in Public Service.ā During the panel, Fauci reflected on how his Jesuit Catholic upbringing helped shape a moral compass that transcended religious, cultural, and political boundaries in his public health work, and how he was able to navigate such a difficult time in medical history.
While itās nearly impossible to calculate how many lives Fauci has helped save, the numbers point to an extraordinary legacy. Millions of LGBTQ people owe their survival in part to his efforts to understand how HIV spread, how it progressed, and how its symptoms could be mitigated. In addition, more than 25 million people worldwide- mostly in sub-Saharan Africa- have benefited from PEPFAR, the Presidentās Emergency Plan for AIDS Relief, which Fauci played a key role in creating.
Following the panel, Fauci took questions from the audience, reflecting on both his legacy and the enduring power of public advocacy.
āThe gay community wasnāt afraid to speak up in the 1980s,ā he told one audience member, who asked about the parallels between HIV/AIDS and the COVID-19 pandemic, and what people could do now to offset some of the⦠less than factual āinformationā being presented as truth from the Trump administration. āAnd we canāt be afraid to speak up now.ā
When asked what message he hopes young LGBTQ doctors will take from his lifeās work, Fauci paused, then offered a heartfelt answer. āI donāt want to sound too melodramatic, but we need to love each other.ā
As the crowd filtered out of the hall and only a handful of Fauci admirers lingered in line for a signed book, the Blade caught up with the eveningās honoree. Asked how it felt to receive the Harvey Milk Chesed Award, Fauciās response was characteristically humble.
āIt was a terrific honor to be given an award by this community,ā he said with a warm smileāan understated close to an evening that celebrated a lifetime of extraordinary impact.